Metafisica
Enviado por Neto18 • 13 de Febrero de 2014 • 4.123 Palabras (17 Páginas) • 193 Visitas
De la Filosofía del absoluto a la Metafísica pop
"Escape" y praxis en la filosofía
La gaviota es un ave estúpida.
Ama la noche y, sin embargo,
non volanno mai nel buio.
( Anónimo habanero)
Un viejo prejuicio filosófico asegura que la historia del pensamiento especulativo es tan compleja, que no
todos llegan a aprehender su simplicidad. La filosofía, “quizás”, trate apenas de la exposición y la lucha por el
manejo de lo obvio. Esto último es lo que llamamos "praxis". Su cultivo exige aptitudes distintas, aunque no
incompatibles: aquellas que tienen que ver con el enunciado de juicios abstractos y las que se ponen en
juego cuando se indaga por una salida práctica para los mismos; ya sea fundando una escuela o haciendo
una revolución.
En su nivel abstracto la filosofía puede ser incluso contrafactual. No solo inverificada en la realidad histórica,
sino inverificable. Así es también el mito, eje intelectual sobre el que se funda una gran parte de la vida
cotidiana de los hombres. Damos por sentada aquí la tesis de que la ciencia es una forma extrema en que se
presenta la parte racional de la imaginación mitológica.
Pensemos por un momento en una de las leyes más ordinarias de la mecánica clásica e imaginemos un
espacio vacío; vacío absolutamente. Si ponemos un cuerpo en él y le imprimimos un impulso, pues ese cuerpo
se moverá eternamente hacia el infinito. ?Qué significa esto?. Pues que nunca sucederá. Lo que no impide
que sea verdadero.
Lo inasible aparece aquí como una dimensión legítima de la verdad, incluso de la práctica. Lo contrafactual
puede ser el "obstáculo" que conduce al resultado, aunque sea hipotético. En lo “no acontecido” se
acumulan nociones que están en la frontera de la ciencia, el mito y la filosofía, formando niveles de acceso
privilegiado para personas cuya estructura intelectual posee quiebres, abismos epistémicos que son capaces
de cobijar, "obstaculizándola", un tipo de verdad tan abarcadora como sospechosa.
No hablo aquí del talento de los locos ni de la habilidad de los burócratas, apenas de esa lucidez escindida
que mezcla "obstáculo" y meta, pasión y razón, intuición y cálculo. Newton, como se sabe, era un iniciado en
el Curso de la Noche, además de un buen comunicador “diurno”, como diríamos hoy. El malabarismo
intelectual que es preciso hacer para avanzar en el campo de la filosofía me recuerda una frase de San
Agustín que con frecuencia comparto con un amigo: "Yo soy dos, y estoy en cada uno de los dos por
completo."
De más está decir que la claridad mental a que se puede aspirar en este límite roza la esquizofrenia.
Articular un pensamiento formalmente coherente bajo el acecho de la perplejidad y el descarrío, lo sabía
Maimónides, es uno de los placeres más dignos de la inteligencia humana.
La verdad viva, esa que contiene un germen o posibilidad de práctica y que sirve al hombre para "escapar"
en su vida, adviene como resultado de una faena intelectual de naturaleza híbrida. Plotino y San Agustín,
luego Igmar Bergman en algún filme, le llamaron "Iluminación".
Iluminado es el hombre erguido sobre el "obstáculo" y a punto de saltar. Iluminista es el erudito cargado de
conocimientos que de tanto archivar se ha dejado robar el tiempo de crear. El primero es el acusado,
inocente y culpable en el proceso; el otro es el notario que aspira a las prerrogativas del juez.
La Iluminación es un estallido del espíritu, una revelación de baja escala aunque de máxima intensidad (no
hablo aquí de las "apariciones", menos aún de aquellas que se dicen haber tenido de Dios), que se da
solamente en inteligencias arduas que "aman" la búsqueda y no cejan en el trabajo. Ni basta con la
inspiración ni es suficiente la voluntad; el hallazgo es resultado de una combinación de los dos ingredientes.
El obrero voluntarioso intocado por la gracia, provoca lástima. El aprendiz brillante y apresurado llega a
irritar. Una gitana me aseguró en "Graná" que el primer semestre en la Escuela de Brujas siempre se
dedicaba a enseñar a los aprendices que no se pueden parar las escobas. Isaiah Berlín lo exaltaba como
legado judaico: "El agón con la tradición es cosa de epígonos", y a Buñuel le encantaba encontrarlo en
Eugenio de O`rs: "Lo que no es tradición, es plagio".
Encontrar la luz es oportunidad tan ardua, que Porfirio, discípulo y biógrafo de Plotino, aseguró haberle visto
en "éxtasis de amor" en contadas ocasiones.
De esta dualidad "emanan" (verbo neoplatónico por excelencia) las proposiciones filosóficas fundamentales,
fundadoras y fundamentadoras; esas evidencias abstractas que cualquier persona estaría dispuesta a
aceptar: El Ser es, el no-Ser no es; Nada surge de la nada; Apoyo a quien me beneficia, me querello con
quien me perjudica; etc. Ellas conjugan en una misma alquimia lo simple y lo complejo, entrando en franca
mímesis con la vida cotidiana donde somos y dejamos de ser perpetuamente.
Vida y muerte a la vez. Vida para la muerte. Muerte para la vida. Una filosofía en busca de una resurrección
humanista a la manera en que los florentinos tardomedievales buscaban la novedad de un hombre infinito
en su finitud. "Los hombres matan la cosa que aman", decía Oscar Wilde, pero no aclaraba que ese crimen
es un gesto de amor, la aspiración a la resurrección de lo amado, la búsqueda de la eternidad a través del
crimen.
No existe pues una desnudez perfecta; en nuestras búsquedas el objeto está contaminado per definitionem.
Dios es pudoroso y antisocial: no le gustan los mítines embriagadores donde se buscan salidas definitivas; por
eso obstaculiza el ejercicio de una razón pura y una pura pasión. Nos induce a la verdad absoluta, pero nos
la permite solamente de manera analítica, no sintética.
Le verdad total ciega; decir que encandila
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