Leibniz Y El Sueño
Enviado por nadiedelanadanad • 8 de Diciembre de 2013 • 1.099 Palabras (5 Páginas) • 303 Visitas
El Ser es aquello cuyo concepto envuelve algo positivo, o mejor, es aquello que puede ser concebido por nosotros siempre que lo que concebimos sea posible y no envuelva contradicción. Y esto lo reconoceremos, ya si el concepto ha sido perfectamente explicado y no encierra nada confuso, ya, en suma, si la cosa existe en acto, pues lo que existe es siempre Ser o posible.
Pero así como el Ser se explica mediante un concepto distinto, lo que existe se explica mediante una percepción distinta. Y para entender más acabadamente esto es preciso ver de qué modo se prueba la existencia. Juzgo, por lo pronto, que existe sin prueba, por simple percepción, o sea, por experiencia, aquello de que soy consciente en mí, a saber: primero, yo que pienso una variedad de cosas, después los diversos fenómenos mismos o sea las apariciones que existen en mi mente. En efecto, estos dos aspectos pueden ser objeto de comprobación porque la mente los percibe inmediatamente sin intermediario alguno y es tan cierto que en mi mente existe la representación de la montaña de oro o del centauro cuando los sueño, como es cierto que yo, que sueño, existo. En realidad, ambos aspectos están contenidos en la siguiente fórmula: es cierto que el centauro se me aparece.
Veamos ahora mediante qué indicios conocemos cuáles fenómenos son reales. Sobre este punto juzgamos, pues, ateniéndonos ya al fenómeno mismo, ya a los fenómenos antecedentes y consecuentes. Ateniéndonos al fenómeno mismo, lo juzgamos real si es vívido, múltiple, congruente. Será vívido si ciertas cualidades como la luz, el color, la temperatura aparecen suficientemente intensas. Será múltiple si sus cualidades son variadas y aptas para realizar muchos experimentos y nuevas observaciones: por ejemplo, si en el fenómeno experimentamos no sólo colores sino también sonidos, olores, sabores, cualidades táctiles y experimentamos todo esto no sólo en su conjunto sino en diferentes partes suyas, que a su vez podemos estudiar según sus diferentes causas. Esta larga cadena de observaciones no suele, en verdad, presentarse en forma muy deliberada y precisa en los sueños, ni en las imágenes que proporcionan la memoria o la fantasía, en las que la imagen resulta, por lo general, tenue y se desvanece si se la examina. El fenómeno será congruente cuando esté compuesto de numerosos fenómenos, de los que se puede dar razón por la relación que guardan unos con otros, o por alguna hipótesis común bastante simple. Además será congruente si conserva la relación habitual con otros fenómenos que se nos han presentado a menudo, de modo que las partes del fenómeno tienen el puesto, orden y efectos que tuvieron otros fenómenos semejantes. En caso contrario, los fenómenos serán sospechosos. En efecto, si viéramos seres humanos que se mueven en el aire, cabalgando en los hipogrifos de Ariosto, creo que dudaríamos si es un sueño o estamos despiertos. Pero el indicio que estamos examinando puede vincularse con las consideraciones de otro capítulo, el que se refiere al caso de los fenómenos precedentes. El fenómeno actual debe ser congruente con éstos, sea que el fenómeno actual conserve la misma relación con los fenómenos precedentes, sea que éstos den razón de él, sea que todos los fenómenos sean congruentes con una misma hipótesis, como si se tratara de una razón común. Pero
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