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La Republica


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2013  •  2.433 Palabras (10 Páginas)  •  287 Visitas

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DIALOGOS DE PLATON:” LA REPUBLICA”

RESUMEN

El diálogo se inicia presentando a Sócrates y a Glaucón en el Pireo, luego de asistir a las fiestas de la Diosa de Atenea. En la ciudad se encuentran con Polemarco, quien estaba acompañado por Adimanto, Nicerato y algunos otros que también regresaban de las fiestas.

Polemarco invita a Sócrates a su casa, quien acepta. En la casa Sócrates, se encuentra con Céfalo, quien lo saluda cordialmente. Sócrates demuestra mucho agrado por poder conversar con alguien de su experiencia en la vida y le pregunta, como considera a la ancianidad. Céfalo, le responde, que si bien lo acompañan algunos deterioros, estos le traen algunas recompensas y agrega que no saber tolerar la vejez depende no de los males humanos, sino del carácter. Sócrates opina que si bien su vejez es buena, lo que influye es su riqueza. El anciano, le contesta, que la riqueza tiene sus ventaja que es la de pagar deudas, tanto a los dioses como a los hombres. Pero no es la cuestión de la riqueza o de la pobreza la que preocupa a los hombres, sino la conciencia de haber sido justo o injusto durante su vida. Sócrates dice que las artes gobiernan y dominan aquello sobre lo que se ejercen, por consiguiente, todo hombre que gobierna jamás examina ni ordena lo conveniente para él sino para el sujeto gobernado, sobre el que ejerce su arte. Al menos el que gobierna realmente. Trasímaco dice que se habla mal de la injusticia no porque se tema cometerla, sino porque se teme ser víctima de ella. Sócrates dice que el justo quiere tener ventaja sobre el injusto, pero el injusto quiere tener ventaja sobre todos. Aquel que es bueno y sabio no quiere tener ventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario. Por tanto, el injusto es ignorante y malo. Luego el justo es dichoso y el injusto es desgraciado.

Libro II

Quién inicia este diálogo es Glaucón, que no aprueba la retirada de Trasimaco, ni tampoco que Sócrates no exprese una definición precisa de lo que es la justicia.

Luego de esta explicación describe tres clases de bienes que se persiguen como; la alegría, los placeres sin mezcla de mal y la gimnasia, la curación de una enfermedad, el ejercicio de la medicina y cualquier otra profesión lucrativa, de estos últimos podría decirse que son penosos, pero útiles. Sócrates, reconoce estos bienes, pero le aclara que no entiende que se propone. Glaucón, le pregunta, en cuál de ellos ubicaría la justicia. Para indagar en la injusticia y la justicia en los Estados, Sócrates comenzará a inventar un Estado ideal. Lo que da origen al Estado es la impotencia de cada hombre para bastarse a sí mismo.

Libro III

Los hombres que deben formar la República son los hombres cuyo principal fin debe ser honrar a los dioses y a sus padres, y mantener la amistad. Se les ha de hacer valientes, y para ello hay que suprimir el Hades. Tampoco debemos permitir que se nos presente a los dioses dominados por una risa incontenible. Debemos desarrollar en ello la templanza. No deben estar ansiosas de riquezas. Son las narraciones que hace el hombre bueno. El hombre malo es imitativo.

Libro IV

Adimanto, realiza la objeción que estos guerreros, privados de todos los bienes que se refieren a la vida, más semejante a auxiliares a sueldo, sin otra misión que defenderla, no será muy dichosa.

Sócrates responde:

"Sí, y además no ganan más paga que el sustento, pues aparte de é1 no reciben salario alguno, a

Diferencia de los otros ciudadanos, de modo que no pueden salir de la ciudad por su propio placer, ni gastar el dinero con cortesanas, ni emplearlo, aunque lo quisieran, en tantas cosas en que lo usan aquellos que son tenidos por dichosos."

Libro V

Luego de un diálogo que mantienen entre Adimanto, Polemarco y Glaucón, puestos de acuerdo, le dicen a Sócrates que no han tratado el tema de las mujeres y los hijos.

Sócrates, opina, que las mujeres y los niños de los guardianes se convierten en bienes comunes. En primer lugar enseña que las mujeres poseen las mismas capacidades que los hombres, aunque generalmente en grado menor; por lo tanto, nada se opone a que participen de la misma educación y ocupaciones que los guardianes. Hombres y mujeres pueden colaborar y trabajar para el mismo fin.

LIBRO VI

"En fin Glaucón, después de muchas dificultades y de una discusión bastante laboriosa, hemos establecido la diferencia entre los filósofos y los que no lo son".

El filósofo ama la ciencia y tiene horror a la mentira. Gusta de los placeres del alma, y desecha los del cuerpo. Es templado, es extraño a la avaricia. Es mesurado. Sólo a ellos, perfeccionados por la educación y la experiencia, se debe confiar el gobierno del Estado. Los filósofos son tratados mal porque los Estados actuales son malos. Tiene buena memoria, facilidad para aprender, valor y grandeza de alma. Pero las almas mejor nacidas, se convierten en las peores con una mala educación. Es imposible que el pueblo sea filósofo, por tanto ha de despreciar a los que se dedican a la filosofía. Hay pocos verdaderos filósofos. Éste, es un plan difícil de ejecutar, pero no imposible.

La idea principal es la idea del bien. Las cosa múltiples son vistas, pero no concebidas; las ideas son concebidas, pero no vistas. El diálogo se desarrolla luego con la objeción de que la mayoría de los que se llaman filósofos no son capaces de gobernar ni aptos para ello. La culpa no está en la filosofía. Muchas son sus virtudes, pero también se halla expuesta a múltiples tentaciones: la riqueza, la belleza, etc., o el halago de la multitud.

Libro VII

Sócrates, utiliza una comparación explicar que los que viven en este mundo se parecen a seres encerrados en una caverna, donde se hallan encadenados contra un fuego que arde a sus espaldas, de modo que sólo contemplan las sombras que pasan por delante, proyectadas por objetos que se mueven entre ellos y el fuego. Al sostener los hombres comunes que las sombras son la realidad, se oponen a los filósofos Empeñados en contemplar el reino del día y de la brillante luz, causa última de todo. Quien haya logrado esta superación, no apreciará en lo más mínimo la sabiduría que afirman poseer los moradores de la caverna. Es preciso que la inteligencie, contrariamente a lo que enseñan los sofistas, pase de las sombras a la realidad. Desde la juventud debe aspirarse a este fin mediante la represión de la naturaleza sensible y la elevación de la mente a realidades más elevadas. Por eso, la ciudad ideal no tiene que ser gobernada por los que se demoran en lo sensible, sino por los filósofos que han visto la verdad, el verdadero Sol.

Tal es la condición del Estado perfecto:

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