La Teoría Hilemórfica

La Teoría Hilemórfica

En este ensayo filosófico vamos a explicar de qué trata la teoría Hilemórfica, y la vincularemos con la inmortalidad del alma. Para ello decidimos realizar un análisis del concepto de “alma” distinguiendo las definiciones de los distintos autores, que dependerán de sus creencias y sus diferentes pensamientos.

El alma es una realidad personal, propia y permanente de cada ser humano. Es personal porque va modificándose en las vivencias y a través de las actividades cotidianas, dándole suma importancia a las experiencias de cada sujeto. Gracias al alma el cuerpo de la persona adquiere significado y su esencia particular. En conclusión, el alma hace que el cuerpo sea un verdadero humano y actúe como tal. Hace que la persona sea lo que es.

La teoría Hilemórfica fue ideada por Aristóteles para la existencia de todos los seres. Esta teoría plantea que todas las cosas se componen de materia y forma. La relación de ambas partes es sustancial porque son necesarias para construir la substancia humana y son inseparables. El alma humana, creada por Dios, es inmortal y está destinada a permanecer unida al cuerpo. La forma es la esencia de la materia, gracias a ella esta se individualiza y presenta diferencias. La forma hace que un ser vivo sea ese ser vivo y no otro. Aristóteles concluye con que el alma es algo material y es por esto que la describe como mortal. Santo Tomás de Aquino coincide con Aristóteles en sus fundamentos filosóficos de la inmortalidad del alma, pero su conclusión final es que el alma es inmortal. Esto se debe a que él considera que Aristóteles no conoce a Cristo porque no tiene en cuenta su resurrección y reencarnación. Tampoco coincide en aplicar la teoría Hilemórfica a todos los seres mundanos porque los ángeles, por ejemplo, carecen de materia entonces solo tendrían la forma. Debido a esto negó también la multiplicidad de especies angelicales porque sin la materia no es posible principio de individuación para diferenciarse unos de otros. La existencia del alma humana puede darse sin su cuerpo, en cambio, cuando un animal muere su alma desaparece. Otra diferencia es que gracias al alma los hombres tienen conciencia, que los hace capaces de tomar decisiones libres y voluntarias. Así como el alma inmortal se percibe a sí misma, también nos capacita para conocer la esencia de otras sustancias. La suma de la memoria y la conciencia en sí mismo da al hombre la capacidad de conocer infinidad de realidades, no solo elementos materiales.

Introduciéndonos en la filosofía moderna, podemos destacar a Locke, quien difiere con los dos filósofos ya nombrados. Locke no le da importancia a la inmortalidad del alma, ni a su inmaterialidad, sino que habla de nuestro paso por este mundo. Menciona que Dios es el encargado de traernos a este mundo y de llevarnos al otro porque Él quiere hacerlo, pero lo hace sin ninguna argumentación que haga a su tesis verdadera. Otra opinión dentro de la filosofía moderna es la de Fitche, que argumenta que la inmortalidad del espíritu depende del hombre mismo y la vincula con la moral. Plantea que para que haya inmortalidad el ser tiene que encontrar tareas nuevas que vayan más allá de la conciencia humana, es decir, no es dada únicamente por la sustancia. Estos actos de libertad deben conectar al ser con lo espiritual de la vida única, determinándose en su interior para no extinguirse y superar el plano terrenal.  No está afirmado que cada ser sea inmortal pero sí comprobamos la capacidad del hombre para conquistar la inmortalidad.

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