El Mayor Genocidio De Un Pueblo Sudamericano
Enviado por • 2 de Julio de 2013 • 1.416 Palabras (6 Páginas) • 459 Visitas
Con todo respeto, que ningún ciudadano le de la espalda y deje de leer hasta el final, todo lo que pasó por esta bendita tierra, que se levantó de la ceniza, tal vez así se lo denigre menos:
.Este es un mensaje, con todo respeto, a Rafael de Mello Vidal, encargado de negocios de la Embajada de Brasil en Asunción, que me agravió e insultó al pueblo paraguayo (declaraciones en Ultima Hora del Jueves 27 de Junio, página 3). Dice él que hablar hoy día de la Guerra de la Triple Alianza, como se escucha a algunos actores políticos e incluso a ciertos medios de comunicación, de nuestro país, es mentir a la población.
Se equivoca usted tremendamente. No voy a callarme ni dejar de hablar todos los días a mi gente sobre la Guerra Grande (1864-1870) que se convirtió trágicamente en un genocidio, un holocausto contra el pueblo paraguayo, con el objetivo de la aniquilación total, de una brutalidad asesina comparable a la que sufrieron los seis millones de judíos que murieron en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría en los campos de concentración, por el racismo animal de los nazis.
Mi gente debe y tiene que saber que sobrevivimos unos muy pocos como “esqueletos vivientes” a un bien declarado genocidio, de cuyas atrocidades el Imperio del Brasil fue directamente responsable, en por lo menos un 70%, siendo generoso diplomáticamente hablando. Brasil envió su peor ejército, el peor de los peores (esclavos y convictos de la peor naturaleza inhumana cuya sanguinaria virtud los convirtió en uniformados calificados para arrasar con todo), para asesinar, degollar, mutilar, saquear, violar, secuestrar, destruir, a los hombres, las mujeres, los jóvenes y los niños de mi país.
Argentinos, uruguayos, y hasta brasileños ilustres reconocen el cruel error histórico de Brasil en la Guerra de la Triple Alianza. Después de los judíos estamos nosotros. Vergüenza para Brasil. Recientemente, incluso Cristina Fernández de Kirchner, en un arrebato de compasión y solidaridad, dijo las palabras mágicas del drama paraguayo: hubo genocidio. ¿Y usted Rafael de Mello Vidal me dice imperialistamente que me calle y no mienta a mi gente? Los judíos no murieron, los campos de concentración no existieron, Adolf Hitler fue un buen tipo. Lo siento, y mucho. Mi gente tiene que saber la verdad. Y mire que quiero al Brasil, lo necesito y lo respeto. ¿Dónde son mejor tratados los brasileros sino en Paraguay, con la excelencia de los brasiguayos?
Pero estoy a la espera que Brasil reconozca con humanismo y sabiduría que cometió contra el Paraguay un crimen de lesa humanidad. Hará grande a un país que quiere estar de manera permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU). Permítame muy pocas referencias sobre la criminalidad brasileña:
1) El 1º de enero de 1869 los aliados entran a Asunción, con López muy lejos al norte. Se dicen fuerzas de ocupación, para quizás poner orden, cuidar a la población civil, asegurar la vida y la propiedad. Un ejército civilizado así actúa. No. Todo lo contrario. Leo “Asunción fue víctima durante varios días de un saqueo escandaloso. La iglesia de Trinidad fue convertida en caballeriza”. Algunos refieren que la misma suerte sufrió el Palacio de los López. Y la noche se hizo más oscura: el degollamiento era la especialidad para limpiar la raza guaraní. Asesinatos, matanzas, torturas y robos, disfrutaban en un escenario en el que las reiteradas, salvajes y mortales violaciones de nuestras mujeres, con las pérdidas de sus criaturas para venderlas y/o llevarlas a tierras lejanas, habrán hecho llorar a mares a un Dios ahogado en pena.
Los argentinos escriben: fueron los brasileños, que no respetaban nada. Leo: “Mayo de 1870. Así vemos que hoy por las calles quedan insepultos los cadáveres de infelices que han sido víctimas del hambre y la miseria. Las calles están en un pésimo estado tanto para el tránsito como porque a cada paso se hallan focos inmensos de infección”. ¡Gracias por la bondad de la fuerza de ocupación, reverendísimos aliados!
2) En la alocada carrera por agarrar a López los fuerzas brasileñas protagonizan – perdón imponen – batallas brutales, sanguinarias, de locura total, sin piedad, con el propósito de asesinar al debilitado ejército paraguayo, siempre en una relación de poder de 20.000 a 25.000 hombres del peor ejército que en la historia latinoamericana se haya podido armar (el brasilero), contra no más de 5.000 “enemigos”
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