La temporalidad narrativa en Fernando Vallejo

La temporalidad narrativa en Fernando Vallejo

La temporalidad narrativa en Fernando Vallejo supone un problema desde el punto de vista cronológico, dado que allí el orden temporal ha sido trastocado y en su aparente caos da la impresión de un triple presente en el que se entremezclan pasado presente y futuro, tiempos que, en cuanto triple presente, confluyen armoniosamente en el instante. Lo que apreciamos en la obra de Vallejo, especialmente en la saga del “Rio del Tiempo”, es una experiencia del tiempo y del espacio que no se corresponde con las categorías clásicas, no suponen un recorrido a través de una línea temporal claramente definida, pues el tiempo en estas obras no puede concebirse como mero fluir de instantes, ni tampoco como la tranquila transición de un antes a un después.

Vallejo apuesta por una temporalidad mudable que cambia, muta y se transforma constantemente; se trata de una temporalidad narrativa puesta al servicio de una verdad, que no veracidad, estrechamente ligada a un destino encarnado por el propio autor. Un destino que en Vallejo tiene aires fatalistas como se puede apreciar en el siguiente fragmento de su libro “El fuego Secreto”:

"El libre albedrío es ilusión, mera falacia. Por más que arrojen a Edipo a los lobos el niño crecerá, y matará a su padre, desposará a su madre, se vaciará los ojos. El destino está escrito en el cielo y escrito con sangre. Mi hermano Manuel será lo estipulado y nada más, como he sido el que soy. En el gran tinglado de palacios y miserias los dioses mueven sus muñequitos disfrazados de reyes y pordioseros con hilos que a trasluz alcanzo a adivinar. Muñequitos de trapo y de latón, títeres infatuados que se creen que se mueven solos, sin nadie atrás. No hay infinitos caminos, eminentes doctores, sólo hay un camino único para cada quién, y aunque soñemos que da curvas, que vuelve atrás, que lo podemos desviar, avanza recto, sin una sola encrucijada de elección. Esta noche saldrá mi rico amigo Chuchín Ortiz a la barriada, al encuentro de su destino, de su asesino."

Cabe anotar que la afirmación de ese destino fatalista, que constantemente rompe y traspasa los límites de la representación literaria tradicional, no se reduce al destino personal del autor sino que abarca también el destino, por demás histórico y en cierto modo trágico, del país. Así pues, temas como el sicariato, el narcotráfico, la situación política y social del país, entre otros, irrumpen en el mundo narrado y, de este modo, personajes, especialización y temporalidad, se corresponden con el sustrato de una tematización basada en la realidad existente, aunque no en el “factum histórico”, pues se trata de hechos provenientes del ámbito sociocultural.

Ahora bien, si nos centramos en una de las características del tiempo en Vallejo, el tiempo histórico, veremos que dicho tiempo histórico constituye parte esencial de la estructura del relato, tal como advierte el profesor Andrés Castrillón refiriéndose a la temporalidad en Vallejo:

“La segunda característica del tiempo, el histórico, es inmanente al de la estructura del relato e inseparable de la vivencia del protagonista que lucha contra el Tiempo aniquilador, puesto que las referencias a lo histórico no se reducen a una enumeración de datos. Por el contrario, hacen parte del discurrir vivencial del protagonista al configurarse su temporalidad. Esto está en relación con lo que Heidegger señala de la temporalidad-historicidad del Dasein

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