CUESTION SOCIAL Y CUESTION NACIONAL: La amenaza que bajo de los barcos
Enviado por aguspaz77 • 10 de Junio de 2016 • Resumen • 2.237 Palabras (9 Páginas) • 293 Visitas
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CUESTION SOCIAL Y CUESTION NACIONAL: La amenaza que bajo de los barcos
A fines del siglo XIX, el ideal higienista había sido el dispositivo que conjuraba la cuestión social planteada en ese momento por la epidemia, el hacinamiento, la descriminalizad en una ciudad que crecía rápidamente
En torno a este ideal convergieron grupos políticos de distintos orígenes ideológicos (Liberales, conservadores, católicos, socialistas) fue otra cuestión social que comenzó a amenazar a la sociedad en su conjunto, deviniendo en eje de la cuestión social. Se trataba de la cuestión del inmigrante, que conllevaba, por un lado, la cuestión nacional, y por otro lado la cuestión obrera.
El inmigrante peligroso
A fines del siglo XIX se observa la figura “peligroso”, que amenazaba a la sociedad, para fines del siglo XX los peligrosos fueron inmigrantes, que se habían transformado en una amenaza para la sociedad, poniendo en tensión la cuestión de la construcción de la nación y la ciudadanía con la cuestión obrera y la pobreza. De este modo, en una operación de magia social, la imagen del anarquista se fundía con la del delincuente, que había sido hasta ese momento un elemento central en la cuestión urbana.
Los inmigrantes originalmente representaron para el pensamiento de los intelectuales argentinos a fines del siglo XIX, un remedio contra el desierto, que significaba, en definitiva, la barbarie.
Sobre la base, propugno un proyecto que se asentaba sobre la idea de “orden y progreso”, progreso que vendría de la mano de la inmigración. El orden corría por cuenta del régimen político, que aseguraba la participación política solo a las minorías ilustradas.
Frente a la Barbarie se presentaba a los inmigrantes como la civilización, basándose como una imagen del europeo trabajador y sobrio, asociado a la idea de progreso.
Los inmigrantes eran el producto de una política de fomento a la inmigración que había comenzado en nuestro país. Fue proclamada en la Constitución Nacional, y reafirmada con la ley de Fomento a la Inmigración, que llevo el numero 817. Con esta ley se buscaba impulsar la inmigración de Europa, otorgando beneficios a los recién llegados. Como resultado de esta política, la población del país paso a ser un número importante que la mayoría era inmigrantes.
La cuestión obrera
Justo con los inmigrantes arribaron las primeras organizaciones de trabajadores. En un primer momento, estas no fueron sindicales, sino que se constituían como asociaciones de socorro y asistencia mutua, teniendo entre sus objetivos el de conjurar los riesgos que presentaba la cuestión social de la pobreza. La sociedad liberal buscaba garantizar las condiciones de “trabajo libre”. En Argentina el pauperismo deviene masivo y se extiende en la clase trabajadora, constituida en clase proletaria.
Frente al fenómeno de la pobreza, las asociaciones de socorro y asistencia mutua, buscaban “proteger a los que necesitaran un justo auxilio” y “prestar socorro a los miembros que se enfermasen o imposibilitasen para el trabajo”. Estas asociaciones estaban en general fuertemente ligadas a la nacionalidad de origen de sus miembros, o su rama de actividad.
Las primeras organizaciones sindicales se remotan a fines de la década del ´70, con la aparición en 1878 de la Unión Tipográfica, que decretó en septiembre de ese año la primera huelga registrada en nuestro país. Desde entonces la cantidad de sindicatos no cesó de crecer, llegando a 32 en 1896. A partir de 1890 los enfrentamientos entre las organizaciones e trabajadores y los patrones se agravaron.
Estos primeros sindicatos se inscribieron primordialmente en dos vertientes ideológicas: anarquistas y socialistas. Los primeros pregonaban como método de acción de huelga general y la acción directa, y rechazaban la lucha electoral como método de lucha política, al tiempo que cuestionaban al Estado como institución legítima. Los segundos, más ligados a un partido político, el partido Socialista, aceptaban el ámbito del parlamento como escenario de lucha política, y pregonaban por el mejoramiento de las condiciones de vía de los trabajadores como objetivo.
Existió una tercera corriente (que muchos autores inscriben como una corriente del anarquismo) que en un comienzo mayor peso, pero lentamente se afianzó como una de las más poderosas: el anarco sindicalismo o sindicalismo revolucionario. Los anarcos sindicalistas reivindicaban el sindicato como la herramienta natural de los trabajadores, en su lucha por destruir el sistema capitalista.
Cuando a fines del siglo XIX se agrava el enfrentamiento en las relaciones obrero-patronales, se comienza a ver en los anarquistas las causas de la conflictiva situación social, ya que los socialistas mantenían una posición menos radical.
Para 1901 sindicalistas y anarquistas confluían en un intento de organizar una federación, creando la Federación Obrera Argentina (FOA), aunque en 1902 durante el Congreso de la FOA los socialistas se retiraron, quedando la Federación en manos de los anarquistas. Durante esos años el anarquismo se fortalecía, y se convertía, en la principal ideología de los obreros sindicados. Esto significo el agravamiento de las luchas sindicales, al tiempo que se generaba una identificación entre anarquistas y el extranjero peligroso. En ese contexto es que se dictó la Ley de Residencia, en el año 1902, con el objeto de poder expulsar a quienes se presentan como peligrosos para el orden social.
El proyecto que dio origen se remonta al año 1899, cuando el Senador Miguel Cané presentó un proyecto de ley, en el que se le daba al Poder Ejecutivo el poder de deportar o impedir la entrada al país de aquellos extranjeros que podían poner en peligro la tranquilidad. De este modo, comienza a dibujarse una política represiva dirigida básicamente a los extranjeros peligrosos, que amenazaban el orden social. Pero no paso mucho tiempo para que a esta estrategia la acompañase otra que buscaba neutralizar ese peligro con una política que ya se implementaba en otros países: el reconocimiento del derecho del trabajo, que devendría, finalmente, en el reconocimiento de derechos sociales.
El proyecto de Cané no fue tratado en el año de su presentación debido a las objeciones que presento la Comienzo de Negocio Constitucionales, precisamente por oponerse a lo prescripto por la Carta Magna. Sin embargo, un año después, el poder ejecutivo, a través de su Ministro del Interior Yofre, presento un proyecto del mismo tenor que el de Cané. Este proyecto se presentó como superador del de Cané, en tanto “no es una simple ley de defensa social contra un peligro posible, sino que es la reglamentación de derecho que tienen todos los extranjeros de todos los países del mundo para entrar, permanecer en y salir del territorio argentino, conforme a las leyes que reglamenten sus ejercicio.
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