La Teatralidad En Nuestras Culturas Aborigenes
usuario3mad45629 de Noviembre de 2012
3.956 Palabras (16 Páginas)1.024 Visitas
LA TEATRALIDAD EN NUESTRAS CULTURAS ABORÍGENES.
CON ESPECIAL REFERENCIA A LA JIRAJARA-MUKÚ
María Celeste Domínguez
"Decile a la vida mía, la que vive en Chiquindúy, decile que soy papúy en su pecho murmurúy. Querés que te cante en lengua en lenguaa te cantaré: Que muchucupé sairá que sairá muchucupé".
(Improvisación hecha a María Luisa Escobar por los indios Mucuchí).
I.- MARCO TEÓRICO:
Para fundamentar el presente trabajo, debemos comenzar por aproximarnos a una definición de lo que entendemos por teatralidad y, en este sentido, debemos mencionar lo que implica este concepto para algunos autores. Así tenemos que Juan Villegas, en su artículo "Gestos 21: De la teatralidad como estrategia multidisciplinaria", cita varios autores que se pronuncian sobre el tema, entre los que se encuentran: Kleir Elam, para quien la teatricalidad o teatralidad es la "producción de significado en escena", mientras que para Ubersfeld, la teatralidad es "el conjunto de signos textuales, corporales y audiovisuales presentes en un espacio textual o escénico y que interactúan entre sí ante un lector o espectador". Por otra parte, Domingo Adame "considera al director como el artífice de la teatralidad, pues interpreta los signos textuales mediante significantes escénicos que crean, a su vez, nuevos signos y una nueva obra artística". Para Féral, "la teatralidad implica un sujeto que mira y un objeto mirado y supone que el objeto - lo mirado- es concebido como ficción por el sujeto mirante -el espectador-. Es un fenómeno en un acto de representación, se requiere, no sólo del sujeto espectador, sino que este sujeto entienda el objeto mirado como ficción, representación". Para García Canclini, "el interés de la teatralización es la construcción visual y escénica de la significación", y aquí coincide García Canclini con Kleir Elam. Ana Goutman, a su vez, nos dice que "teatralidad es la sobreposición o fusión de una ficción en una representación en el espacio de una alteridad que pone frente a frente a un sujeto que mira y a un objeto "mirado", y aún más allá, requiriéndose que el objeto espectador entienda el objeto mirado como ficción.
A la luz de estos conceptos, podemos dar una definición tentativa que se asimile a lo que podemos entender por teatralidad aborigen; y es que, en relación al indio, existe una variante muy significativa: para el indio, el teatro es la vida misma, es la relación con el mundo que le rodea, es la expresión escénica del acontecer y hacer cotidiano. Para el indio, toda su actividad vital constituye un "pretexto para la "dramatización y escenificación de su propia existencia, mostrada a la comunidad mediante su conducta, su actitud y el relato dramatizado de sus vivencias. Y ello es así, si miramos al indígena en su comportamiento ante la caza, al tomar el arco y disparar su flecha; una vez consumado este acto, narra al resto de la comunidad, con movimientos, expresiones y mímica los resultados de su acción, en forma dramática, magnificándola de tal manera que constituye una verdadera puesta en escena, o la dramatización de una gesta épica, a los ojos de los demás.
Lo mismo hace el Chamán, con toda la teatralidad que implica el acto de invocar a sus dioses, ante la mirada expectante de quienes lo observan.
En resumen, podemos señalar que la teatralidad aborigen se da por dos factores clásicos del hecho teatral, como lo son el juego entre la fantasía y la realidad, pero en este caso conformando una sola expresión o unidad dialéctica, que viene a ser el binomio teatro-vida.
II.- INTRODUCCIÓN:
En nuestro país, poco o nada se ha investigado y escrito acerca de la influencia del factor indígena en el proceso de desarrollo de nuestra cultura. Partiendo de esta premisa se puede afirmar que en dicho proceso no ha existido un continuo histórico cuyos inicios deberían afincarse en lo que nos es originario y autóctono, es decir en el indio y su entorno. En otros países tales como México, Perú, Guatemala, se han adelantado una serie de investigaciones en torno a la problemática de la significación de las manifestaciones culturales aborígenes en la estructuración de la cultura nacional. Pareciera que tales factores no tuvieran significación trascendente o que este hecho no se vinculara directamente con la concepción de la identidad nacional, que se nutre indudablemente de lo originario, de lo primario, en fin, de todos los elementos constitutivos de las culturas indígenas.
Un análisis detallado de numerosas manifestaciones de la cultura popular - fundamentalmente en el medio rural - nos indica que estas están impregnadas de expresiones típicas de nuestras comunidades indígenas, así vemos la pervivencia de la danza de flagelación propia de la cultura arawaca, en la Batalla de El Tamunangue larense o la exaltación del Dios Maíz en el Baile de las Turas entre los estados Trujillo y Lara con su adaptación a circunstancias históricas determinadas por el espacio y el tiempo a nuestros días, pero donde se observa claramente el rasgo característico inicial.
Todo esto nos parece indicar que: "El indio no ha muerto y su sangre no duerme: por la geografía de nuestras venas se viene hacia nosotros, calladamente, taciturnamente, inexorablemente, con la calma felina de quien sabe la seguridad de su triunfo indeclinable"
Para comprender y redimir el contenido indígena de muchas de nuestras expresiones culturales, es necesario estudiar al indio y su entorno. Pero en nuestro país ni se quiere, ni se aprecia, ni mucho menos se estudia al factor aborigen, para tales fines se requeriría la existencia de una política regional y coherente, indigenista que vinculara la sociedad actual con las diversas comunidades indígenas asentadas en algunas regiones geográficas de nuestro país.
El presente trabajo intenta una aproximación hacia el inicio del estudio de la teatralidad en nuestra cultura aborigen poniendo de relieve aquellos elementos naturales, propios de su entorno y que conforman la cosmovisión del indio la cual es expresión, representación e interpretación, en su más alto nivel de abstracción, de su mundo a través de su más prístina teatralidad.
Queremos significar con esto que el teatro aborigen forma parte indisoluble de su propia existencia como ser humano, esto es, para el indio el teatro es su vida misma.
III.- El INDIO: SU ESENCIA MÍTICO-RELIGIOSA COMO
FUENTE PRIMIGENIA DE SU TEATRALIDAD:
El indio es un ser natural, elemental y sencillo, cuya creencia fundamental está referida a su participación directa en la esencia de la creación de todas las cosas que conforman su mundo con el cual establece un nexo coesencial entre todos los seres que pueblan su universo y él, constituyendo el génesis del sentimiento afectivo que le conduce a su creación.
Esto es lo que vendría a constituir la cosmovisión del indio en torno a la cual gira su vida y establece relaciones míticas entre sus dioses y demonios y sus símbolos, atributos, agentes, lugares de cultos e instrumentos que le son consagrados, llegando hasta borrar en su mentalidad todo límite entre la representación y lo representado, entre el símbolo y lo simbolizado, integrados en una unidad global. Vale decir aquí, que el indio se une a su cosmos, se integra a él, y a través de esta integración se hace copartícipe con sus ancestros de la creación de todos los elementos que van a constituir su cuerpo mítico-religioso, lo cual le va a servir de enlace entre su realidad y la de aquellos a lo largo de toda su existencia.
En la ritualística indígena, en su afán por la pervivencia de su religiosidad mítica, con todo lo que implica la representación y repetición en diferentes épocas y en distintas ocasiones de esos ritos, se encuentra el germen de la teatralidad aborigen, la cual girará en principio en torno al culto que se le rendirá a los diversos dioses, bien sea el de la lluvia, el de la agricultura o el de la fertilidad con su peculiaridad específica de cada uno, para luego desarrollar lo que hoy en día conocemos como teatro aborigen, con las especificidades propias de cada etnia. Para citar algunos podemos señalar el teatro Amazónico al aire libre, procesional, secreto y el de los Andes en sitio cerrado, localizado y esotérico. El teatro Amazónico es telúrico y en los Andes Apolíneo-Cerúleo, allá desmembrado, complejo, en la Sierra estructurado, especializado, allá; irracional, intuitivo, acá, racional, reflexivo.
IV.- EL INDIO Y SU TEATRO: LOS MUKÚ JIRAJARA. LA ZONA ANDINA GRAN ESCENARIO DEL TEATRO ABORIGEN:
Las características de la cultura Jirajara y Mukú están orientadas a fortalecer por integración los diversos valores que conformaban el mundo de la comunidad en la cual vivían, entre ellos el sentimiento agrario, el sentimiento religioso hacia los dioses agrícolas y antepasados petrificados en los páramos como dioses ctónicos y finalmente el complejo agricultura-religión-estética.
Debemos resaltar un hecho importante: la religión fue la espina dorsal y el cerebro de la cultura paramera y las demás manifestaciones de la actividad humana se distribuían en sistemas tributario; el sacerdote valía tanto o más que el jefe militar mismo, la monja solar proveía la formación de los hombres de la casta superior, de la no clase, del sacerdote y del cacique, y a toda actividad
...