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ALTRES DE MUERTO


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2012  •  3.796 Palabras (16 Páginas)  •  476 Visitas

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El Altar de Muertos es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas del Día de Muertos, que consiste en instalar altares domésticos en honor de los muertos de la familia. El altar de muertos es una construcción simbólica de las creencias religiosas criollas, que consiste en colocar plataformas en donde se depositan ofrendas florales y alimentos para rendir tributo a los antepasados familiares, a los difuntos cercanos o a personajes ilustres.

El altar de muertos contemporáneo deriva de una serie de creencias, siendo el resultado de la combinación de las ideologías religiosas prehispánicas, la cosmo visión endémica de las culturas mesoamericanas y las creencias religiosas europeas de carácter abrahámico traídas por los exploradores, conquistadores y misioneros encomendados a la exploración y saqueo de las Américas.

La representación de los tradicionales altares de muertos ha cambiado a través de los siglos desde la introducción católica en el México prehispánico. Se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas (rosarios, crucifijos e iconos sacros).

La estipulación de la festividad religiosa del Día de Todos los Santos se conjuga con el Día de Muertos. En tiempos de la Conquista de México se intentó convertir al catolicismo a los pobladores de Mesoamérica. La tradición "se resistió a morir" y poco a poco se le fueron incluyendo elementos de las culturas europeas.

Tanto como altares, al igual que las ofrendas son nuestra muestra de cariño hacia los muertos mejor conocidos como seres del más allá.

Conjunción de elementos. La presencia de los monjes franciscanos en el siglo XVI fue uno de los determinantes de la fusión de los elementos indígenas y españoles que aparecen profusamente en los altares de los muertos. El nombre original en lengua latina sanctorum (día de los santos) paso a convertirse en Xantolo a través del sincretismo cultural, de acuerdo a la lengua nahual.

Estas festividades que se celebraban el 31 de octubre y 1 de Noviembre, recibían anteriormente el nombre mijkailjuitl que significa fiesta de muertos.

La profusión de colores (amarillo, negro, rojo morado), la abundancia de flores y frutas tropicales y los suculentos platillos de cada región, unidos a las estampas e imágenes de santos junto a las fotos de los familiares difuntos, todo ello en perfecta comunión, dan al altar la peculiaridad de una fe que ha evolucionado y crecido al ritmo de los creyentes.

El adorno del papel picado negro y morado, con bellos y complicados diseños desde calaveras hasta figuras de la Virgen de Guadalupe forman parte del ritual del acontecimiento. Los colores, hacen referencia en la religión prehispánica, al Tlilan, el lugar de la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos; y el morado, es una influencia de la religión católica, que significa luto por el color de la liturgia del día. En medio de profusión de tonos sombríos, resplandece la flor de cempaxúchitl, símbolo de la luz, del sol y de la vida, y el rojo de la "mano de león" o "moco de pavo", significa específicamente la expresión de la sangre de Cristo y la Resurrección, así como la vida humana.

La preparación de la fiesta comienza ya a mediados de Octubre y podemos encontrar en las floristerías las tradicionales flores de muerto, moco de pavo, mano de león y alhelí; en muchas panaderías dejan de hacer el pan común y sólo comercializan pan de muerto: las mandarinas, guayabas, tejocotes, naranjas, jícamas y camotes son los de mayor demanda en las verdulerías y fruterías; las canastas frutales en su variedad de forma y colorido son una delicia para la vista el paladar; las velas y cirios de cera se pueden comprar en cualquier tienda, así como candelabros de barro o tronco de palma. Una tradición muy mexicana lo es sin duda la de las calaveras de azúcar que tienen grabados en la frente el nombre del difunto y que los mexicas actuales degustan con fruición endulzando así el duro trago de la muerte. Son típicos también, las palomas blancas, los rehiletes y los cestitos de colores y no olvidemos la imagen del perrito techichi, color canela que nos ayudara a cruzar el río del Mictlán, o la lagartija habitante del inframundo.

La primera ofrenda se hace el 18 de octubre día de San Lucas, con café y aguardiente, y a partir de ahí las familias van preparando con serenidad y buen gusto la celebración a sus familiares en el mas allá. Comienzan las compras y los preparativos para la gran fiesta.

El 30 de Octubre es el día de la Flor, desde el amanecer sobre las 3 o 4 de la mañana, las ciudades se iluminan con el camino de luz que forman las de lamparillas en fila de los vendedores de flores.

Según en que zonas es típico el arco de flores: Los hombres de las familias forman equipos y se reparten las casas del lugar para montar esos grandes arreglos de arcos. Se comienza el arco con otates o varas delgadas cempaxúchitl, mano de León, flor blanca, o palmilla. Las mujeres se encargan de preparar aquello que ofrecerán al equipo de ayuda en la elaboración de los arcos.

Llegada la gran víspera el 31 de Octubre, se pone la mesa para el altar se sacan los mejores manteles del arcón familiar tejidos a punto de cruz por las abuelas de la familia y sobre ello aparece ya las primeras ofrendas: los dulces rodeados de juguetes y a las 6 de la mañana se sirve el desayuno de chocolate con pan especial.

Hoy es el día de los niños que no pudieron llegar a adultos. En la madrugada las ánimas de los niños muertos hacen su aparición. Para ellos es la ofrenda de atole nuevo y elotes sancochados (hervidos y asados sobre brasas). Mientras las almas infantiles deambulan y se alimentan, la familia reza rosarios y otras oraciones. Los rezos, que se realizan en absoluta paz, sirven para pedir por los fallecidos y por los que aún siguen con vida. Terminado el rezo las almas de los niños abandonan las casas y los familiares consumen el desayuno. Se les prepara entonces otra recepción para el mediodía, con una ofrenda que consiste en gallina guisada, dulce de calabaza, chocolate, galletas, pan, caldos y carne, verduras, atole y frutas.

Nadie queda en el olvido y próximo al gran altar se coloca otro más pequeño pero sin ninguna fotografía. Es la mesa del alma desconocida, aquellas que ya no le queda nadie en este lado o que por razones alguna razón oculta no tiene a nadie que lo festeje, siempre tendrá su espacio y su ofrenda en todas las casas.

El 1 de Noviembre. Finalmente llega el día de los muertos grandes. Guiadas por las luces de las velas las almas de los adultos hacen su aparición. U cirio por cada muerto de la familia

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