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Capítulo V: Trabajadores del mundo


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2015  •  Reseña  •  1.857 Palabras (8 Páginas)  •  114 Visitas

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Nombre: Helen Vanessa Manrique Arcila   Código: 2013160041

Sociedades Contemporáneas

La Era del Imperio 1875-1914. Eric Hobsbawm.

Capítulo V: Trabajadores del mundo.

El autor  inicia el capítulo  evidenciando la ampliación del electorado en este, era inevitable que la mayor parte de los electores fueran pobres, y mostraran su descontento, señala que era inevitable que estuvieran dominados por su situación económica y social, donde el proletariado era la clase que se estaba incrementando y cuya presencia hacia cada vez más evidente.

El número de personas que recibían un salario estaba aumentando, en este punto señala la existencia de los trabajadores asalariados, las ciudades modernas necesitaban trabajos de construcción o servicios municipales. En los países fundamentalmente agrícolas los mercados urbanos se aprovisionaban de comida, gracias al trabajo de una mano de obra barata que trabajaba en establecimientos industriales, el número de trabajadores se multiplicó en los países  industrializados tempranamente, en Europa, Norteamérica, Japón y algunas zonas de ultramar colonizadas.  La agricultura tradicional de las regiones atrasadas no podía seguir proporcionando tierra para los  campesinos, cuando estos emigraban  a América, esperaban  ganar lo suficiente y comprar propiedades. La mayor parte alimentaba las cuadrillas de trabajadores de construcción y minas, y a sus  familias que trabajaban en el servicio doméstico.

La producción mediante maquinaria en las fábricas afectó negativamente a los trabajadores que  fabricaban la mayor parte de los bienes de consumo en las ciudades por medio de métodos artesanales,   debido a estos factores el número de proletarios se incrementó como consecuencia de la demanda de mano de obra, seguido a esto comenzaron a aparecer partidos de masas basados en la clase trabajadora inspirados mayoritariamente por el socialismo revolucionario y dirigidos por hombres que creían en esa ideología. El proletariado estaba destinado a convirtiéndose en la gran mayoría de la población  y comenzó a afiliarse a diferentes partidos.

Los partidos obreros representaban a esta clase en su lucha contra los capitalistas y sus estados, su objetivo era crear una nueva sociedad que garantizara liberación de los trabajadores. Pero el proletariado no era una masa homogénea, se generaban divisiones entre las masas existentes,  que  impedían afirmar una conciencia de clase unificada.  El proletariado de la fábrica industrial moderna era muy diferente a los trabajadores manuales que trabajaban en pequeños talleres, así como también los trabajadores asalariados que llenaban las ciudades y el campo. No había sólo divisiones, sino también rivalidades entre grupos, cada uno  intentaba monopolizar un tipo de trabajo. Existían además diferencias sociales, culturales y geográficas. Distanciados entre sí, eran útiles para los empresarios.

En Reino Unido existía  un fuerte sentimiento de clase y una organización de la clase obrera. La industrialización pionera de este  país permitió  que un sindicalismo fundamentalmente descentralizado y formado en esencia por sindicatos de oficios, echara raíces en las industrias básicas del país. Entre 1867 y 1875, los sindicatos consiguieron un status legal y unos privilegios, los empresarios y los gobiernos no consiguieron reducirlos o abolirlos hasta el decenio de 1890, este poder de la clase obrera crearía cada vez mayores problemas para la economía industrial británica. En los demás países, generalmente solo existían sindicatos eficaces en la industria moderna, que estaban unidos a las ideas nacionalistas, otros sectores  como el transporte y los funcionarios públicos coincidieron con el sindicalismo. Los empleados al servicio del estado estaban excluidos de la organización obrera, esto retrasó notablemente la sindicalización de los ferrocarriles, que en muchos casos eran propiedad del Estado.

La clases obreras fueron unificadas por que las organizaciones les transmitieron sus ideologías, principalmente las socialistas y anarquistas. Los socialistas fueron los primeros en acercarse a ellos, llevando el mensaje de unidad  a todos los que trabajaban y eran pobres,  también llevaron consigo una organización. A través de esta, consiguieron portavoces que pudieran articular los sentimientos de unos hombres y mujeres. Pero incluso en la gran ciudad, la especialización funcional, separaba a las diferentes clases. Los sindicatos, sobre todo los sindicatos socialistas, querían generar organizaciones globales de trabajadores, cada una de las cuales cubría una sola rama de la industria nacional, de esta manera se reflejaba la  visión de la economía como un todo integrado. La formación de las clases obreras se vio acelerada en el curso de dos breves períodos:

 El primer gran salto aproximadamente entre 1880 y 1890 en los que empezaron a hacer acto de presencia grupos importantes de socialistas en los parlamentos de varios países. El segundo período de progreso, entre la Revolución rusa de 1905 y 1914, el avance electoral de los partidos obreros y socialistas se completó con la ampliación del derecho de voto. Al mismo tiempo, los brotes de agitación obrera fortalecieron e sindicalismo organizado. Esos dos momentos del movimiento obrero aparecen prácticamente en todas partes. 

El autor señala que la formación de una conciencia obrera no puede identificarse con el desarrollo de movimientos, aunque en Europa central y en algunas regiones concretas industrializadas la identificación de los trabajadores con su partido es casi total. Lo que se producía cada vez con mayor frecuencia era la identificación de clases sin contenido político, la conciencia de pertenecer a un mundo distinto, el mundo de los trabajadores. Fue a través del movimiento como las “clases obreras” se fusionaron hasta formar una única “clase obrera”.

 El sindicato y las cooperativas estaban subordinadas  a un partido político, o formaban parte de uno, partido era su expresión fundamental, siempre recibía el nombre de Partido Socialista o simplemente Partido “de los Trabajadores” o Partido “Obrero”. A excepción  de  la península ibérica el anarquismo no llegó a ser en ninguna parte de Europa la ideología predominante ni siquiera de movimientos obreros débiles.  La gran mayoría de esos partidos obreros de clase perseguían un cambio fundamental en la sociedad. Hasta 1914, intentaron participar lo menos posible en la política de la clase gobernante a la espera del día en que el movimiento obrero constituyera su propio Gobierno. 

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