Los filósofos de la naturaleza
Enviado por Tatianatoti • 3 de Marzo de 2013 • Examen • 5.346 Palabras (22 Páginas) • 371 Visitas
Los filósofos de la naturaleza
Sofía seguirá recibiendo correspondencia de esa misteriosa niña Hilde además del curso de filosofía. La madre y la hija tendrán más discusiones pues, conforme ira avanzando el curso, Sofía aplicara lo
aprendido en su vida diaria.
Los filósofos de la naturaleza se interesaban por los fenómenos que permanentemente sucedían a su alrededor. Muchos creían que debería de existir una materia primaria de la cual surgieron todos los cuerpos existentes. Dicha materia, capaz de tener cualquier forma posible, era la responsable de que lloviera o crecieran las cosechas. A partir de ese razonamiento, la filosofía se apartó de la religión. Pensar científicamente, es buscarle una respuesta concreta, más que fantástica a la vida. Las epopeyas de Homero: la Iliada y la Odisea, estaban a punto de ser cuestionadas.
Tres filósofos de Mileto.
Mileto, era una colonia situada en Asia Menor. De ahí proviene Tales quien luego de viajar por Egipto y ver la influencia del río Nilo a su alrededor, razonó que el agua era la materia primaria del cual surgieron todas las
cosas; además habló de la existencia de invisibles gérmenes vivos.
Anaximandro por su parte, pensaba que existían muchos mundos como el nuestro y todos nacen y mueren invariablemente. También creía que no podía haber una materia primaria sino algo indefinido. El último filósofo
de Mileto fue Anaxímenes 570-526 a. de C. quién suponía que el origen de la tierra, el agua y el fuego era el aire.
Nada puede surgir de la nada
Otros filósofos más que buscar la materia primaria de la cual surgió todo, se preocupaban en la transformación, es decir, como era posible que una materia fuera capaz de alterarse y transformarse en otra materia distinta al original. Parmenides 510-470 a. de C. opinaba que la materia siempre ha estado presente y más aún, nada se puede convertir en algo ajeno a su estado original. Además, Parmenides creía que a menudo los sentidos eran capaces de engañarnos por lo tanto lo único digno de fiarse era lo que dictaba la razón. Ha nacido el racionalista, aquel que deposita su fe en la razón de las personas, por encima de las ilusiones creadas por los sentidos.
Para otros filósofos como Heráclito 540-480 a. de C. la naturaleza se encontraba en un permanente cambio donde todo fluye. Nadie se baña dos veces en el mismo río. Heráclito creía también que las contradicciones eran el equilibrio necesario de la vida. Hay vida por que existe la muerte, tenemos salud y padecemos enfermedades, todo este orden de las cosas, tenía en dios a su principal responsable. Los sentidos, y no la razón, era la base del pensamiento de Heráclito. Empédocles 494-434 a de C. opinaba que debiera de haber más de un solo elemento base o materia primaria. La tierra, el aire, el fuego y el agua eran los cuatro elementos que mezclados en distintas proporciones, producían todo el entorno, por lo tanto, nada cambia, siempre serán las miles de combinaciones de los mismos cuatro elementos. Anaxágoras 500-428 a. de C. quién fue el primer filósofo de Atenas. Originario de Asia Menor, Anaxágoras hablaba de minúsculas partículas que poseían la información de todo y que en su conjunto formaban la naturaleza como tal. Fue acusado de ateo por declarar que el sol no era un dios, sino una simple masa ardiente.
Sofia deduce, luego de leer sus manuscritos, que la filosofía no se aprende, más bien uno aprende a pensar filosóficamente.
Demócrito 460-370 a. de C. es el último filósofo de la naturaleza; también hablaba de partículas pequeñas o mejor dicho hablaba de la existencia de lo que hoy conocemos como átomos. Todo lo conforman los átomos –cuyo significado sería indivisible- y éstos son capaces de generar cualquier forma conocida. Demócrito no creía en la inmortalidad del alma, al igual que Heráclito, estaba convencido de que la naturaleza fluye y nada más.
El destino
Sofía intentó descubrir la identidad de su maestro quien sin duda, era el mismo que colocaba las cartas en el buzón. Sus intentos no dieron los frutos esperados.
El curso continuó con todo aquello que esta determinado de antemano, es decir, con el concepto de destino. Lo que va a suceder es una obsesión griega. Su mitología gira en torno al oráculo y sus predicciones –la tragedia de Edipo es el ejemplo típico- de hecho la frase Conócete a ti mismo se encuentra escrita en el templo donde se resguarda el futuro conocido.
Sofia meditaba sobre la identidad del maestro y el concepto de destino cuando encuentra de repente un pañuelo rojo con la palabra Hilde bordada.
¿Quién era aquella niña que no leía su correspondencia? En las cartas su padre le hablaba sobre su cercano cumpleaños. Sin duda que Sofía e Hilde tenían más puntos en común que la edad y el tener un padre ausente.
El curso continuó con la sorpresa de que el maestro saluda a su alumna anunciándole su nombre: Alberto Knox, y su decisión de mandar a un mensajero seguro que depositará los sobres amarillos. Sofía descubre pronto al mensajero: un perro labrador de nombre Hermes que depositó sus cursos filosóficos en su mismísimo escondite.
Aproximadamente en el 450 a. de C. Atenas tuvo su época de máximo esplendor tanto en lo artístico como en las ciencias y humanidades. El ser humano y su interacción con la sociedad, es ahora el centro de atención de los pensantes. Rige una democracia con asamblea popular y justicia. Se expanden las libres ideas, por lo mismo se encuentran sofistas que consideran que el ser humano no es capaz de encontrar respuestas a sus misterios pues aunque las encontrara, no las comprendería del todo. La ebullición de ideas devino en varias corrientes internas: algunos buscaban lo determinado por la naturaleza y otros lo creado por la sociedad. Los cimientos de la crítica social también tuvieron sus orígenes en la antigua Atenas. Fue la Atenas de Sócrates 470-399 a. de C. Gran conversador, Sócrates paseaba por todos los lugares que pudiera y platicaba con todas las personas que encontrara y fingiendo absoluto desconocimiento del tema se adentraba dentro del más puro sentido común humano. Para Sócrates, el verdadero conocimiento, tiene su origen desde adentro del
hombre y los diálogos la mejor manera de estimularlos. De hecho, el pensamiento socrático se conoce gracias a otro filósofo; Platón, quien fuera su discípulo y cuya obra, los Diálogos se basa precisamente en la capacidad de conversar. Volviendo a Sócrates, debemos a él la máxima de Yo sólo sé que no sé nada. Antítesis de los sofistas quienes –a su manera- creen saberlo todo. Este filósofo que ignora –y sabe a su vez lo poco que sabe- fue condenado a muerte: su ironía desataba ira.
Atenas
Posteriormente,
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