CONSTANT BENJAMIN
Enviado por Terry689 • 10 de Noviembre de 2013 • 1.058 Palabras (5 Páginas) • 436 Visitas
Benjamín Constant.
Katz Editores. Junio del 2011.
Los Principios de política son la obra maestra de Benjamin Constant y del liberalismo político. Redactado en 1806, pero publicado sólo parcialmente en vida del autor, este libro no había tenido hasta el presente una edición íntegra en nuestro idioma. Recién en 1980 apareció en Ginebra la primera edición crítica de la obra -a cargo de Étienne Hofmann- que restituye la monumental arquitectura del conjunto, y a partir de la cual se ha realizado la presente traducción.
En los Principios... Constant se propone repensar los fundamentos de la vida en sociedad a la luz de ese acontecimiento mayor y reciente: la Revolución Francesa. Y, como resultado de esa reflexión, define las condiciones de base de una democracia liberal -la soberanía del pueblo y la libertad individual- y, en el trayecto, descubre en qué consiste la libertad de los Antiguos en relación con la de los Modernos. Microcosmos de la filosofía política y expresión de su propia experiencia, los Principios... exploran numerosos temas: la ley, la soberanía, la representación, el poder, el gobierno, la riqueza y la pobreza, la guerra y la paz y el mantenimiento del orden público. Pero, sobre todo, la libertad. En efecto, aquí Constant muestra que la libertad es un fenómeno orgánico, y que atacarla en alguno de sus aspectos particulares es atacarla en su totalidad.
Una de las obras maestras de la filosofía política europea surge por fin, con esta edición, a la luz en nuestro idioma para ocupar el lugar que le corresponde por pleno derecho
Capítulo 1.- Objeto de esta obra.
Las investigaciones referentes a la organización constitucional de los gobiernos, tras haber sido entre nosotros, desde el Contrato social y el Espíritu de las leyes, el objeto favorito de las especulaciones de nuestros escritores más esclarecidos, ahora han caído en desgracia. No me ocuparé aquí de si esta situación es fundada o no. Lo seguro es que es natural. En pocos años ensayamos de cinco a seis constituciones, y no nos sirvió de mucho. Ningún razonamiento puede prevalecer contra semejante experiencia.
Por lo demás, si, a despecho del hastío universal actual por todas las discusiones de este tipo, alguien quisiera entregarse a meditaciones sobre la naturaleza, las formas, los límites, las atribuciones de los gobiernos, es verosímil que se equivocaría en un sentido opuesto a aquel en que se ha equivocado, pero que no lo haría menos groseramente ni de una manera menos funesta. Cuando ciertas ideas se asociaron con ciertas palabras, por mucho que se repita y demuestre que esa asociación es abusiva, esas palabras reproducidas evocan largo tiempo las mismas ideas. Fue en nombre de la libertad como nos dieron prisiones, cadalsos, vejaciones innumerablemente multiplicadas. Es muy natural que ese nombre, señal de mil medidas odiosas y tiránicas, no sea pronunciado sino con una disposición recelosa y malintencionada.
No sólo los extremos se tocan, sino que se siguen. Una exageración siempre produce la exageración contraria. Esto se aplica sobre todo a una nación donde el objetivo de todo el mundo es producir un efecto y, como decía Voltaire, golpear fuerte más que golpear atinadamente. La ambición de los escritores del
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