ARTE PALEOCRISTIANO
Enviado por dobet777 • 22 de Noviembre de 2012 • 1.146 Palabras (5 Páginas) • 531 Visitas
Arte paleocristiano
Se denomina arte paleocristiano al estilo artístico que se desarrolla durante los cinco primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio, en el llamado arte bizantino.
En Occidente, Roma es el centro y símbolo de la cristiandad, por lo que en ella se producen las primeras manifestaciones artísticas de los primitivos cristianos o paleocristianos, recibiendo un gran influjo del arte romano tanto en la arquitectura como en las artes figurativas. Lo mismo que la historia del cristianismo en sus primeros momentos, en el arte se distinguen dos etapas, separadas por la promulgación del Edicto de Milán por Constantino en el año 313, otorgando a los cristianos plenos derechos de manifestación pública de sus creencias.
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Arquitectura paleocristiana
Basílica de Aquilea.
Hasta el año 315, el arte escultórico de los cristianos se centró en la excavación de las catacumbas y el reforzamiento de sus estructuras. Éstas eran cementerios romanos, excavados, en un principio, en los jardines de algunas casas de patricias cristianos, como las de Domitila y Priscila en Roma. Más tarde en el siglo V, y ante el aumento de creyentes, estos cementerios se hicieron insuficientes adquiriendo terrenos en las afueras de las urbes donde surgen los cementerios públicos, en los que se excavan sucesivos pisos formando las características catacumbas que ahora conocemos.
La primera vez que se aplicó el término catacumba es a la de San Sebastián en Roma. El cementerio o catacumba se organiza en varias partes: estrechas galerías (ambulacrum) con nichos longitudinales (loculi) en las paredes para el enterramiento de los cadáveres. En algunos enterramientos se destacaba la notabilidad de la persona enterrada, cobijando su tumba bajo un arco semicircular (arcosolium).
En el siglo IV en el cruce de las galerías o en los finales de las mismas se abrieron unos ensanchamientos (cubiculum) para la realización de algunas ceremonias litúrgicas. Las catacumbas se completaban al exterior con una edificación al aire libre, a modo de templete (cella memoriae) indicativa de un resto de reliquias que gozaban de especial veneración. Entre las catacumbas más importante, además de las ya citadas, destacan las de San Calixto en Santa María en Trastevere, Santa Constanza y Santa Inés en Sant'Agnese in Agone, todas ellas en Roma, aunque también las hubo en Nápoles, Alejandría y Asia Menor.
Después del Edicto de Milán, a partir del año 313, la basílica es la construcción eclesiástica más característica del mundo cristiano. Su origen es dudoso, pues se la considera una derivación de la basílica romana, o se la relaciona con algunos modelos de casas patricias, o, incluso, con algunas salas termales. La basílica organiza su espacio, generalmente, en tres naves longitudinales, que pueden ser cinco, separadas por columnas; la nave central es algo más alta que las laterales, sobre cuyos muros se levantan ventanas para la iluminación interior. La cubierta es plana y de madera y la cabecera tiene un ábside con bóveda de cuarto de esfera bajo la que se alberga el altar.
En las grandes basílicas, como la de San Pedro y San Juan de Letrán, en Roma, la estructura de su cabecera se completaba con una nave transversal llamada transepto. Al edificio basilical se accede a través del atrio o patio rectangular (antecedente de los claustros), con una fuente en el centro, que conducía hasta el nártex o sala transversal, situada a los pies de las naves, desde donde seguían la liturgia los catecúmenos. Las basílicas más notables, además de las citadas, son la de Santa María la
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