SIR GAWAIN Y EL CABALLERO VERDE Anónimo
Enviado por 71198 • 16 de Noviembre de 2013 • 25.057 Palabras (101 Páginas) • 1.104 Visitas
SIR GAWAIN
Y EL CABALLERO VERDE
Anónimo
Ediciones Siruela
Selección de lecturas medievales, 1
Ed. digital
Proyecto Avalon
P R Ó L O G O
U
na manera de acercarse a la literatura del pasado es, lisa y llanamente, conocerla. Para ello sólo se necesita curiosidad y una biblioteca nutrida y poco atenta a los vaivenes de la moda.
Otra manera de cercar la fortaleza de lo pretérito y, al cabo, conquistarla es quizá menos exquisita que la anterior, pero igualmente enriquecedora: se trata de acudir a los mejores escritores contemporáneos y extraer conclusiones de sus lecturas.
La única conclusión posible que depara una historia o un poema es otra historia u otro poema. Si el autor elegido se llama, por ejemplo, Jorge Luis Borges, los poemas o historias suscitados serán, obligatoriamente, bellos, satisfactorios y divertidos. Resulta aleccionador descubrir la epopeya de Gilgamés entre las páginas de un ensayo borgiano, aunque el contacto posterior con la cosa—en—sí constituye —está claro el hecho auténticamente importante.
He mencionado a Borges y la gesta de Gilgamés. En el caso de Sir Gawain y el Caballero Verde hay que hablar, ineludiblemente, de J. R. R. Tolkien. Para muchos lectores de habla inglesa reacios a perderse en la intrincada selva trazada por los eruditos, el poema de Sir Gawain and the Green Knight existe porque a Tolkien, un estudioso oxoniense de reconocida solvencia corno medievalista, se le ocurrió, además de combatir diariamente con fascinantes manuscritos y tediosos colegas, inventarse una historia maravillosa, probablemente la invención fantástica más coherente, hermosa y perfecta del siglo xx. Me refiero a The Lord of the Rings. Pues bien, fue el propio Tolkien, en colaboración con E. V. Gordon, quien publicó la edición canónica de Sir Gawain (Oxford, 1952), y ha sido su hijo Christopher quien ha editado póstumamente (Londres, 1975) la espléndida versión que del poema (junto con Pearl y Sir Orfeo) dejara impublicada su padre al morir en 1973.
Estoy seguro de que estos datos ya predisponen a más de un lector en favor o en contra del texto medieval que anuncia este prólogo. Con escritores como Tolkien o Borges no es posible permanecer indiferentes. Y, guste o no a los especialistas, Sir Gawain and the Green Knight está siendo leído, fundamentalmente, en todo el mundo por su relación con el creador de los hobbits, no por sí mismo. Otra cosa es que sus méritos propios sean —que lo son— relevantes. Pero los éxitos populares resultan siempre incomprensibles cuando la calidad los justifica, y Tolkien —con Cervantes, Shakespeare, Homero— es uno de esos casos raros.
Hasta 1377 sólo reinan Eduardos en Inglaterra. Ricardo II completaría el siglo XIV. Un siglo que contempla la aparición de una nueva clase social con gran empuje y fuerza: la burguesía. Un período en que la Muerte Negra devasta Europa. El siglo de Juan Ruiz en España, de Froissart en Francia, de Petrarca y Boccaccio en Italia. El tiempo en que Juan de Ruysbroeck exalta con pasión el amor en Cristo y la dulcedo Dei. La época en que mueren meister Eckhart y Guillermo de Ockham. El mundo en que aparecen los Flagelantes y menudean las revueltas sociales.
Comenzada ya la contienda que enfrentará a Francia e Inglaterra por espacio de un siglo, los artesanos de París, con Étienne Marcel a la cabeza, se sublevan contra sus amos. Los Jacques, campesinos de Normandía, Champaña y Picardía, recorren en partidas el norte del país, asaltando e incendiando castillos, destruyendo los campos. En Flandes, Felipe van Artevelde capitanea un grupo de desheredados contra la autoridad de su conde. Un motín popular agita Florencia, dirigido por el cardador de lana Michele di Lando. En Roma, un tribuno de origen humilde, Cola di Rienzo, se hace con el poder e instaura una fugaz república. En Cataluña, los payeses se alzan contra los tristemente célebres malos usos. En Inglaterra, John Ball y Wat Tyler protagonizan sendas rebeliones contra el orden establecido (Ball, sacerdote y capitán de los insurrectos, decapitado el 30 de noviembre de 1381, había dicho antes de morir: "Mis queridos hermanos, las cosas no marcharán bien en Inglaterra hasta que todo sea común, hasta que no haya señor ni vasallo; hasta que no haya ningún amo, ni los señores ni vosotros") y John Wyclif inicia la Reforma casi doscientos años antes que Lutero.
Eduardo de Woodstock, llamado "el Príncipe Negro", acompaña a su padre Eduardo III de Inglaterra —el mismo que fundó la orden de la jarretera y el bicameralismo inglés en la jornada victoriosa de Crécy, donde el ejército francés de Felipe IV sería aniquilado. Más tarde, con sus famosas Compañías Blancas, devolvería el trono de Castilla a Pedro I el Cruel. Es el Príncipe Negro, y su alter ego y antagonista, Beltrán Du Guesclin, un espléndido símbolo del siglo que les tocó vivir. Lujo, color, brutalidad, banquetes fastuosos, torneos y batallas desmedidas, luchas sociales, guerras de familia, fiestas galantes y cabalgadas implacables por tierras enemigas: todo en un plano al mismo tiempo "enorme y delicado", como calificara Paul Verlaine al Medievo.
De los muchos manuscritos reunidos en el siglo XVII por Sir Roben Cotton, entre los que se encontraban el códice de Beowulf y los dos textos del Brut de Layamon, hay un modesto tomo en cuarto conocido como Nero A X. Comprado en Yorkshire, se salvó de un incendio en 1731, antes de pasar a los fondos de la British Library, donde continúa actualmente. El tal manuscrito está formado por cuatro poemas aliterativos escritos en letra del último tercio del siglo XIV. Acompañando al texto hay doce ilustraciones de factura muy elemental que se refieren a episodios de algunos de los poemas. Ninguno de los textos lleva título, pero han sido llamados, siguiendo el orden en que están recogidos en el códice: Pearl, Purity (o Cleanness), Patience y Sir Gawain and the Green Knight.
De Pearl también tenemos una versión moderna de Tolkien; es un poema acerca de un sueño alegórico, con un trasfondo teológico evidente y de gran calidad estética. Purity y Patience son paráfrasis bíblicas.
Parece indudable que Pearl, Purity y Patience son obras de una sola mano. Sir Gawain es distinto. Hay quien duda en atribuirle el mismo origen, pero son muchas las semejanzas estilísticas entre las cuatro piezas.
En el siglo XIV, la aliteración resucita
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