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La República De Platón


Enviado por   •  12 de Febrero de 2013  •  8.500 Palabras (34 Páginas)  •  514 Visitas

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Libro I: análisis de la

justicia para Céfalo, Polemarco y Trasímaco

Sócrates, regresando del Pireo se halla con Polemarco, quien lo instiga a ir a su casa. Una vez en casa de Polemarco, Sócrates se encuentra con Céfalo, padre de Polemarco, al cual lo ve muy viejo. El filósofo hijo de Sofronisco, curioso al respecto de la vejez, le pregunta por ella y Céfalo la elogia señalando que ésta a amortiguado la intensidad de algunas pasiones y que la misma vejez es un estado de reposo y de libertad de los sentidos. Muchos no toleran la vejez, dice Céfalo, pero tolerarla depende del carácter, no de la edad. Sócrates insinúa que las riquezas de Céfalo influyen para que él goce tranquilamente de la vejez, pero el viejo sofista aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar involuntariamente ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los hombres para salir libres y justos del mundo terrenal.

Es en este momento donde empieza el problema de la justicia, si acaso o, posiblemente, no.

Sócrates analizaría la idea de Céfalo acerca de la justicia y diría que, si la justicia consistiese en decir la verdad y dar a cada uno lo que le corresponde, ¿sería justo devolverle las armas, que me confió un amigo en su sano juicio, habiendo éste enloquecido? Sócrates diría que toda persona racional convendría en que devolverle las armas a este loco amigo sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad.

Una vez refutada la idea de que la justicia , Céfalo se dirige al patio para continuar con su sacrificio e interviene en el diálogo su hijo Polemarco. El joven, interesado en el diálogo, introduce la idea de un poeta (Simónides) sobre la justicia; , pero Sócrates le explicaría que muchos de los que creemos amigos no lo son, ya que es visto que el enemigo engañe a una persona haciéndose pasar como amigo. También, agregaría Sócrates, si la justicia fuese hacerle bien a los amigos y mal a los enemigos ésta sólo serviría en épocas de guerras y no en épocas de paz, a su vez, expone el filósofo, la justicia es una perfección humana que no puede, mediante su acción, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona hace "justicia" y crea mal a un enemigo, nos exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia daría origen a la injusticia.

En conclusión, el hombre justo no puede hacer mal a otro.

Dada por acabada la ilustración de Sócrates. Trasímaco, que ambicionó intervenir constantemente en la charla pero fue detenido por los que querían escuchar hasta el final el diálogo, explotó en ira contra Sócrates acusándolo de escapar de una manera pueril a las preguntas que le hacían los presentes y Sócrates de una manera más calma lo invitó a participar de la conversación.

Trasímaco alega que la justicia es , Sócrates concordaría en que la justicia es algo conveniente,[4] pero no para el más fuerte. El vanidoso sofista agregaría que al hombre justo le va peor en todo lugar y circunstancias y, en cambio, el hombre injusto saca provecho desde cuando se trata de recibir repartos públicos, hasta de no pagar lo debido en las contribuciones al Estado. Trasímaco indicaría que los que reprochan la injusticia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por temor a sufrirla. Es de este modo asimilable que para él, la justicia no se practica en beneficio de los demás, sino de uno mismo. Sócrates contesta que un médico no realiza su técnica de curar a otros porque de ella reciba placer, sino porque de esa técnica obtiene un salario y lo mismo sucede con la justicia, el objetivo de ésta es evitar ser gobernados por gente inferior.

"Los buenos no apetecen el gobierno por las riquezas ni por la honra, porque no son ambiciosos. Ahora bien, el mejor castigo para un hombre que no se decide gobernar, es de ser gobernado por otro inferior que él, y el temor a ese castigo determina a los hombres de bien a intervenir en los asuntos públicos, y se mezclan a ellos, no por interés personal, ni por placer, sino por necesidad".[5]

Sócrates partiendo de la hipótesis de que la injusticia es más poderosa y fuerte que la justicia, argumenta que la injusticia misma, practicada en sociedad, no puede prosperar sin cierto resto de justicia como en el caso de una banda de piratas que se propone como objetivo un fin injusto, llevarlo a cabo dependería de que dentro de esa asociación halla justicia, de lo contrario habría discordia, desorganización y llevaría al grupo a dividirse entre sí. Sócrates ultimaría este razonamiento aclarando que los justos se rebelan sabios y mejores aptos de obrar que los injustos, que son incapaces de toda acción en común y, añadiría que la justicia es sabiduría y virtud, en cambio, la injusticia es un vicio que implica ignorancia. Al final de la disputa Sócrates, como acostumbraba humildemente, sellaría que sólo ha llegado a la conclusión; de que nada sabe.[6]

Libros II: introducción a la justicia, censura de los

poemas inapropiados y posibilidad de la guerra con fines necesarios

Parecía saldada la discusión de lo que no era la justicia, pero Glaucón no aprobaría la retirada de Trasímaco, y narraría la leyenda del anillo de Giges.[7] Al término de ésta, Glaucón hace una observación desarrollando así la tesis de Trasímaco, que más tarde Adimanto trataría de confirmarla. El joven Glaucón indicaría que según la experiencia general, la justicia y la injusticia sólo deberían valorarse de acuerdo con los resultados favorables o desfavorables que proporcionan. Esto confirmaría lo que desde tiempos pasados Homero y Hesíodo[8]han escrito; que el injusto logra hacer olvidar sus crímenes mediante esplendidos sacrificios y oraciones que pueden comprar el perdón y el olvido. Y que la vida del justo es, efectivamente honorable, pero casi siempre va acompañada de sufrimientos; mientras que el vicio, a pesar de ser deshonroso, es agradable. El joven inteligente llegaría a la conclusión de que su felicidad radica en practicar la injusticia y eludir sus posibles consecuencias desagradables, utilizando la astucia o buscando una adecuada asociación que lo proteja.

Sócrates reacciona ante ello afirmando que demostrará que el hombre justo es feliz, pero su análisis arrancará desde lo general para desembocar en lo particular, dando ingreso a lo que llamaríamos "El Estado ideal Platónico".

Sócrates nos presentaría un gobierno que sea por sí mismo la encarnación de lo justo, una organización social que se basa en el principio de especialización por medio de una educación apropiada (en la música y la gimnasia) y por medio de una división del trabajo acorde a la aptitud que tiene cada individuo (en donde nadie debe hacer varias cosas a la vez).

A medida que la ciudad se hace cada vez más

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