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Sobre El Liber De Causis


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2014  •  2.236 Palabras (9 Páginas)  •  232 Visitas

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACUTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

HISTORIA DE LA FILOSOFIA MEDIEVAL

CÁTEDRA: JULIO CASTELLO DUBRA

PARCIAL DOMICILIARIO

DEL PRÁCTICO

Sobre “LIBER DE CAUSIS”

ESTUDIANTE: MARCELO J. GHIGLIAZZA

DNI 27.226.980

Comenta Cristina D’Ancona que el Liber de causis comienza, en su primera proposición, por el “vértice de la pirámide metafísica” , esto es, por la causa primera. Ahora bien, esta analogía con una pirámide sugiere una estructuración jerárquica de lo real, que el texto sobre las causas ha tomado del neoplatonismo.

Es pertinente, entonces, caracterizar brevemente dos influencias neoplatónicas presentes en el texto. Una de ellas, la más directa, es Elementos de teología de Proclo, una obra estructurada de manera axiomática donde se presentan doscientos once (211) postulados seguidos cada uno de una breve demostración, la cual muchas veces no es más que una ampliación y aclaración de lo afirmado en el axioma. En la obra procleana el tema central es la relación entre lo uno y lo múltiple. En la primera parte se aborda la cuestión de la participación mientras que en la segunda parte se trabaja la causalidad. Es está última temática la que ha sido recuperada casi textualmente en el Liber, aunque con una primera simplificación consistente en una importante reducción de la extensión del texto.

No es esta, sin embargo, la única simplificación, ya que a este recorte cuantita-tivo de la fuente, debe agregársele una modificación doctrinal, en tanto los niveles que conforman lo real -que habían sido incrementados en la obra de Proclo- son reducidos a tres, según el esquema de Plotino. Así, en el Liber, la causa primera, la inteligencia y el alma son las tres hipóstasis que estructuran lo existente, cuyo antecedente debe rastrear-se en lo uno, el nous y el alma de la obra de Plotino.

Consignados brevemente estos dos elementos de la tradición neoplatónica que están presentes y de algún modo estructuran el Liber, podemos entrar a considerar el texto mismo. En la primera proposición entonces, se aborda la estructura metafísica “por el vértice” y se comienza a desplegar el modelo causal que la determina. Así, en la cúspide está la causa primera, la cual, se afirma, posee mayor influencia sobre su causado que la causa universal segunda. Textualmente, se dice en la primera sentencia que “Toda causa primera influye más sobre su causado que la causa universal segunda.” La influencia es la virtud operativa o causativa, la cual precisamente fluye, y se traslada de la causa primera a la segunda y a sus efectos.

En la segunda sentencia de la misma proposición se sostiene algo sustantivo: “cuando la causa universal segunda aparta su virtud de una cosa, la causa universal primera no retira de ella su virtud” . Esto significa que la causa primera puede, con la causa segunda, lo mismo que sin ella; es decir, no hace falta la mediación de la causa segunda para producir el efecto, basta para ello con la causa primera. Por si fuera poco, además de no necesitar la mediación de la causa segunda, la causa primera actúa sobre el efecto con anterioridad a la causa segunda, según se afirma en la tercera sentencia. Podemos traer aquí la formulación que había hecho Proclo de esta misma idea: “la causa más elevada comienza su operación en los seres secundarios antes que su consecuente, y su presencia es concomitante con la del último, y está aún presente y sigue siendo operativa cuando el consecuente ha dejado ya de operar” . Se afirma en este pasaje, tal como en el Liber, la anterioridad de la causa primera con respecto a la segunda, y lo que se puede llamar el carácter “superfluo” de esta última. En este sentido, sostiene D’Anconca que la causa primera “opera anteriormente al resto de las causas, de modo más universal, más duradero y más intrínseco al efecto” .

Para ilustrar este modelo de causalidad, presentado hasta aquí de manera un tanto abstracta, el Liber propone un ejemplo, el “análisis del ser, del viviente y del hombre”, desplegado entre las sentencias 6 y 11 de la primera proposición. En éstas se distingue entre causa próxima y la causa remota y se subraya que la remota es más fuertemente causa que la próxima. Así, por ejemplo, “el ser es más fuertemente causa del hombre que el viviente, ya que es la causa del viviente, que lo es del hombre.” En efecto, el hombre es hombre en la medida que entiende (tiene virtud racional), pero lo es más en la medida que es, ya que si no es, no vive, y si no vive, no entiende. De esta manera, si se aparta el entender y el viviente, aún queda el hombre en tanto ser.

A primera vista, el ejemplo anterior puede parecer desconcertante, sin embargo, debe ser comprendido en el contexto de lo que se denomina el modelo causal implica-tivo, fraguado por el neoplatonismo. Según este modelo, está ya siendo en el primer principio (sea lo uno, la causa primera, el ser, etc.) todo lo que luego será explicitado en los efectos. En otras palabras, todo está co-implicado en el primer principio y se despliega como cascada en un descenso mediado por sucesivas instancias, desde lo uno hasta lo múltiple. En esta concepción, no hay una verdadera novedad en los efectos, ya que son una mera manifestación de lo que estaba ya implicado, o pre-contenido, en el principio. En todo caso, en los efectos (en lo múltiple) hay privación, límite, alteridad (ser tal cosa implica no ser otra cosa).

En el ejemplo del Liber, entonces, la causa primera o remota (el ser) es más comprehensiva y más fuertemente causa de la cosa (el hombre), que las causas próximas (el viviente y el entender). Por ello, si se apartan el viviente y el entender, queda el hombre en tanto ser, porque, en el ser está implicado, ya siendo, el hombre.

En la segunda proposición del Liber, se trata lo que D’Ancona refiere como las relaciones diversas que tienen con la eternidad y el tiempo las citadas tres hipóstasis: causa primera, inteligencia y alma. Dice el Liber en la sentencia 19: “Todo ser superior, o es superior a la eternidad y anterior a la misma, o es con la eternidad, o es posterior a la eternidad y superior al tiempo.” El ser superior a la eternidad sería la causa primera, el vértice de la pirámide metafísica. Es superior a la eternidad en tanto está por encima de la oposición eternidad-temporalidad. Así, la causa primera contiene a ambas dimen-siones, pero todavía no diferenciadas. Esta caracterización tendría su origen en la distinción hecha por Proclo entre lo Uno absoluto y lo

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