Clases Políticas.

II. LA CLASE POLÍTICA.

En todas las sociedades existen dos clases de personas: los gobernantes y los gobernados. La primera, es siempre la menos numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él. La segunda, es la más numerosa, es regida y regulada por la primera de manera más o menos legal y a ella se le suministra de manera aparente, los medios materiales de subsistencia y los indispensables para la vitalidad del organismo político.

En todo organismo político hay una persona que está por encima de la jerarquía en toda clase política y que dirige el timón del Estado, a veces son dos o tres las que toman cargo de la dirección suprema.

Cualquiera que sea del tipo el tipo de organización social, la presión del descontento de la masa de gobernados puede ejercer cierta influencia sobre la dirección de la clase política.

El hombre que es jefe de Estado no podría gobernar sin el apoyo de una clase dirigente que hiciera cumplir sus órdenes. Y por otra parte si el descontento de las masas llegará a destronar a la clase dirigente surgiría de la masa otra minoría organizada que desempeñaría el oficio de dicha clase.

La verdadera superioridad de la clase política es la importancia que su diversa constitución tiene en la determinación del tipo político, y del grado de civilización de los diferentes pueblos; monarquías absolutas, moderadas y repúblicas.

Después se fundó en el concepto que la mayoría de los ciudadanos de un Estado debía participar en la vida política.

Cuanto más vasta es una comunidad política, tanto menos puede ser la proporción de la minoría gobernante con respecto a la mayoría gobernada y tanto más difícil le resultará a ésta organizarse para actuar contra ella.

Es preciso que la organización social se perfeccione de manera que el respaldo de la fuerza pública resulte más eficaz que el de la fuerza privada.

En las sociedades donde las creencias religiosas tiene mucha fuerza y los ministros de culto forman una clase especial, se constituye casi siempre una aristocracia sacerdotal que tiene una parte grande de la riqueza y el poder político y con frecuencia estas jerarquías tiene la tendencia de monopolizar los conocimientos y obstaculizar su difusión de los métodos que hacen posible aprenderlos.

Las nociones especializas y la verdadera cultura científica despojada de todo carácter sagrado y religioso y franquearon el acceso a la clase gobernante para quienes poseían esos conocimientos.

No cambian las fuerzas políticas, se hace sentir la necesidad de que otras actitudes diferentes de las antiguas se afirmen en la dirección del Estado; y si las antiguas no conservan su importancia o se producen cambios en su distribución, cambia también la composición de la clase política.

La lucha entre la tendencia que tienen los

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