PENSAMIENTO Y ETICA
Enviado por DAVID0352 • 27 de Julio de 2022 • Ensayo • 1.309 Palabras (6 Páginas) • 123 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO
FACULTAD DE INGENIERIA CIVIL Y ARQUITECTURA
"ESCUELA PROFESIONAL DE ARQUITECTURA Y URBANISMO"
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CURSO:
- PENSAMIENTO RACIONAL Y ETICA GRUPO: "B"
DOCENTE
RODRIGUES LIMACHI LUIS ABEL
INTEGRANTES:
DAVID BERNARDO QUISPE CUBA
DESARTES,COLONIALIDAD
INTRODUCCION
Las siguientes reflexiones se refieren a algunos aspectos de la primera y parte de la segunda Meditación metafísica5 de Descartes. En las Meditaciones metafísicas, Descartes destruye el mundo de las seguridades diarias para acceder al mundo de las seguridades del pensamiento. Si triple es el punto de partida, triples son sus presupuestos, los que hay que buscar en las Reglas para la dirección del espíritu, escrito inacabado redactado posiblemente hacia 1628 y publicado en 1701 en las Opuscula Posthuma Physica et Matemática en Ámsterdam. Las Reglas para la dirección del espíritu nos dan algunas respuestas.
Esta ciencia, que será el modelo e ideal de toda ciencia y de todo saber cierto e indudable, posee una estructura deductiva de fundamentos axiomáticos. En la primera parte de la segunda Meditación se va descubriendo la inconsistencia de la captación sensible al ser sometida a una razón metódicamente llevada por ella misma en la figura de la duda. Se pierde confianza en el mundo percibido a medida en que se va afirmando la actitud crítica y se van imponiendo los fueros de la razón. No se puede decidir cuál de esas percepciones me presenta el objeto sensible tal como este es realmente, o si ninguna permite acceder a la cosa percibida tal como ella es en realidad.
Para que haya duda, es necesario tener por lo menos dos13 apreciaciones sensibles distintas del mismo objeto sin que se pueda afirmar como verdadera ninguna. Esa oscilación es la duda, el reclamo alternativo de cada percepción de ser la verdadera sin que puedan serlo las dos simultáneamente. Desde la perspectiva de la duda, no puedo saber si la imagen percibida de algo me remite, porque de ella surgiría, a un objeto real. No tengo que estar presente de manera explícita en todo acto perceptivo, pero todo acto perceptivo es mío y es para mí cuando soy yo el que lo realiza.
Es decir, puedo dudar de las cosas «poco sensibles y muy alejadas» pero parece que no pudiera dudar de lo que nítidamente percibo en un estado de total ecuanimidad, como por ejemplo el que ahora esté escribiendo en esta página, con esta pluma, bajo esta lámpara, en este escritorio, etcétera.
DESARROLLO:
Si Descartes hubiera dudado de su razón en tanto facultad de llevarlo a descubrir la verdad y fundamentar el saber y la ciencia, no hubiera podido llevar a cabo su proyecto. Para dudar de la razón, tiene que haber razones para dudar de ella y esas razones solo podrían ser planteadas por la razón, y si duda de ella tendría que dudar de las razones de la razón y entonces no tendría razones para dudar. La duda es una distancia que la razón establece frente a lo afirmativo de las cosas en la experiencia acrítica.
Dicho de otra manera, no puedo dudar de la razón porque es la razón la que me permite dudar. No dudar de la razón es no dudar del método como expresión de ella misma. Al método no llego por otro método, y a este por otro, etcétera, pues él es intrínseco a la razón, su cabal manifestación en tanto razón, y esta es innata como lo afirma la cuarta regla de las Reglas para la dirección del espíritu. Para dudar, hay que tener razones o sospechas o indicios que solo la razón puede administrar en su sano uso.
En la primera Meditación, Descartes dice que la razón lo convence de que a las cosas que no son enteramente ciertas e indudables no hay que darles crédito, no hay que creer en ellas.Se trata de la razón que se expresa en un método que determina la dirección de la duda racional, hiperbólica y radical, que decide previamente sus alcances y la configuración de la verdad por ella alcanzada. La locura como hipótesis rápidamente desechada había surgido para invalidar las percepciones claras, aquellas que me presentan el contorno definido de las cosas. Podemos también pensar, como ya se dijo, que Descartes supone estar mentalmente sano porque de otra manera su proyecto de fundamentación jamás lo hubiera tenido o hubiera sido rápidamente interrumpido.
Tal vez, la simple existencia de ese proyecto fundacional y de lo que implica eran, de alguna manera, una garantía de salud mental, aunque esto último no es tan seguro para el llamado sano entendimiento humano. El argumento del sueño, forma hiperbólica de la duda, nos mostrará que no tenemos que ser dementes para tener percepciones claras a las cuales no correspondan objetos exteriores a mí, lo cual significará que «no existen indicios concluyentes ni señales lo bastante ciertas por medio de las cuales pueda distinguir con nitidez la vigilia del sueño»,22 afirma Descartes. Que-da así el mundo de la percepción sensible negado, ya que nunca sabré a ciencia cierta cuándo estoy despierto y cuándo dormido, soñando. No, pues hay una diferencia grande ya que la demencia es la pérdida de la capacidad racional en términos muy generales, lo que no sucede con el soñar.
Sin embargo, así como la locura, el sueño nos presenta nítidamente cosas que no existen. Tal vez lo que pueda decirse es que, en un primer momento, constato que es a partir de la vigilia que me refiero a lo soñado, para luego la vigilia misma convertirse en la sospecha del soñar. ¿Puede Descartes realmente mantener que no hay diferencia entre el soñar y el estar despierto?, ¿cómo es posible luego establecer una diferencia?, ¿son concluyentes los argumentos que en la sexta Meditación da Descartes para justificar la diferencia entre esos dos estados?23 En realidad, lo que le interesa a Descartes es constatar que, aun-que las condiciones de la percepción sensible sean óptimas tanto del lado del objeto como del sujeto , siempre puedo dudar de lo percibido pues muchas veces dormido he creído, como dice Descartes, «que me hallaba en este sitio, que estaba vestido, que me encontraba junto al fuego, aunque yaciera desnudo en mi cama». El argumento del sueño parece haber invalidado la realidad percibida.
Antes de referirse al sueño, Descartes hablaba desde la perspectiva de la vigilia y no ha dudado de ella hasta considerar que es hombre y que por consiguiente suele dormir y soñar. La duda va radicalizándose, pero teniendo en cuenta lo que la actitud natural va encontrando en el mismo proceso de la argumentación. Poco a poco se va perdiendo la confianza que caracteriza nuestra diaria relación con el mundo, lo que significará ir perdiéndolo irremediablemente. Finalmente, ya no interesará estar despierto o dormido o, mejor dicho, no creeré lo que percibo como teniendo un correlato real.
Hay que observar, sin embargo, que lo percibido en la vigilia parece tener una consistencia que no tiene lo soñado, a pesar de haberse creído percibir esa consistencia en el sueño.
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