Tercer Habito
Enviado por AngeLParrap • 3 de Noviembre de 2014 • 2.555 Palabras (11 Páginas) • 275 Visitas
CÁTEDRA ALEJANDRO LÓPEZ
TERCER HÁBITO
ESTABLEZCA PRIMERO LO PRIMERO
PRINCIPIOS DE ADMINISTRACIÓN PERSONAL
¿Puede el lector tomarse un momento y redactar una breve respuesta para cada una de las dos preguntas siguientes?
1. ¿Qué puede hacer usted, que no esté haciendo ahora y que, si lo hiciera regularmente, representaría una tremenda diferencia en su vida personal, estudiantil, laboral, profesional?
2. ¿Qué produciría resultados similares en su vida estudiantil, familiar, laboral?
El tercer hábito representa el fruto personal, la realización práctica del primer y segundo hábito (Proactividad y comience con un fin en mente).
En esencia el primer hábito dice: “tu eres el programador. Tú estas a cargo de todo”. Nos permite decir: “este es un programa deficiente que yo recibí en mi infancia de mi espejo social. No me gusta ese guión inefectivo. Puedo cambiar”. El segundo hábito es la creación primera o mental. Se basa en la imaginación y en la conciencia moral (capacidad para detectar nuestra propia singularidad y las directrices personales, morales y éticas que nos permiten llevarla felizmente a cabo). El tercer hábito es la segunda creación, la creación física. Es la realización, la actualización, la aparición natural del primer y segundo hábito. Es el ejercicio de la voluntad independiente que pasa a ser centrado en principios. Es la puesta en práctica incesante, momento a momento.
El primer y segundo hábitos son absolutamente esenciales y prerrequisitos del tercero. Uno no puede pasar a centrarse en principios sin tomar primero conciencia de su propia naturaleza proactiva, y desarrollarla. No se puede pasar a los principios sin tomar primero conciencia de los propios paradigmas y sin comprender cómo hay que cambiarlos y alinearlos con los principios. No se puede pasar a los principios sin una visión de la contribución singular que a uno le corresponde realizar, y sin ponerla en el centro de todo.
Pero con esos cimientos se puede pasar ya a los principios, de modo incesante, momento a momento, viviendo el tercer hábito: practicando una autoadministración efectiva, la cual consiste en empezar por lo primero. Si uno es un administrador efectivo de sí mismo, la disciplina proviene del interior; es una función de la voluntad independiente.
EL PODER DE LA VOLUNTAD INDEPENDIENTE
La voluntad independiente es el 4to privilegio que realmente hace posible la autoadministración efectiva. Se trata de la capacidad para tomar decisiones y elegir, y después actuar en consecuencia o en congruencia con nuestras decisiones. Significa actuar en lugar de “ser actuado”, llevar proactivamente a cabo el programa que hemos desarrollado a trabes de los otros dones: la autoconciencia, la imaginación y la conciencia moral.
El grado en que hemos desarrollado nuestra voluntad independiente en la vida cotidiana se mide por nuestra integridad personal, en donde la integridad es el valor que nos asignamos a nosotros mismos. Es nuestra capacidad para comprometernos mantener los compromisos con nosotros mismos, de “hacer lo que decimos”.
La administración efectiva consiste en empezar por lo primero. La administración es disciplina, puesta en práctica. Si uno es un administrador efectivo de si mismo, estará en función de la voluntad independiente. Uno como persona tiene la voluntad, la integridad de subordinar a esos valores todos los sentimientos, impulsos y estados de ánimo.
CUATRO GENERACIONES DE LA ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO
En el tercer hábito se abordan muchas cuestiones concernientes al campo de la administración de la vida y el tiempo. La esencia del mejor pensamiento del área de la administración del tiempo puede captarse en una única frase: Organizar y ejecutar según prioridades. En el área de la administración del tiempo, cada generación toma como base la anterior, y nos acerca a un mayor control de nuestra vida. La primera generación podría caracterizarse por las notas y listas de tareas, que tendían a proporcionar cierto reconocimiento y totalidad a los múltiples requerimientos planteados a nuestro tiempo y nuestra energía.
La segunda generación podría caracterizarse por agendas; refleja el intento de mirar hacia delante, programar los acontecimientos y actividades del futuro. La tercera generación refleja el campo actual de la administración del tiempo. Suma a las generaciones precedentes la idea esencial de priorizar, de clarificar valores, de comparar la importancia relativa de las actividades, sobre la base de su relación con esos valores. Además se centra en el establecimiento de metas, objetivos a largo, medio o corto plazo hacia los cuales se orientarán el tiempo y la energía, en armonía con los valores. También incluye el concepto de la planificación diaria, del plan específico para alcanzar las metas y actividades a las que se atribuye mayor valía. La cuarta generación consiste en administrarnos a nosotros mismos, mas no al tiempo. En lugar de centrarse en las cosas y el tiempo, las expectativas de la cuarta generación se centran en preservar y realzar las relaciones y en alcanzar resultados, en síntesis mantener el equilibrio entre productividad y capacidad de producción (P/CP).
Realmente el foco de atención de la cuarta generación de la administración, se basa en la siguiente matriz:
Matriz de la administración del tiempo
Urgente
I
Actividades:
Crisis
Problemas apremiantes
Proyectos cuyas fechas vencen
III
Actividades:
Interrupciones, algunas llamadas
Correo, algunos informes
Algunas reuniones
Cuestiones inmediatas, acuciantes
Actividades populares
No urgente
II
Actividades:
Prevención
Construir relaciones
Reconocer nuevas oportunidades
Planificación, recreación
IV
Actividades:
Trivialidades, ajetreo inútil
Algunas cartas
Algunas llamadas telefónicas
Pérdidas de tiempo
Actividades agradables
Los dos factores que definen una actividad son urgentes e importantes. Urgente significa que se necesita una atención inmediata, “ahora”. Las cosas urgentes actúan sobre nosotros. Las matrices urgentes son por lo general muy visibles. Nos presionan; reclaman acción. A menudo complacen a otros. Por lo general las tenemos ante nuestras propias narices. Y suelen ser agradables, fáciles, divertidas. ¡Pero
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