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Ya no queda esperanza


Enviado por   •  12 de Agosto de 2015  •  Ensayo  •  1.916 Palabras (8 Páginas)  •  170 Visitas

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¿Ya no queda esperanza?

Los apóstoles de las maquinas nos dijeron que cada día daría al hombre más tiempo para el ocio. La verdad es que el hombre tiene cada día menos tiempo, cada día anda más enloquecido. Hasta la guerra era linda, era divertida y viril, era vistosa: con aquellos uniformes. Hasta sana, era. Vea, por ejemplo, nuestra guerra de la independencia y nuestras luchas civiles[1]

La adaptación del hombre al mundo se ha visto construida a partir de la ciencia y la técnica. Hemos creado por y para nuestra comodidad haciéndonos esclavos de los mismos deseos tecnolátricos que alguna vez dominamos y que fueron de gran utilidad para nosotros. Ahora, afirma Sábato en su texto “Hombres y engranajes” que el hombre ha perdido su carácter concreto e individual convirtiéndose en masa, donde el capitalismo moderno y la ciencia positiva son las dos caras de la misma realidad del ser humano, haciéndolo una pieza más en una gran maquina anónima. Como dicen “por hacerse más, se hizo menos”, y el hombre, en su afán por aumentar el rendimiento laboral mediante la densificación del mismo, se encargó de exigirse más tiempo, convirtiéndose a sí mismo en un engranaje que no se detiene. Es importante destacar las proyecciones que los medios de comunicación disparan sobre nuestra percepción desde el consumismo visual y estético. Con respecto al hombre moderno y su crisis existencial (tanto ética como moral) vemos desde el arte cinematográfico, pictórico y literario, como aquella crítica social ha aumentado día tras día, especialmente después de  la revolución industrial. ¡Qué ciegos somos!

La modernidad es el momento en que el hombre decide cambiar su concepción sobre el destino a partir de dos fuerzas fundamentales: la razón y el dinero. A partir de estas dos fuerzas, y habiendo dominado  el saber científico, este ser ha de seguir el deseo de tener poder y dominar el universo entero, donde a partir de la industrialización, decide usar la maquina con fines egocéntricos en busca  de la conquista absoluta. De esta manera, la época moderna muestra al hombre secularizado y su creación (la maquina) lo termina sometiendo y dominando en todo aspecto.

Sábato en su libro “Sobre Héroes y Tumbas” hace una reflexión muy profunda desde la tercera parte “Informe sobre ciegos”,  nos habla de  cómo la modernidad ha sido la cuspide de la metamorfosis degenerativa del ser humano en el transcurso de su historia. Es importante resaltar que aunque en esta época el hombre era considerado un ser enteramente racional, la irracionalidad también hace parte de él, llevandolo a cometer cataclismos y su propia destrucción, el autor  concluye  desde  Fernando Vidal Olmos, quien se cuestiona el por qué se ve reflejado en aquello que más odia. Todos, caminando como ratas sin rumbo fijo, nos dejamos llevar por el “progreso y la modernidad” que nos bombardean con falsas necesidades, que al fin de cuentas  deshumaniza nuestra esencia.


Nos dejamos manipular,  endulzar los oídos y los ojos por el facilismo desde la llegada de la máquina, que fue el punto que marco un antes y un despues, al menos, en nuestra actividad laboral, social y cultural. Ya bien dijo Thomas Hobbes “El hombre es un lobo para el hombre”; entonces en ese sentido somos nosotros mismos los encargados de nuestra propia destrucción buscando alternativas de vida que nos permitan destacar y disfrutar de los pequeños momentos que nos da.


Los medios de comunicación se han encargado de transgredir los limites entre la realidad y la ficción, exponiendo tesis  y críticas  filosóficas que ya desde la antigua Grecia los pensadores se habian formulado sobre nuestra ineptitud y poca visión de la  realidad. Platón en su reflexión metaforica sobre la ceguera del ser humano en el “Mito de la caverna” plantea que los horizontes de la humanidad se ven obstaculizados por una barrera que le impide aumentar sus perspectivas sobre el mundo que lo rodea. Resignados a una realidad tergiversada y a la falta de criterio personal (ya que no todo es culpa de los medios), nosotros mismos obstruimos esa necesidad de cambio, que silenciada u olvidada hemos permitido dejar pasar sin repasar lo mucho que podriamos lograr poniendo un paso tras otro decidiendo y configurando nuestro propio destino.


Esto lo podemos relacionar con el
film de “Matrix” en donde se hace hincapié sobre la existencia humana y el papel que desempeña cada individuo sobre una gran máquina a la que estamos interconectados a manera de circuitos funcionales que desempeñan un papel insignificante en su infinita ejecución. Aunque somos conscientes de nuestra realidad, la película propone una  metáfora  indiscutible sobre la  alienación que nosotros hemos creado como una forma de  escape de  aquello que nos atormenta y nos exige una pronta revisión, buscando no salir de nuestra caverna sin luces que nos lleven al  túnel profundo dirigido al  abismo.


La industrialización nos convirtió en autómatas, en productos estandarizados, donde nuestro tiempo se convirtió en algo medible y costeable; también al no tener conciencia  que hacemos parte de un ecosistema, como lo diría el agente Smith:
"Me di cuenta de que en realidad no son mamíferos… los humanos van a un hábitat y se multiplican hasta que ya no quedan más recursos y tienen que marcharse a otra zona. Hay un organismo que hace exactamente lo mismo que el humano. ¿Sabe cuál es? Un virus... son el cáncer de este planeta…[2]. La edificación de la gran metrópolis que ha de servirnos como medio para subsistir de manera mezquina y egoísta (el gran malestar del “yo” es quizá una de las razones por las cuales el hombre decide buscar hasta encontrar finalmente la manera de autodestruirse). Dominados de este modo, nos hacemos esclavos –entes sin alma, encaminados hacia la perdición- de la producción desmesurada constante que nos crea la sociedad capitalista, donde los números dominan la satisfacción producida sobre las necesidades que nos crea el mundo moderno. Es pues, el dominio de la razón antes que la emoción.

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