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Racionalidad


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  3.335 Palabras (14 Páginas)  •  510 Visitas

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RACIONALIDAD

Graciano González R. Arnaiz

Prof. De Ética y Racionalidad Práctica

Universidad Complutense de Madrid

La razón, de siempre, ha sido el tema de la filosofía. Todo lo que sucede es que para dar

cuenta de dicho tema, la filosofía no tiene otra alternativa que acudir a la misma razón

para tratar de justificarla. La razón es, así, objeto y método de un saber en el que se

inscribe toda la historia del pensamiento. De manera que, de igual modo que decimos

que la razón ocupa el centro de la filosofía, también cabe definir a la filosofía por la

posibilidad de llevar a cabo un discurso sobre la razón, es decir, de hacer un juicio sobre

la calidad racional de lo que razona.

Antes de proseguir, conviene referirse a tres momentos en los que se despliega el

ejercicio y el discurso sobre la racionalidad. Y, así, es necesario establecer algunas

precisiones entre los términos razón, racionalidad y razonabilidad para poder saber a

qué nos referimos, cuando hablamos de racionalidad.

Por el término razón entendemos una facultad que poseen los humanos y que resulta

determinante para hablar de su carácter excepcional o específico. Tal es el sentido de la

definición griega del hombre como ser racional. En cambio, racionalidad se refiere,

más bien, al ejercicio de esa facultad que hemos denominado razón. Es el despliegue,

que en su ejercicio, la razón lleva cabo. Dicho de otra manera, la racionalidad

testimonia el momento en el que la razón se pone a trabajar. La razonabilidad, se

refiere, más bien, a la cualidad de razonable que tiene, o puede tener, ese ejercicio de la

razón y manifiesta el hecho de la apertura de la razón a las razones que la propia razón

descubre y evalúa. En este sentido, hablamos de plausabilidad, validación de los

conocimientos… para describir este aspecto.

El momento central que ocupa el término racionalidad, pone bien a las claras la tensión

en la que se manifiesta la razón, que sabe que tiene que abrirse a otras razones para

encontrar su sentido y su justificación, y, a su vez, sabe que no puede acudir a ninguna

otra instancia para convalidar dicho sentido. Por eso decimos que el ejercicio de la

razón convierte a la propia razón en objeto y método del propia y específico saber de la

filosofía. En ello le va la vida como razón.

1.- Los usos de la razón

De esta peculiar tensión, vive la filosofía, en el bien entendido de que el propio

ejercicio de la razón ha generado dos modos de funcionamiento, dos usos de la razón,

dirá Kant, en los que se expande y se contrae la historia de la propia filosofía: el uso

teorético y el uso práctico. Cada uno de ellos con sus propias características que

pasamos a detallar someramente.

a.- la racionalidad teorética

La racionalidad teorética es un uso de la razón que destaca la propiedad que

tiene la susodicha razón para conocer la realidad. De ahí, que este uso teorético de la

razón enfatice la propiedad de la misma como órgano de conocimiento.

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A esta determinación de la razón como facultad de conocimiento, cabe atribuirle dos

características que le son propias; a saber: su capacidad de abstracción y su capacidad

de formalización.

Por la primera, la capacidad de abstracción, la propia razón se reconoce investida de un

poder para ‘dar cuenta’ de la realidad; es decir, para poder explicarla en términos cada

vez más generales, por ejemplo, buscando causas, principios… que le permiten la

confección y el planteamiento de una visión general – metafísica - . Visión que en su

última fase de generalización alcanza al Ser como referente final de Todo, abriéndose

así a toda la problemática de la ontología como ‘saber del ser’.

Pero, además, en todo este proceso de conocer, la razón desarrolla también su propia

mecánica, en el sentido de que desarrolla un modelo de funcionamiento que garantiza

un orden en dichos conocimientos en vistas a obtener un grado de certeza y seguridad.

A esta denominada capacidad de formalización, encargada de la ordenación progresiva

en los conocimientos, le resulta vital el doble movimiento de la razón: la inducción y la

deducción, garantes de modos de pensar en los que se ventila la verdad o falsedad de la

comprensión o de la adecuación con la realidad. En esta línea se sitúa la epistemología

como rama de la filosofía que trata del origen, validez y límites de nuestros

conocimientos y la moderna teoría del conocimiento, que completa toda esta primera

rama de la filosofía.

b.- La racionalidad práctica

La racionalidad práctica, en cambio, describe un uso de la razón que destaca la

propiedad que tiene esa razón para orientar y dirigir la acción. Y en la medida en que

dicha orientación traduce el significado y sentido de lo que hacemos, se dice de ella que

es una razón práctica.

Desde los inicios de la filosofía en los griegos se reconoce, en la razón, este uso

práctico. Es más, cuando definen al ser humano como animal racional, lo que nos

transmiten, a nuestro entender, es que existe una suerte de circularidad entre pensar, ser

y hacer, que define la especificidad de la manera de ser hombre. De manera que la

desconexión entre ellas, provoca unas disfunciones, una falta de armonía, que le hacen

ser menos ser humano. Y así, dejar de pensar, es dejar de ser; y dejar de hacer, es dejar

de ser y de pensar.

Inclusive, los griegos adscriben a este uso práctico un régimen peculiar; y, así, hablan

de lo contingente, es decir, de lo que puede ser de otra manera, para referirse al suelo

que pisa la razón en este terreno de la praxis; y de las acciones humanas como conjunto

de actividades en las que se expresa dicho uso de una manera relevante y excepcional.

Todo el problema viene, cuando se quiere recabar el mismo grado de certeza que daba

el anterior uso teorético, pues nadie puede asegurar que uno que sabe lo que tiene que

hacer, lo haga. En el terreno moral, esta experiencia es tan usual, que ha conducido

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