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RELACION HISTORICA ENTRE ECONOMIA POLITICA Y EDUCACION


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  2.456 Palabras (10 Páginas)  •  1.649 Visitas

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Para quien les habla el Socialismo del Siglo XXI debe ser nacional, popular, democrático y, de suyo inspirado en los principios superiores del Humanismo.

El pensamiento ductor de Simón Bolívar que giró siempre en torno a la libertad y la independencia; el legado filosófico-docente de Simón Rodríguez, que quiso poblar la república de republicanos y la mirada universal de Miranda, que soñó un continente con una sola patria, constituyen el mejor legado para edificar el Socialismo del Siglo XXI.

El Socialismo del Siglo XXI debe ser solidario e integralmente humano. La solidaridad implica reconocer en el otro al ser que nos habita.

El Humanismo representa el esfuerzo realizado por el ser humano, a lo largo de la historia, por trascender la opresión, elevarse a través del conocimiento, y salvarse mediante el amor al semejante.

Marx y Engels, en 1848, al escribir “El Manifiesto”, hicieron una magistral síntesis del conocimiento humano más avanzado de su época: la Filosofía alemana, el Socialismo Utópico francés, la Economía Clásica inglesa.

Hegel es llevado del círculo dialéctico del pensamiento, a la dialéctica de la historia de las clases sociales y sus luchas, como motor de la historia.

En 1871 Rimbaud, con su poesía deslumbrante y dando cuenta a Verlaine de su experiencia de combatiente en la Comuna de París, invitara a: “Transformar el mundo y cambiar la sociedad”. Era la del gran bardo, una “escritura febril y visionaria del amor insurrecto capaz de transformarlo todo”. Y el poeta universal William Blake clama: “Lo que ahora está

comprobado, antes solo fue imaginado”[1].

El Socialismo del siglo XXI tiene que ser una síntesis del pensamiento humano mas avanzado de nuestra época. Por eso debe reivindicar el legado filosófico y político que justifica la epopeya humana de la libertad, de la justicia y de la igualdad. En esa tentativa, los Derechos Humanos constituyen la salvia vital que lo posibilita.

El Socialismo del siglo XXI debe inspirarse en las raíces libertarias, igualitaria y justicieras, que emergen de la realidad venezolana y sus luchas históricas de nuestro pueblo; luchas que se concatenan con las que, en otros espacios geográficos, adelantan otros pueblos hermanos del mundo.

El Socialismo del Siglo XXI debe estar sustentado en los principios de solidaridad, paz, justicia, igualdad y libertad, contenidos en nuestra Constitución Bolivariana. Nuestro texto constitucional reivindica y desarrolla, para este nuevo tiempo, el legado de la Declaración de los Derechos del Hombre, de la Revolución Francesa; de la Carta de San Francisco de 1945, ratificada en 1976, por las Naciones Unidas. Asimismo, del Pacto de los Derechos Civiles y Políticos y del Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambos aprobados por la ONU en 1976.

Pero nuestra Constitución, a diferencia de las anteriores, no es un compendio de principios incumplidos. Es una Constitución viva y actuante, gracias a la voluntad política y la acción del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías absolutamente comprometido en aplicarla.

Nuestra Constitución consagra la universalidad e indivisibilidad

de los derechos humanos. Articula armoniosamente tanto los derechos civiles y políticos, como los derechos económicos, sociales y culturales.

El Socialismo del Siglo XXI que queremos construir en Venezuela, se propone profundizar y ampliar las conquistas alcanzadas por nuestro pueblo en el ejercicio y goce de las libertades democráticas. Esa es la democracia participativa.

Queremos, entonces, construir un Socialismo para el Siglo XXI, en el cual se respeten y garanticen verdaderamente los derechos humanos y las libertades fundamentales, consagrados en nuestra Constitución y en instrumentos de carácter universal, como el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambos aprobados por las Naciones Unidas –pero en forma separada- en 1976.

Permítanme hacer una disgreción sobre este tema. Estos Pactos se aprueban en plana Guerra Fría. En ese contexto, un bloque de países daban preeminencia a los derechos políticos y civiles; otros, en cambio, privilegiaban los derechos económicos, sociales y culturales. Unos privilegiaban la libertad en desmedro de la justicia; otros la justicia en desmedro de la libertad.

La Constitución ha superado esa contradicción al darle igual validez a los derechos civiles y políticos como a los derechos económicos, sociales y culturales.

El respeto a los derechos humanos -a todos los derechos humanos- es un principio constitucional fundamental e indispensable de la política del Estado venezolano, y, por lo tanto, debe ser componente fundamental

e indispensable del Socialismo del Siglo XXI.

El Socialismo del Siglo XXI se propone superar las miserias del capitalismo salvaje. Un capitalismo subdesarrollado y fuertemente anclado a una globalización igualmente salvaje.

Se trata de un Socialismo de nuevo tipo. Un socialismo que supera las miserias del Socialismo autoritario y represivo, que fracasaría estruendosamente en Euroasia.

El Socialismo del Siglo XXI otorga primordial importancia a los valores éticos y morales. Busca el bien común mediante la superación de las carencias materiales y espirituales que afligen a nuestro pueblo.

Los principios rectores del Socialismo del Siglo XXI están en la Constitución Bolivariana. Esta debe servir de guía -a todos los venezolanos sin exclusión- para la construcción de la nueva sociedad fundada en la igualdad, la libertad, la justicia y la solidaridad. Principios que nacieron en la Revolución Francesa, pero que no pudieron ser realizados en el marco de Capitalismo que se conformó después de la Revolución Industrial del Siglo XIX.

Construir el Socialismo del Siglo XXI es una tentativa fascinante, que se deriva de un compromiso ético con los excluidos.

Ahora “Venezuela es de Todos”. Es un hermoso lema que nuestro gobierno difunde por medios de comunicación social. No es éste un slogan propagandístico. Es una propuesta ética que invita a todos sectores de la vida nacional, a compartir solidariamente

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