Sobre la Formación Filosófica
Enviado por b4sics • 17 de Abril de 2019 • Ensayo • 1.262 Palabras (6 Páginas) • 122 Visitas
Jean- Luc Nancy
Sobre la formación filosófica
Por debajo de las doctrinas filosóficas, “retomar el “gesto filosófico”
La filosofía no es, o no es ya más, una cuestión de doctrinas… incluso si las hay todavía, y que no podamos jamás abolir cosas del orden de la “opción” o de la “orientación” que cada uno toma en filosofía, con las preferencias y referencias que ello implica; sin embargo, aunque esta decisión sea parte del gesto de cada sujeto filosofante, no es sin duda más que secundaria y derivada de una “decisión filosófica” que la excede. Ya no se trata de construir “visiones de mundo”. Hoy en día se trata de (re)tomar el acto filosófico –o el acto del pensamiento- contra la fijación de “visiones de mundo” que ha constituido la momificación de la filosofía desde el siglo XIX y que, engendrando tanto los eclecticismos como los enfrentamientos dogmáticos, ha rendido en parte posible el desconcierto y algunas veces el desastre de la filosofía en la Escuela.
El gesto de “retomar el acto filosófico” no apunta ni a sobrepasar las doctrinas ni a hacerlas dialogar, pero a pensar el porqué de que, desde hace veinticinco siglos, es decir desde que tenemos memoria de la filosofía y de las doctrinas filosóficas; es ese “gesto” el que da una apariencia (sino una figura) común tanto a la empresa de Nietzsche como a las de Marx, de Kierkegaard, de Wittgenstein, de Adorno, de Levinas, de Derrida. La “comunidad” en cuestión (aquella, sin duda, de los grandes pensadores tal y como cada pensador la reconoce, independiente de su formación) se define sin duda muy fácilmente, del mismo modo en que se nos presenta aún sombría: eso es lo que nos queda por pensar. De nuevo, este pensar no es fusionar las doctrinas (porque a pesar de todo son todavía, al menos en cierta forma, doctrinas), pero es interrogarse sobre lo que, en la época del “fin de la filosofía”, sigue generando cada filosofía, por una característica común, incluso si quebrada entre una y otra, al reinicio (“radical”) de la filosofía.
Enseñanza filosófica y formación filosófica
En la idea de formación, se trata manifiestamente otra cosa que en la de enseñanza. El uso general de la palabra lo demuestra, tanto como su uso actual en todas las instituciones peri o paraescolares (formación de profesores, de adultos, continua, permanente, etc… todas instituciones que, con el resto, parecen fisurar cada vez más la Escuela, sino hacerla explotar, al menos vaciarla de su sustancia; como si el o los lugares de formación estuviesen decididamente fuera de la Escuela –lo que tendremos que, forzadamente, replantearnos un día). La formación es un proceso de una naturaleza distinta a la de la enseñanza, al menos ultima esta otra (que se cantona entonces en lo elemental, y se dirige solamente a la juventud) y que, por eso, la excede de una forma u otra.
Este uso corresponde entonces a un olvido: en-señar quiere decir “impresión de un sello”, por le medio de una huella; la enseñanza debiese conferir entonces una forma, debiese consistir en, o al menos dar lugar a una formación. Pero no es la especulación etimologista la que debe servir de guía. El olvido o la supresión de la formación en la enseñanza corresponde, bien sabemos, a uno de los aspectos significativos y más fundamentales de la “crisis” actual de esta enseñanza, y que se resume en una pregunta mil veces y bajo varias formas repetida: ¿Debe (o puede) la Escuela ser, hoy en día, lugar de formación?
Si desplegásemos un poco el análisis aquí planteado, llegaríamos a esta constatación: la remodelación actual de la Escuela en Francia (y no su evolución mundial) tiene como eje director un abandono de la formación por el concepto de enseñanza, y un recubrimiento creciente de este mismo concepto por el de instrucción. La instrucción (“instruere”, poner en orden), es el establecimiento de un orden funcional. Sin duda esto confiere e imprime una forma: pero es la forma de la función esperada. En la idea de “formación”, entendemos por el contrario que alguien tome forma, por y para sí mismo, y en una relativa independencia con respecto a sus funciones (puede incluso que la formación deje de dar por ahora una imagen clásica, humanista, quizás idealista, entendiéndola antes que nada en base a la independencia con respecto a las funciones).
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