ENSAYO RESERVA VAN DER HAMMEN .

AMBIENTE Y DESARROLLO

ENSAYO RESERVA VAN DER HAMMEN

ANDRES FELIPE CHAUSTRE FLOREZ

JORGE ARMANDO GOMEZ

UNIVERSIDAD PILOTO DE COLOMBIA

SANTA FÉ DE BOGOTÁ D.C

3 DE MARZO DE 2016

AMBIENTE Y DESARROLLO

ENSAYO RESERVA VAN DER HAMMEN

ANDRES FELIPE CHAUSTRE FLOREZ

ARMANDO GOMEZ

DIRIGIDO: DANIEL FONSECA

UNIVERSIDAD PILOTO DE COLOMBIA

SANTA FÉ DE BOGOTÁ D.C

3 DE MARZO DE 2016

La propuesta de urbanización en la reserva van der Hammen algo no alocado que debe ser acertadamente concertado.

Si bien a muchas familias Bogotanas y habitantes de Bogotá D.C. en general les ha tocado irse a vivir a otras ciudades del país fuera de Cundinamarca porque un sueldo mínimo no les permite sostener sus familias en una ciudad en la que los arriendos son insostenibles, muchas de ellas han optado a pasar de vivir en apartamentos a habitaciones alquiladas otros han optado a desplazarse a los tugurios más lejanos y otros han terminado en la calle, dado que no han podido encontrar otra forma de sobrevivir por el alto desempleo, el pago de un sueldo mínimo inalcanzable cuando el empleo vuelve a sus hogares como posibilidad de sobrevivir, otros han optado por trabajar de forma informal, y otros han optado por compras apartamentos asequibles fuera de Bogotá en la zona sur (como Soacha, Sibate y Fusagasugá), donde el transporte se hace más denso costos e inmanejable para los mismos a la hora de dirigirse a sus trabajos, lo que les disminuye su calidad de vida no solo por la dificultad de transporte sino también mayor inseguridad.

Esta realidad en verdad entristece a los ciudadanos que los quieren amontonar como ratones en el patio trasero de la ciudad, pero ello no es la excepción, ya que la contaminación dentro de la ciudad acechan como avión dragón que expiarse gases tóxicos, haciéndola invivible mientras los boques se mueren, los arboles los incendian las manos humanas y las reservas ambientales, las mantienen fuera del acceso a cualquier actividad económica, ya sea agrícola o industrial, pero estas reservas no las restauran ni las protegen, solo hacen de ellas puros peladeros, no existen autoridades que las protejan de las basuras, los taladores de árboles, de los recicladores que tiran escombros de los agricultores que cultivan ilegalmente, etc, en pocas palabras están a la deriva, haciendo de Bogotá una ciudad sofocada, sin personalidad, sin imagen, sin escenarios paisajísticos significativos que se noten en el constante paso por toda la ciudad.

Lo más chistoso de ello es que algunos consideran que la contaminación aumenta si aumenta el número de habitantes, pues por el contrario estos viviendo dentro o fuera de Bogotá siempre trataran de emplearse en Bogotá, porque fuera de esta no existe opción alguna, a menos que estos cuenten con capital para invertir en otras ciudades o con capital para desplazarse a otras ciudades y sostenerse en las mismas sin un trabajo, mientras logran encontrar un empleo que les permita sobrevivir, siendo las otras capitales del país, unas capitales que cuentan con un potencial de empleo mucho menor al de Bogotá, lo que obliga a muchos a vivir en poblaciones ubicadas al sur, sur occidente y sur oriente de la ciudad, incluso norte, nororiente y no occidente de la ciudad, para trabajar en Bogotá, y por lo tanto a desplazarse de estas poblaciones a Bogotá todos los días a trabajar en la gran más elite industrial que lo posee todo para progresar, Bogotá D.C.

Todo lo cual demanda pensarse un proyecto de ciudad integral, no solo tapar huecos y solucionar problemas, sino para proyectar una identidad de lo que debe y puede ser Bogotá para la vida y no Bogotá para la miseria en medio de los más ricos del país, ni para una capital contaminada que espanta a los turistas que vienen con la expectativa de un país con agua, aire, bosques y selvas, lo que hace pensar que no es alocado considerara un proyecto urbanístico que se proponga en serio “conectar el río Bogotá y los cerros orientales de la cuidad” (El espectador, 2016, p. 1.), en serio con corredores ecológicos de verdad, es decir arborizar más la ciudad, reorganizarla, pero a la vez reconsiderar la propuesta de urbanizar “14.000 hectáreas aproximadamente” (El espectador, 2016, p. 1.) y pensar mejor en restaurar ecológicamente 14.000 hectáreas no precisamente en casi la totalidad de la reserva van der Hammen, sino en la mitad de ella para el ecosistema y la mitad para restaurar y cumplir con la meta de restaurar 14.000 hectáreas en los trazados ecológicos que vienen de los cerros orientales al río Bogotá, para recuperar y proteger el ecosistema de la ciudad. Pues si “para muchos científicos es más interesante reforzar la conectividad entre el cerro y el río, para otros no” (El espectador, 2016, p. 1.), la verdad es que si, siempre que se refuerce la conectividad del río Bogotá con todos los cerros de la ciudad y sus humedales.

Pues no se justifica considera una reserva a un territorio de peladeros, industrias y escombreras, es decir resulta vergonzoso por parte de las CAR y del ministerio del medio ambiente preservar en dicha reserva “apenas el 7,8% son ecosistemas de conservación, mientras que el 92,2% lo ocupan áreas deportivas, colegios, industrias, rellenos de escombros, casas, establecimientos comerciales, estaciones de servicio y, en su gran mayoría, áreas agropecuarias” (El espectador, 2016, p. 1.), lo que demanda al menos recuperar el 50% de ella y el otro 50% para urbanizar, como solución a los ciudadanos que necesitan vivir en Bogotá no en habitaciones hacinados ni en tugurios alejados.

Ello hace destacar que si este proyecto no puede pensarse solo para construir sino para reforestar miles de hectáreas una tarea indispensable y necesaria para la ciudad, lo que demanda diseños distintos que puedan albergar al menos “1.4 millones de personas y, además, manteniendo eso sí la conectividad entre los cerros y el río Bogotá, y completar de las 80.000 viviendas” (El espectador, 2016, p. 1.) propuestas, en su porcentaje faltante  en el resto de la ciudad, a lo cual hay que sumar que se demanda mejorar la construcción de avenida ciudad de Cali, le traslado del transmilenio por la avenida Boyacá, y la construcción de Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) o también Carrera 96, y pensarse la construcción se escenarios ecológicos más completos dinámicos y atractivos para el turismo en la ciudad, y la construcción del metro, dado el difícil acceso de los ciudadanos a las partes más extremas o apartadas delas zonas centrales de la ciudad, pues solo así es posible pensarse como solución, la propuesta de urbanización en la reserva van der Hammen, como respuesta coherente a las necesidades del ecosistema de la ciudad, las prioridades de vida de los ciudadanos y las dinámicas que demanda la movilidad y la sostenibilidad económica de Bogotá.

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