Psicologia
Enviado por loremv2014 • 1 de Marzo de 2014 • 2.660 Palabras (11 Páginas) • 187 Visitas
que había leído a Humboldt. Pero no pudo ser, ya que poco antes de partir se
produjo un brote de peste en Londres, con lo que las autoridades españolas exigían
una cuarentena de doce días a todos los embarcados en el Beagle antes de poder
poner pie en tierra. Fitz Roy no aceptó y ordenó zarpar al día siguiente. Así es como
terminó la aventura española de Darwin.
Sin embargo sí que pudo desembarcar en Cabo Verde, donde pasó unos
días recogiendo muestras. En San Salvador de Bahía y Río de Janeiro pudo
apreciar la exuberancia de la fauna y la flora tropical, algo que recordaría con sumo
agrado toda su vida, no en vano desde su casa en Río podía disfrutar de la
majestuosidad del Corcovado. En Montevideo vivió un intento de revolución y tuvo
que empuñar las armas para defender un fuerte cercano al puerto, aunque no
necesitó utilizarlas. En Argentina conoció al General Rosas, por aquel entonces
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enfrascado en una campaña militar contra los indios de la Pampa. Pocos años
después de conocer a Darwin Rosas llegaría a ser Presidente del país. Esta amistad
le sacó de un buen apuro cuando estalló una guerra civil que le cogió entre dos
fuegos a las puertas de Buenos Aires y que le impedía regresar al Beagle. Un
salvoconducto expedido en nombre de Rosas le permitió entrar en la ciudad e
incorporarse a su navío.
Fue en Argentina donde descubrió esqueletos fosilizados de animales
prehistóricos gigantes en la misma zona en la que existían otros similares pero de
menor tamaño y que luego serían aducidos como pruebas a favor de su teoría de la
evolución. Estos hallazgos realizados en Bahía Blanca fueron, a corto plazo, más
importantes para su elaboración de la teoría de la evolución que la posterior
recolección de pinzones y tortugas en las Galápagos.
El viaje de Darwin alrededor del mundo duró casi cinco años. En Tierra del
Fuego vivió un pequeño tsunami, y su comportamiento heroico al arriesgar la vida
para salvar la barca que les permitiría salir de allí y retornar al Beagle le valió la
admiración del capitán que, en agradecimiento, le puso su nombre a un monte
cercano a aquella playa. En Chile presenció un terremoto espectacular que, junto a
la expedición a los Andes, le ayudó a comprender las transformaciones geológicas
que experimenta el relieve, algo que armonizaría con su teoría de la evolución.
Durante el regreso pasaría por el archipiélago de las Galápagos, en un principio no
reparó en la variedad de especies de pinzones y tortugas ubicadas cada una en
islas diferentes, por lo que no las empaquetó en cajas distintas. Sin embargo, las
diferencias entre los sinsontes sí que le llamaron la atención.
Después de las Galápagos pasaron por numerosas islas del Pacífico. A partir
de su estudio lograría elaborar una acertada teoría de la formación de los atolones
de coral. Algunos de los puntos en los que hicieron escala fue Tahití, Australia,
Nueva Zelanda, Sudáfrica, nuevamente Brasil y otra vez las Islas Azores. El destino
del Beagle era Londres, pero Darwin se moría de ganas de ver a su familia lo más
pronto posible; por lo que en cuanto tocaron la costa británica Darwin puso pie en
tierra, algo que sucedió el 2 de octubre de 1836 (después de haber dado la vuelta al
mundo recorriendo más de 40.000 millas en un viaje que había durado: cuatro años,
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nueve meses y seis días). Cuando Darwin zarpó de Plymouth era un joven de 22
que aspiraba a ser un científico respetable, ahora regresaba un hombre de 27 años
que antes de poner pie en tierra ya se había ganado la fama y la admiración de la
comunidad científica británica al considerarlo un geólogo reputado. Fue entonces
cuando Darwin descubrió que Henslow había estado leyendo públicamente en
diversas sociedades científicas las cartas que le mandaba, con lo que la comunidad
científica ya estaba al corriente de sus descubrimientos en materia de geología y
también respecto a la gran labor desarrollada a la hora de recomer miles de
muestras de animales y plantas de todo tipo.
Durante el viaje en el Beagle Darwin era fijista así como un creyente devoto.
Entonces… ¿qué es lo que le llevó a opinar que las especies se transformaban
dando lugar a otras nuevas? Como dijimos anteriormente, durante su estancia en
las Galápagos recogió tortugas y pinzones sin anotar la isla de procedencia,
pensando que formaban grupos homogéneos; una vez llegados a Londres
estudiaron las muestras especialistas como el ornitólogo John Gold o el
paleontólogo y anatomista Richard Owen quienes, a principios de 1837, le
aseguraron que en cada grupo había especies distintas.
Fue en marzo de ese mismo año cuando empezó a poner por escrito sus
ideas sobre la transmutación de las especies. Empezó por el cuaderno B, al que
siguieron otros (C, D, E, etc…), el A trataba de geología. En septiembre del año
siguiente cayó en sus manos el libro del economista político Thomas Malthus:
Ensayo sobre el principio de la población, publicado por primera vez en 1798. En
este ensayo Malthus exponía su convencimiento de que la humanidad estaba
abocada a una gran crisis debido al aumento de la población; de seguir creciendo al
ritmo que venía haciéndolo Malthus preveía que en el futuro no habría recursos
alimenticios suficientes para todos y entonces comenzaría la competencia por la
supervivencia. En opinión de Malthus los grandes responsables de todo esto eran
las clases más humildes puesto que se reproducían de una forma incontrolada.
Ahora bien, el libro también hablaba de poblaciones vegetales y animales,
afirmándose que todas las especies tienen la tendencia a procrear más allá de los
recursos disponibles, de forma que sólo una parte de la descendencia puede
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sobrevivir. Darwin acogió estas ideas con entusiasmo ya que encajaban
perfectamente en la visión de la naturaleza que estaba naciendo en su mente. El
libro de Malthus, junto con la observación del trabajo que hacían los ganaderos y los
granjeros al seleccionar de un modo artificial los caracteres que querían transmitir a
sus descendientes, le habían dado la clave para explicar el motor de la evolución,
que según Darwin, no era otro que la selección natural
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