Socialismo
Enviado por yarimar4 • 24 de Septiembre de 2014 • 1.374 Palabras (6 Páginas) • 202 Visitas
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación
E.T.C. “Vicente de Sucre y Urbaneja”
Cumaná, Edo. – Sucre
Realizado por:
Gerardo, Fuentes
Cumaná, mayo de 2013
Introducción
Hace ahora medio siglo que murió Andrés Eloy Blanco, poeta, humorista, abogado y político venezolano, ampliamente conocido en todo el mundo de habla española por Angelitos Negros, un poema suyo que se hizo muy célebre en una canción de Antonio Machín cuya versión musical era, al parecer, de M. Álvarez Maciste. Muchas personas en América Latina y en especial, en España, recuerdan los boleros popularizados por Antonio Machín, pero muy pocas saben quién fue el autor del poema que constituye un verdadero himno en contra de la discriminación racial. A continuación se presenta una breve reseña de su obra y algunos ejemplos de sus trabajos literarios, en especial, de su poesía de contenido social.
Andrés Eloy Blanco
Nació en Cumaná en 1896 y, aunque podríamos decir que fue algo anterior a la llamada generación del 28 en Venezuela, hizo causa común con varios de sus integrantes con los que fundó Acción Democrática, partido del que proceden muchos de los políticos que dirigieron la política venezolana posteriormente, sobre todo, en la época en la que se inició el período democrático. Dentro de dicho partido, fue uno de los dirigentes políticos más destacados, junto con Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Rómulo Gallegos y otros, quienes, en conjunto, lo convirtieron en el partido político de mayor relevancia en Venezuela durante toda la segunda mitad del siglo XX.
Escribió numerosas obras humorísticas y poéticas con un elevado sentido social, en el que siempre trataba de armonizar las clásicas ideas republicanas de igualdad, libertad y fraternidad, algo bastante difícil de realizar para cualquier escritor que no tuviera una preparación tan amplia como la que tenía Andrés Eloy. Presidió el Congreso, pronunció numerosos discursos, escribió muchos artículos sobre diversos temas, fue ministro de Relaciones Exteriores durante el breve gobierno de Rómulo Gallegos y, en fin, fue uno de los hombres a cuyo pensamiento político y obra literaria, más le debe la Venezuela del siglo XX. Con su Canto a España había ganado, en 1923, el Certamen Hispanoamericano promovido por la Real Academia Española. Entre sus obras poéticas más famosas podemos citar Tierras que me oyeron (1921), Poda (1934) Barco de Piedra (1937) y Giraluna (1955). También escribió innumerables artículos en diversos periódicos, siempre con un elevado sentido del humor y de la sátira de contenido social.
Su trayectoria política opacó, en cierto modo, su obra literaria, aunque también podría interpretarse en sentido inverso, hasta el punto de que tuvo que aclarar en una sesión de la Cámara de Diputados (el 10 de junio de 1943) su doble vocación de poeta por un lado, y de abogado y diputado por la otra:
"Algunos colegas no han tomado en cuenta mi cualidad de diputado, sino mi cualidad de poeta. Así podría yo negarle a cualquiera de mis colegas que no fuera abogado o médico el derecho a referirse a una materia penal, porque son farmacéuticos o comerciantes. Precisamente he tratado de juntar siempre mi cualidad de diputado con mi cualidad de poeta. Porque tengo del poeta un concepto nuevo; porque considero como la más alta de sus funciones la función social del poeta. Yo debo con todo afecto corresponder a la frase del diputado Manzo, quien en este caso no fue muy 'manso' conmigo que digamos, diciéndole que yo no soy un notable abogado. En mí lo único notable como abogado es la falta de clientela" (Rivas Rivas, 1980; p. 180, las cursivas son nuestras).
Su oposición a la larga dictadura de Juan Vicente Gómez le ocasionó su prisión en el Castillo de Puerto Cabello, que fue donde escribió Barco de Piedra. Precisamente, este título hace referencia a la apariencia de dicho castillo rodeado por el mar.
Su importancia como político también fue la razón por la que la dictadura de Pérez Jiménez lo envió al exilio. Se dirigió a México, donde siguió escribiendo y donde murió en un accidente de automóvil
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