Retorica

hasta a países enteros? ¿Cómo es que logran que las personas acepten sus ideologías?

La respuesta te la presentaré a lo largo de mi escrito y es que quiero escribir sobre este tema para formular y aclarar dudas relacionadas con los políticos y su “don de gentes”. Me pareció interesante desarrollar un escrito sobre la retórica específicamente en el ámbito político porque a mi parecer, existen muchas personas que pueden llegar a caer en el juego de estos sofistas entrenados, ya sea por ignorancia o por estar mal informados.

Decía Chaignet hace un siglo1 que la convicción, que es el objetivo de la ciencia, era cosa de un hombre individual consigo mismo, mientras que la persuasión, que es la meta de la retórica, era siempre cosa de dos, el que persuade y el que se deja persuadir. Por ello tenemos que cuidarnos de no ser víctimas de la retórica y evitar también ser aquel que persuade.

Busco explicar el gran poder que los políticos poseen con solo decir las cosas en una determinada forma y en el momento preciso, como la frase célebre de Aristóteles “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” Me gustaría aplicar la famosa frase pero encaminada al convencimiento, ósea que resulta fácil persuadir a cualquier público eligiendo el grado exacto de mensaje, en el momento oportuno, con el propósito justo y el modo correcto.

También, me parece importante comentar mis opiniones sobre este tema, porque remonta desde la Roma antigua cuando no existía ningún ciudadano que aspirara a un puesto político que no buscara ser diestro en el arte de hablar, ya que el dominio de esta técnica le garantizaba una ventaja sobre los otros. Pienso que se puede reflejar el pasado uso de la retórica en el presente para así poder comparar el poder de convencimiento de los antiguos gobernantes con el poder que hoy en día nos presenta cada propuesta política de cualquier partido aspirante a gobernar.

Hablando sobre los inicios y pasado de la retórica me gustaría compartir la definición de ésta del propio filósofo Aristóteles. Él reconoció a la retórica como “la facultad de considerar en cada caso lo que puede ser convincente.” Esto nos deja claro que en el discurso se dirá lo que más convenga para persuadir y convencer al público, no la verdad absoluta ni lo que mejor sea para el público en general.

De acuerdo a las investigaciones realizadas, la Real Academia Española tiene una acepción más política del tema al aplicarla como “el arte de expresarse con corrección y eficacia embelleciendo la expresión de los conceptos y dando al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover”.

Para indagar más a fondo en el tema de la retórica, explicaré

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