TP FILOSOFIA
Enviado por Julian Ambrogio • 11 de Diciembre de 2020 • Apuntes • 2.168 Palabras (9 Páginas) • 142 Visitas
Desde Alberdi y Sarmiento a Freire e Illich. Contra posturas y similitudes en estos modelos de pensamiento en educación popular
Presentación:
En el siguiente trabajo se presentaran argumentos y contra posturas que acerquen y den una idea del recorrido realizado en la Unidad 5. También, de forma lo más pedagógica posible, dar con una línea de pensamiento que dé con un retrato escrito de los principales focos y disyuntivas que tratan los autores mencionados, pasando por otros varios tratados en la cursada. De esta manera, dar una imagen presentable sobre las funciones e ideas políticas de la educación en sí y cuál es la clave para entrar en las posibles y contrapuestas visiones de Freire e Illich: Una educación para la liberación, y una educación para la desescolarización.
Paulo Freire e Ivan Illich: dos ideas contrapuestas.
Primero, vamos a poner en discusión las ideas de estos dos autores tan revolucionarios y a su vez bastante distintos en su forma de encarar la pedagogía pertinente a la cuestión de “la liberación”. Es así, que al dar un claro y pequeño acercamiento a la distancia ideológica que separa a estos autores, podemos identificar cuáles son los rasgos que de por si merecen un análisis más profundo para dar con nuestra principal idea: ¿Es la educación una disciplina parcialmente moldeable?
No cabe duda que a principios de la década de los sesenta, tanto Illich como Freire representaban dos íconos del pensamiento revolucionario en educación. Tampoco cabe duda que a pesar de las interpretaciones de ambos pensamientos, el proyecto de crítica burocrática de clase que responde al modelo de Illich con su crítica a la racionalidad instrumental, y el modelo de concientización, que constituye una opción política pedagógica para reemplazar la educación bancaria e impulsar el cambio social, tenían que necesariamente confrontarse en términos de lógicas internas y en términos de propuestas políticas de transformación social.
Es el mismo Freire quién se encarga de tomar distancia de Illich en una discusión donde, en una pregunta, se lo ubicó como próximo al modelo de desescolarización. Conviene citar a Freire aquí.
“En este momento hay ciertos pensadores y llamemos científicos sociales dedicados a la educación, que están cuestionando todo el sistema de educación e insistiendo efectivamente en que no vale la pena perder el tiempo en investigar este sistema que tiene que ser reformado, porque los productos que está arrojando son productos que en realidad deforman en vez de reformarlo. De la pregunta de ustedes se llega a Iván Illich a quien yo hago una crítica. Indudablemente, Illich es un hombre genial. Y en los próximos cincuenta años, un historiador de la cultura o de la educación va a tener que decir que Illich existió, indudablemente. Pero no hay que esperar cincuenta años para hacer una crítica fundamental a Illich. Cuando él plantea todo el problema de la desescolarización a mi juicio cae en un error. Él se niega constantemente a discutir la cuestión ideológica, y es precisamente por esta razón por la cual no puede alcanzar, a mi juicio, la totalidad del fenómeno que analiza. A mi juicio, solamente al analizar la fuerza ideológica que está por detrás de la escuela como institución social como puedo comprender lo que está siendo pero puede dejar de ser. Y aunque en un país que hizo su revolución la escuela sigue durante largo tiempo repitiendo la escuela anterior, la explicación científica para esto está en lo que un autor llama ‘dialéctica de la sobre determinación’, esto es, que la vieja superestructura de la sociedad que fue cambiada sigue preservándose, en contradicción con la nueva infraestructura que se constituye. Durante largo tiempo esta contradicción se da y, según dice otro autor que analiza las universidades y las escuelas como ‘fábricas de ideologías’, lo que pasa es que la educación sistemática es el último bastión en caer… En primer lugar no es la escuela la que cambia la sociedad, sino que es la sociedad la que hace la escuela y, al parecer, la escuela se hace con ésta dialécticamente. Segundo: hay sin embargo áreas que no son neutras, claro, que pueden y deben ser analizadas y estudiadas hoy. Aun cuando comprenda los momentos del activismo en una sociedad, les confieso que tengo un miedo tremendo al activismo…” [1]
No puede quedar duda alguna es que estos dos proyectos, tanto el modelo de desescolarizar, como el modelo de la concientización, aun cuando hayan tenido una enorme importancia en la historia de las ideas educativas, no constituyen una respuesta conclusiva a las demandas de hoy en día por una transformación educativa radical que reclaman los sectores socialmente subordinados en el contexto de un modelo de globalización tan desigual como el que vivimos. Pero también es claro, que muchas de las ideas que fueron perpetuándose de forma casi idílica en los escritos, conferencias, y enseñanzas de Illich y Freire continúan interpelando la pedagogía y las fuerzas sociales, con una fuerza y tensión más que considerable en estos tiempos.
Illich sugiere que la tendencias universales compulsivas de los sistemas de racionalización formal que se reproducen a sí mismo en niveles cada vez más altos, aunque este proceso tiene lugar dado los antagonismos de clase dentro de una variedad de formaciones sociales. De ahí la crítica radical de Illich, desmitificando la ideología de la escuela y criticando como inútiles los esfuerzos liberales de reforma educativa. Su solución educativa es instantánea y evocativa: desescolarizar.[2]
Sin embargo, la riqueza del concepto de desescolarizar (y cabe recordar que las lonjas de aprendizaje que proponía Illich para reemplazar la escuela anticiparon por más de una década los efectos pedagógicos del Internet) se perdió en el foco de sus principales críticos cuestionando así el concepto como un principio anarquista que llevaría no solo a la des-institucionalización de una de las mayores áreas de política social en el mundo, sino también al caos. Sin duda alguna, muchos de las críticas de Illich a la educación y las políticas sociales anticiparon y con mucha antelación, críticas subsecuentes que reflejan muy tempranamente, el tipo de aparato crítico que ciertas versiones del posmodernismo liberal ofrecieron al proyecto educativo y de modernización de la ilustración.
Visto esto, como punto de partida inicial y ya entrado en tema, el trabajo centralizado de Illich en si aún nos resulta muy revolucionario y de una exposición (hasta casi en boca de algunos educadores conservadores) como inaudita. Esto nos trae a discusión si la globalización pertinente al siglo XXI y la modernidad liquida por la cual nos vemos inmersos es un condicionante para poner en tela de juicio por lo menos el trabajo de Illich como “irreverente”, a modo de cuestionamiento de nuestra consigna particular formulada anteriormente. Para esto vamos a citar de forma textual a Jacques Ranciere, en su trabajo “El maestro ignorante” [3]
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