Un Maestro
Enviado por YESIPIFFER • 6 de Noviembre de 2013 • 922 Palabras (4 Páginas) • 262 Visitas
Una historia de vida
Por Guillermo Saccomanno
En la mañana del 24 de marzo del ‘76, una fecha de memoria lúgubre, Orlando Santiago Balbo, más conocido en todo Neuquén como el Nano, era maestro, educador de la Universidad del Comahue, responsable de experiencias de educación para adultos basándose en las enseñanzas del pedagogo y pensador brasileño Paulo Freire, autor de un clásico: Pedagogía del oprimido. También era en esa mañana colaborador de la diputada Renée Chávez. Mañana siniestra para el Nano: fue secuestrado por un grupo de tareas encabezado por el represor Guglieminetti. Después, brutalmente torturado en la comisaría de Neuquén. En la tortura, golpes y sesiones interminables de picana. Después de unos meses largos en el penal de Neuquén, fue trasladado a Rawson. Tras dos años en Rawson, donde soportó castigos que hielan la sangre, merced a la influencia y los contactos del obispo progresista Jaime de Nevares logró la libertad bajo la condición del exilio. En Roma fue empleado como tutto fare en el Vaticano, integró los grupos que procuraban difundir las atrocidades de la dictadura. El efecto de la picana le había dejado una sordera que se incrementaba paulatinamente. En el grupo de exiliados se encontraba el cineasta Fernando Birri, que una noche le proyectó Los inundados y a la vez le entregó una copia del guión, de modo que, venciendo la audición defectuosa, el Nano pudiera comprender los diálogos. Bajo la protección de Amnesty International, formó parte de un grupo de cien ex prisioneros de dictaduras de todo el mundo y destinado a Copenhague, donde fueron estudiados los efectos de la tortura en estas víctimas. Más tarde, los estudios y análisis continuaron en Londres. En Londres se le acercó un colaborador de Amnesty, un escocés rubio, amistoso, y le regaló un casete que había grabado. El Nano ignoraba quién era el muchacho. Después lo supo. Y supo también quién era Sting, que le consiguió una invitación a un concierto de música clásica en el Covent Garden. En jean y zapatillas, allí estuvo. Sabía que no le quedaban muchas oportunidades de seguir escuchando, aunque atenuado, un concierto.
A su vuelta del exilio, el Nano no aceptó ninguno de los cargos y prebendas que se le ofrecían en democracia, tanto de parte del justicialismo como del gobierno del Movimiento Popular Neuquino. Fue entonces que aceptó la sugerencia de De Nevares y Labrune y, a pesar de esa sordera que iba agravándose, encaró una experiencia educativa en Huncal que años más tarde sería fuente de artículos, tesis y ensayos de especialistas.
Lo primero que tuvo en claro al llegar a Huncal fue que la escuela desprestigiadísima no podía ser el espacio de la educación. En la aventura –porque era una aventura– lo acompañó más tarde una pareja de maestros: Pedro Vanrell y Alejandra Darragueyra.
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