El Siglo de las Luces en América

El Siglo de las Luces en América

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, en el contexto de la doble revolución europea y de la difusión de las nuevas ideas de la Ilustración, la organización política, territorial y económica de las colonias americanas experimentó profundos cambios.

En el Imperio portugués, el rey José 1 (1750-1777) intentó dinamizar la economía de la metrópoli y de sus colonias. Este proyecto fue llevado a cabo por uno de sus ministros, el marqués de Pombal, quien introdujo una serie de reformas políticas y económicas en todas las colonias portuguesas, pero especialmente en Brasil. Una de las principales medidas consistió en la creación de sociedades comerciales monopolistas con el objeto de aumentar la generación de riquezas. Pombal también propició la expulsión de los jesuitas y apuntaló el régimen esclavista para elevar los rendimientos agrícolas y proteger los intereses de los grandes empresarios coloniales.

Mientras tanto, en América del Norte la rivalidad entre ingleses y franceses desencadenó la Guerra de los Siete Años, que se desarrolló tanto en Europa como en el mundo colonial. A pesar de que los franceses fueron apoyados por España y por varias poblaciones indígenas (entre ellas, los hurones), fueron derrotados por los ingleses. Fue entonces cuando el rey Luis XV se vio obligado a firmar la ruinosa Paz de París (1763), por la cual debió entregar la Luisiana occidental a España, y el Canadá y la Luisiana oriental, a Gran Bretaña. A partir de entonces, la influencia francesa en América quedó limitada a Santo Domingo, las pequeñas Antillas y el sector oriental de las Guayanas.

Los colonos ingleses de América del Norte recibieron con gran algarabía las noticias acerca de la Paz de París. Pero la alegría se volvió decepción cuando supieron que el rey británico Jorge III había decidido que la Luisiana oriental sería administrada directamente por el gobierno imperial. De esta manera, frustraba las expectativas de los colonos, que deseaban colonizar esas tierras. El resentimiento hacia la Corona británica se acrecentó cuando el Parlamento aprobó una serie de impuestos que gravaban la introducción en las trece colonias atlánticas de azúcar, vinos, seda y otros productos.

Como la Corona se negó a escuchar sus reclamos, los colonos norteamericanos protagonizaron una revolución que en 1776 proclamó la independencia de los Estados Unidos. En 1787, los estadounidenses redactaron una constitución, cuya característica principal fue el establecimiento de un gobierno federal y republicano basado en la división de poderes.

Por su parte, Holanda, que había sido una potencia comercial de primer orden durante el siglo xvn, experimentó un período de retroceso en sus relaciones con las colonias americanas a partir de principios del siglo xviii. Hacia fines de ese siglo, a medida que los ingleses iban ejerciendo el dominio sobre los mares, la marina holandesa entró en decadencia y la antes poderosa Compañía de las Indias Occidentales dejó de existir.

Los Borbones y el nuevo orden colonial

Luego de la finalización de la Guerra de la Sucesión española, en 1713, la dinastía de los Habsburgo fue reemplazada por una familia de origen francés, los Borbones.

Durante su gobierno, y con la colaboración de un grupo selecto de asesores identificados con algunas de las nuevas ideas de la lustración, se puso en marcha un programa de medidas a las que los historiadores denominan “reformas borbónicas” Se trató de un conjunto de medidas políticas, administrativas, económicas y de reorganización del espacio territorial que tenía como objetivo principal reforzar la presencia de las autoridades españolas en América, debilitada por la ineficacia de los Austrias menores y por los intentos de autonomía de los poderes locales.

Coronación de Felipe V. Este monarca, que era nieto del rey de Francia Luis XIV, inauguró la dinastía de los Borbones en España.

La reorganización del espacio americano

La organización territorial de los dominios españoles en América experimentó varias modificaciones durante el siglo XVIII. La principal fue la creación de dos nuevos virreinatos: el Virreinato de Nueva Granada, en 1717, y el Virreinato del Río de la Plata, en 1776. Otras modificaciones importantes fueron la creación de cuatro capitanías generales ubicadas en zonas estratégicas: Chile, Venezuela, Guatemala y Cuba (incluía Puerto Rico, La Florida, Santo Domingo y la Luisiana). De esta manera, hacia fines del siglo XVIII quedaba poco de la estructura administrativa del imperio indiano diseñada en el siglo XVI por los Habsburgo.

El Virreinato de Nueva Granada incluía el extremo sur de América Central, los actuales territorios de Colombia y Ecuador, y parte del Perú. Su creación fue una medida destinada a remediar la desorganización y el mal desempeño de los gobernadores de la zona, que tenían a cargo importantes puertos comerciales por donde se realizaba un activo contrabando que perjudicaba las finanzas de la Corona hispánica. Los diferentes virreyes que gobernaron Nueva Granada realizaron importantes obras, como la construcción de fortificaciones y de caminos que facilitaban las comunicaciones entre diferentes regiones de sus dominios.

Los Borbones transformaron a Santiago en capital de la Capitanía General de Chile.

El Virreinato del Río de la Plata

El Virreinato del Río de la Plata abarcaba los actuales territorios de la Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, y parte de los de Brasil y Chile. Su capital era la ciudad de Buenos Aires, que para aquel entonces contaba con tan solo 25 000 habitantes (hoy tiene alrededor de 3 000 000).

La decisión de crear este nuevo virreinato se basó en diversas causas, entre ellas, lo dificultoso que era gobernar desde Lima las provincias del sur, las constantes incursiones de ingleses y franceses sobre las islas Malvinas y las costas patagónicas, y el activo contrabando que desde Colonia del Sacramento se realizaba en el Río de la Plata.

El virreinato abarcó las antiguas gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay y el Tucumán, y las regiones de Cuyo, la Banda Oriental y la totalidad del Alto Perú, que incluía el cerro Rico de Potosí cuyas minas de plata todavía generaban riquezas. La inclusión de esta última región fue muy importante, ya que permitiría a los nuevos virreyes solventar los gastos de administración y defensa del nuevo territorio con las monedas de plata allí acuñadas.

Una de as tareas más importantes que debieron asumir los primeros virreyes del Río de la Plata fue asegurar las fronteras. Por esa razón, expulsaron a los portugueses de Colonia del Sacramento, emprendieron campañas colonizadoras hacia las costas patagónicas (en 1779 se fundó la ciudad de Carmen de Patagones, cuya ubicación podés ver en el mapa) y establecieron una red de fuertes y fortines para defender a pueblos y estancias de los ataques de los indígenas.

...