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Consecuencias Del Debilitamiento De La Figura Presidencial

Tripita24 de Abril de 2013

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CONSECUENCIAS DEL DEBILITAMIENTO DE LA FIGURA PRESIDENCIAL

El cambio político en México se ha dado de forma centrípeta, es decir, de los Estados hacia el centro, pero la mayoría de los estudios acerca del presidencialismo han dejado al margen las implicaciones que la competitividad en la provincia ha tenido sobre la democratización del sistema político nacional.

Pocos han observado cómo este proceso llevó al declive de actores políticos fuertes tradicionales, tales como el gobierno federal, la Presidencia de la República o en algunos aspectos las corporaciones y sindicatos, pero también a la renovación o el regreso de otros, como los Gobernadores y los “hombres fuertes”. El regreso de estos personajes a un primer plano en la política nacional evidencia los equilibrios políticos nacionales invertidos, una vez que han sido debilitados los mecanismos que permitían la existencia de un centralismo, desde el cual se imponían a los Estados presupuestos, impuestos, planes, políticas y candidatos. En el presente ensayo se discuten los efectos de la democratización local sobre el sistema político. Se intenta mostrar la manera en que se han ido ajustando los Gobernadores a la nueva dinámica posautoritaria y cómo han logrado asociarse en la CONAGO (Conferencia Nacional de Gobernadores), que es como un contrapeso al poder que el Presidente todavía ejerce sobre los Estados.

Para tal efecto, el tema se desarrolla desde la Teoría de las Élites ya que encuadra de manera perfecta en el pensamiento neoliberal de finales del siglo pasado, como una respuesta a la caída de los paradigmas colectivistas en el mundo político concreto y la crisis de identidad de las ideologías progresistas. Se asume como Ciencia Política al proceso de reflexión sobre la convivencia humana y los diferentes esquemas de organización y distribución del poder social, se puede afirmar que esta actividad ha acompañado al hombre desde sus orígenes. Con Maquivelo se encuentra la expresión más definida de la responsabilidad del gobernante concreto en la conducción de la cosa pública. En su obra El Príncipe está contenido el germen de una teoría elitista del ejercicio del poder. Basándose en un racionalismo pragmático, Maquiavelo hace depender de la “virtud” y habilidad personales de los gobernantes el éxito o fracaso de la acción de gobierno.

Wilfredo Pareto igualmente hace una valiosa aportación a la teoría sociológica en su concepto de la sociedad como sistema en equilibrio, dice Timasheff (p. 204). La visión paretiana, aunque habla de “equilibrio”, no es estática: es un sistema dinámico con entradas y salidas, con fuerzas encontradas que ocasionan temporales desequilibrios que son de inmediato corregidos. El equilibrio es contrarrestado por la desigualdad de los elementos, y ésta a su vez es paliada por aquél. (Cfr.Alonso:60-63). Pareto llamó élite a los que componen el grado superior de los individuos que, por ocupar los grados superiores de la riqueza y el poder constituyen la élite política o aristocrática.

En toda sociedad organizada las relaciones entre individuos son relaciones de desigualdad, causada por la distribución inequitativa del poder, que en sus diversas formas, el determinante es el poder político. Los que detentan el poder siempre son una minoría y su dominio consiste en que la clase política pueden ser pocos y tener intereses comunes. Un régimen se distingue de otro por el distinto modo en que las élites se organizan y ejercen el poder.

La competencia en las entidades puede ser clasificada como democrática ya que permitió la celebración ininterrumpida de procesos electorales, pero entre 1929 y 1988, el PRI (Partido Revolucionario Institucional) ganó todos los escaños y las gobernaturas y sólo “perdió” algunas curules en el Congreso de la Unión. Lo cual pudiera ser explicado como el resultado del ejercicio de una “metafísica del trabajo” en palabras de C.W. Mills.

Para los partidos de oposición, a los que no les era permitida la competencia en igualdad de circunstancias, las elecciones presidenciales eran sólo un ritual por medio del cual se perpetuaba el sistema político, que un medio para competir de forma abierta por el poder. La hegemonía de un partido y la no competencia de las elecciones fueron las características de la política mexicana durante un largo periodo de tiempo, algo similar a la “identidad de clase”, práctica parecida a la “metafísica militar” de Mills. La crisis de este sistema vino en la competencia electoral. A finales de la década de los ochenta, los triunfos del PRI comenzaron a reducirse y su tendencia a la baja en los sufragios ya no cambiaría, excepto en 1991. Analogando las elecciones presidenciales y de diputados de 1979 y las elecciones del 2000, el descenso de votación por el PRI alcanzó aproximadamente el 35%.

Cualquier indicador que se construya, evidencia que el sistema autoritario se adelgazó casi en su totalidad. En los Estados fue más patente. El descenso de votación por el PRI en lo local pasó de casi 98% de todos los escaños en sus manos en 1974 a tan sólo 49% en 1999.

Las capitales ganadas por partidos de oposición observaron un considerable aumento de 1979 a 1999, de 90 triunfos de la oposición sólo 24 tuvieron lugar antes de los noventa. De 31capitales, 24 fueron ganadas por partidos opositores en el periodo de la transición a la democracia.

Una muestra de elecciones para la gubernatura en seis Estados evidencia de qué manera ha disminuido el margen de triunfo entre el primero y el segundo lugares (a mayor margen menor competitividad), al pasar de 68% en 1985 a un promedio de 7% en 2003. Si se analiza caso por caso, puede observarse que en Estados como Campeche el cambio ha sido sorprendente. Desde esta perspectiva, la democratización en nuestro país está asociada a fuertes procesos de descentralización, producto de la imaginación sociológica de los actores políticos regionales. En los Estados y en los Municipios del mismo modo se experimentaron mucho antes los fenómenos de alternancia y la pluralidad. En ciertas regiones se manifestó más fuertemente el pluralismo, como en el norte de la República, donde los controles nacionales fueron más débiles. Roderic Al Camp, al respecto dice:

“Esta nueva raza de políticos, y posiblemente también un nuevo tipo de político del PRI, son producto de un cambio enorme en la política mexicana. Como demostrara Alonso Lujambio en un estudio reciente, en tan sólo diez años –de 1988 a 1998- el porcentaje de la población que ha vivido gobiernos municipales no controlados por el PRI se incrementó quince veces, de 3 a 50%. La importancia de la competencia partidista y el pluralismo a niveles local y estatal creó una demanda lógica por un nuevo tipo de figura política, cuyas características gradualmente se extienden a las élites del poder político a nivel nacional” (Ai Camp, 2002:302)

Sin embargo, el aumento de la competitividad local ha sido lo que volvió insostenible el mantenimiento de mecanismos nacionales de control político. Un ejemplo de ello fue cuando las corporaciones (empresas y sindicatos) perdieron la capacidad para movilizar el voto de sus agremiados, el PRI no solamente enfrentó a partidos de oposición que pugnaban por una política de bases territoriales, al priorizar lo local frente a lo nacional, sino también a su propia militancia, que veía en el sistema de cuotas por sectores un desprecio al trabajo partidista local y un impedimento para enfrentar al incremento de la competitividad en los Estados y las regiones. Desde la perspectiva de Dumhoff, la élite ejerce el poder al influir en la política gubernamental mediante el apoyo de las fundaciones, centros de investigación, universidades, ONG´s y corporaciones:

“Una carrera ilustrativa de este prototipo […] es la de Ernesto Ruffo Appel, el primer miembro de un partido de oposición que ganó una gubernatura en México desde la fundación del PRI en 1929. Su familia, de ascendencia italiana, irlandesa y alemana, vivió durante generaciones en la península de Baja California, y su padre se mudó a Ensenada en 1940 para trabajar en una empacadora de pescado. Ruffo asistió a la escuela en Ensenada y, como muchos niños de la frontera cuyos padres desean que aprendan el inglés, estudió durante un año en San Diego, California, antes de hacer la preparatoria y la carrera universitaria. Se tituló en contaduría y administración de empresas en el ITESM, la institución que […] ha educado a muchos de los principales empresarios mexicanos. Como su padre, trabajó en la industria del pescado y ocupó varios cargos gerenciales antes de unirse al PAN en 1983.

Después de dirigir el capítulo local de la Coparmex, ganó la presidencia municipal de Ensenada por el PAN en 1986. Gracias a su éxito como gobernador del Estado, el PAN tuvo la oportunidad de tener un segundo Gobernador consecutivo por Baja California, algo nunca visto. Fox lo nombró encargado de asuntos fronterizos de su gabinete” (Ai Camp, 2002:303)

Debido a que las estructuras locales estaban al servicio de los intereses del Presidente en funciones, fue obvia la manera cómo los candidatos impuestos desde el centro eran menos capaces de ganar en elecciones más competitivas, por lo que el PRI tuvo que modificar paulatinamente sus reglas para nominar candidatos a gobernador, dificultando al Presidente su capacidad para imponer candidatos desde el centro.

De esa manera fueron ampliándose las demandas de la militancia local por una mayor libertad y autonomía del partido, “incluso de los órganos

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