RELIGION Y VENGANZA

De la religión cristiana y la venganza.

La religión ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo en llenar de culpabilidad y resentimientos a los creyentes, para que vivan en un estado de obediencia que los someta a la imagen de un Dios castigador, donde la idea del Juicio final, hace de la religión cristiana la más grande institución promotora de la venganza, poniendo a Dios como juez, verdugo y todavía más, como una eternidad de tormento en el Infierno.

Según la religión, el pecado está implícito en la conciencia y en el actuar de los seres humanos, los relatos Bíblicos (Génesis, 3:1) narran como Adán y Eva sucumbieron ante el mal y fueron castigados por ello, junto con toda su descendencia, es decir, toda la humanidad fue condenada a la vida terrenal con vejez, enfermedad y muerte. La religión cristiana enseña que los seres humanos, nacen débiles, pecadores y con predisposición al mal por la desobediencia de los primeros humanos (el pecado original).

Nietzsche (1887/2003), afirma que la crucifixión de Jesús de Nazaret hizo emerger el sentimiento de venganza de los creyentes. La muerte en la cruz destinada en aquel tiempo a los canallas, fue dada al más inocente de todos. Sus seguidores requirieron una reparación y lejos de promover el perdón. Ésta acción ha sido utilizada por sus discípulos para anunciar la idea de que el “Reino de Dios” vendrá a juzgar y castigar a sus enemigos.

La Fe en la religión cristiana se ha basado en estos modelos de culpabilidad, resentimiento y miedo, ya que interpretan toda alegría o satisfacción como un premio y toda desgracia como un castigo por la desobediencia a Dios, dejando sin validez el concepto natural de la “causa y efecto” (Nietzsche, 1887/2003).

Como pretexto para el sometimiento, la religión usa lo instintos naturales del hombre como si fueran debilidades, induciéndolo y convenciéndolo que sino los domina serán causa de su ruina en el “Juicio final”. El hombre debe convertirse en un ángel digno de ganarse el cielo y para no ser condenado por la ira de Dios.

Esta perfección imposible de alcanzar, se convierte en un desbalance entre el dolor y la alegría, entre los logros y los fracasos de la vida, le quitan el valor y la convierten en un escenario de penurias y castigos; y en lugar de enseñar que los acontecimientos de la vida son procesos naturales de la existencia, la hacen ver como un suceso inferior, llena de defectos y peripecias.

Llenan al creyente de sentimientos de impotencia, desesperación y frustraciones y así es como vive su existencia, como una carga. Terminan por implantar una sociedad del resentimiento, en la que el momento presente y la riqueza de la vida son negados en nombre de una “salvación eterna”, en los que el creyente aliviará su angustia.

Según la Real Academia Española, venganza se define como la “Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos”. En el cristianismo se promete la salvación eterna como venganza por todo aquello que la vida terrenal le adeuda. Tales promesas siempre condicionadas a obedecer las reglas del Dios de la Iglesia cristiana, sino, la propia venganza.

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