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El concepto libertad aparece en numerosas ocasiones a lo largo del relato de Frankl. Para el autor la libertad es la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, una definición que, sin duda, adquiere mucho sentido a la hora de contar todos los acontecimientos.

Frankl lo que pretende expresar con esta historia es que la libertad es un derecho innato de la persona y que ningún ser humano se la puede arrebatar. Un hombre puede vivir en sufrimiento, pero nunca dejará de ser libre. Y es que a pesar de las circunstancias de tensión psíquica y física el hombre puede seguir conservando su libertad espiritual.

El autor también explica que la última de las libertades humanas es la elección de la actitud personal frente a la vivencia de un conjunto de experiencias para decidir el propio camino. En el caso del autor, no eligió convertirse en un recluso más y renunciar a la libertad y a la dignidad, al contrario, luchó por su libertad espiritual e íntima y para que la vida tuviera sentido vivirla.

Frankl en su relato explica que él y todos los que fueron reclusos de un centro de concentración tuvieron la oportunidad de conocer al ser humano mejor que ninguna generación.

El autor a lo largo de su reclutamiento en el campo hizo su propia división de razas humanas: la raza de los hombres decentes (los prisioneros) y la raza de los indecentes (guardias).

Del grupo de los hombres decentes podemos extraer cualidades como el compañerismo, la lealtad, la esperanza y la voluntad de luchar para no perder su bien más preciado, la libertad. No obstante, en una situación en que el bien y el mal están tan al límite es fácil pasarse al otro bando: moverse por interés, no ayudar a tus compañeros y sobrevivir por encima de todo y de nadie eran también defectos que afloraban en la vida de los prisioneros.

Del segundo grupo, los hombres indecentes, se hace realmente difícil encontrar cualidades y lamentablemente muy fácil encontrar defectos. El Holocausto fue, sin duda, una de las peores atrocidades del ser humano. Una raza que se hacía llamar pura y que, según ellos, era superiores a cualquier otra. Frankl, durante el relato, cuenta que podías encontrar personas decentes dentro de ese grupo, pero evidentemente no era lo habitual, el mal se hizo notablemente presente en ese grupo.

A pesar de esta división, ambas razas se encuentran en todos los estratos sociales. Formar parte de un grupo u otro se reduce todo a una decisión puramente humana: no por ser guardia formarás parte por defecto de los indecentes, o al inrevés en el caso de los reclusos. El bien y el mal está separado por una línea muy fina, así que cada uno es libre de elegir en qué grupo quiere estar independientemente de su condición social.