Sobre la voluntad en la naturaleza
Enviado por Sebastiantaylort • 29 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.375 Palabras (6 Páginas) • 216 Visitas
Sebastian J. Taylor Torres
CSJB
19 de Octubre de 2017
Filosofía
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Sobre la voluntad en la naturaleza
Schopenhauer comienza este texto, generando una distinción y particularidad en su doctrina en comparación a otros filósofos. Él separa totalmente a la inteligencia y la voluntad, ya que siempre habían sido percibidas como inseparables y también se concebía a la voluntad como algo condicionado por el conocimiento. Afirma, que lo que forma en el hombre el principio de vida no es el alma, sino “el radical del alma”: La voluntad.
El alma está compuesta por dos elementos: el primario que sería la voluntad, y el secundario que sería el intelecto. En la voluntad, se concentra primordialmente la esencia en sí, aquello por lo que el organismo es capaz de condicionarse, es decir, eso por lo que el hombre genera límites o impulsos. Estos impulsos y acciones fisiológicas extrínsecas que somos capaces de realizar gracias a la voluntad, cuando llegan a elevarse nos demuestran la manifestación espiritual del hombre que sería el conocimiento, ya que como se mencionó con anterioridad, la voluntad y el conocimiento no son más que una composición del alma en sí.
La voluntad explica el pensamiento, ya que gracias al deseo humano innato de querer conocer (algo que podría ser catalogado como un acto de voluntad) se genera esta explicación; y así mismo, la voluntad es necesaria para llegar al conocimiento.
Es necesario que exista en un mundo objetivo un sujeto capaz de comprender o de ser consciente de lo que éste le proporcione en todos los ámbitos, ya que si no existiera esta correlación, el mundo sería considerado algo inconcebible. En relación a esto, el sujeto y el objeto al ser relativos el uno respecto al otro, forman lo que Schopenhauer denomina como fenómeno.
La voluntad cuando obramos hacia afuera, es impulsada por el conocimiento, ya sea a entes o sujetos y también objetos, pero conjuntamente, de manera interna, no es menor la voluntad, ya que también permite los procesos fisiológicos del hombre, tales como la digestión, la circulación, etc.
En esta congregación de ideas y aportes, es necesaria la diferenciación entre voluntad y albedrío: “teniendo en cuenta que puede existir aquella sin éste, como lo presupone mi filosofía toda”. Albedrío se denomina a la voluntad cuando el intelecto es el que la impulsa, aquí se expresa que la influencia exterior la cual ocasiona el acto, es mediatizada por un cerebro. Los motivos creados por el albedrío generan imágenes en el cerebro capaces de promover a la voluntad, para así llegar a una acción vital extrínseca. La eficacia de los motivos no va ligada al contacto, ya que la medición de las fuertes influencias va por encima de la propia voluntad. El intelecto es un medio de los motivos, ya que este da cabida a la verificación de la causación de la necesidad toda de los cuerpos inorgánicos.
Moviéndonos a otra instancia, cabe mencionar a los movimientos voluntarios e involuntarios y diferenciarlos; pero no desde el punto que todos conocemos, donde la voluntad prima como impulsora o no de la realización de estos movimientos, sino desde un punto secundario; que sería la provocación de la exteriorización de la voluntad, hecho que hay que analizar si se cumple por el hilo de las causas propiamente tales, o por causas llevadas por el intelecto, los motivos o excitantes. En la conciencia humana entra el albedrío en el más estricto sentido de la palabra, este acto es denominado por el autor como “decisión electiva” y este consiste no más en que el motivo más poderoso para un individuo va a ser quien venza a los demás motivos y como finalidad, será el que determine la actuación del carácter individual.
El hecho de que los procesos biológicos de los organismos nacen de la voluntad, no supone que sean arbitrarios, porque en si nos estaríamos inclinando a afirmar que hay motivos que los ocasionan. Esta afirmación se ve apoyada por los progresos de la fisiología ya que estos están dirigidos por el sistema nervioso. La sustentación de esta se basa en que las acciones animales están direccionadas por nervios que salen del cerebro, mientras que las funciones inconscientes de nuestro organismo nacen de nervios no comunicados directamente con aquel centro capital del sistema nervioso. De esta última acción de nuestro organismo, nace la idea de que cada quien tiene un propio yo, porque al ser tantos y tan variados los engranajes necesarios para la realización de acciones intrínsecas o extrínsecas, se puede llegar a afirmar que cada quien corresponde un único ser. Así llegamos nuevamente al punto por defender que es la voluntad y como esta es la promotora de las acciones que nacen del centro capital del sistema nervioso y se mezclan conjuntamente con la conciencia. Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, podría suponerse que ya se es entendible lo que es inconsciente y lo que es consciente, y de la mano se puede comprender lo que es voluntario e involuntario (excitante) en el organismo.
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