El Encuentro En La Cruz Del Sur
Enviado por oesan • 10 de Marzo de 2014 • 5.974 Palabras (24 Páginas) • 365 Visitas
EL ORIGEN — LA ESPERA — LA MISIÓN — EL ENCUENTRO EN LA CRUZ DEL SUR 1
A mi amigo, el Padre Pascual Bernik, sacerdote Claretiano, Rector de la Catedral de San Carlos de Bariloche, quien hace pocos días me hizo el anuncio evangelizador de la Cruz del Sur.
En el origen
Probablemente nuestro Creador ya lo sabía, por eso en el día tercero puso el Paraíso en el sur, aquí, donde todavía todo es espera2.
Probablemente nuestro Creador ya lo sabía, por eso en el cuarto día, después de poner los dos astros mayores, los que día y noche alumbran alejando la oscuridad, la colgó como cruz—señal anunciando la forma, el contenido y el sentido de la espera3.
Probablemente nuestro Creador lo supo cuando, feliz y anhelante terminaba de comunicarle su gran proyecto, el hombre, los hombres, la humanidad; al más bello y luminoso de los espíritus creados y tuvo que escuchar su terrible respuesta: ¡Non serviam!
Probablemente nuestro Creador supo en ese mismo instante que ese grupo de luceros iba a ser su gran ayuda pedagógica; sólo en el sur podríamos avistarla y dejarnos guiar por ella: el primer Adán y la primera Eva la vieron, casi seguro que la vieron… y aún después de caer, la siguieron viendo, como todos los que luego vendríamos.
Probablemente por todo eso le dio la forma más bella, significativa y única. Por su pura forma, un anuncio: ¡Cruz!
Con el anuncio, un sentido: miren y verán; busquen y encontrarán; caminen y volverán, no están solos pues allí adonde van, Alguien los espera.
La patria comenzaba a ser, comenzaba a existir en el diseño del “país de arriba”, el huenu mapu que será completado, luego, cuando venga el tiempo; que tendrá su nacimiento por el encuentro entre gentes ancestrales guiados todos por la presencia que los llevará al Contenido definitivo de la suprema forma de cruz y reunirá cielo y tierra, por una sola y única Madre.
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La razón y la imaginación humanas, esas dos impotentes sublimes, se verán, entonces, frente a hechos únicos que, sucesivamente y cubriendo la disposición cardinal, irán señalando la fundación de una nueva y gloriosa Nación: “¡Aquí quiero estar”!
¡La Cruz del Sur se llenará de María para que así venga naciendo la Argentina!
En la espera
Aquí en el sur también vivían los pastorcitos de Belén. ¿Acaso no merecen esa nominación simbólica los tantísimos Juan Diego del Tepeyac que abundan en toda hispanoamérica; o la princesa vuriloche, de nombre Huenguele o Huageluen (que traducida al castellano quiere decir Estrella, nombre premonitorio), que, siendo liberada de su cautiverio por el padre Mascardi, acompaña a éste y facilita el comienzo del anuncio de la buena nueva en estas tierras patagónicas, aquí, en la misión Nahuelhuapi?
Por eso afirmo con toda convicción que aquí en nuestro sur también vivieron los pastorcitos de Belén.
Aquí en el sur los pastorcitos vivieron mirando esa figura de estrellas. Mirando hacia arriba, durante miles de años antes, empapándose de cruz. Misterio de la pedagogía que prepara los corazones y las mentes.
El que los esperaba desde siempre y para siempre; Aquél a quien ellos a la vez esperaban aún sin saberlo, aún no conociendo su Nombre; el que se cubriría de pasión por ellos estando en esa Cruz. Esa cruz hecha toda de luceros a la que ellos significaban desde ya, desde entonces, desde antes, en el orden de lo sagrado.
Por eso, tal vez, comenzaran a presentir que en esa Cruz, podría morar también lo sagrado como Persona.
Tan grande era, pues, la influencia de esta cruz en su vida cotidiana: algunos la asociaban con la pura naturaleza y la importancia de sus animales (el ñandú y el guanaco por sobre todos).
Para otros, encerraba una gran enseñanza ética y describía el orden natural de la Creación, cosmogonía que les permitiría, luego, comprender con facilidad y prontitud el Anuncio cristificante. Y no faltaron pueblos quienes, adentrándose más allá, relataron en su torno no sólo la Creación entera, sino también la caída y la salvación.
No es, por tanto, caprichosa ni veleidosa la analogía que hago, con todas las diferencias objetivas, entre los pastorcitos de Belén y nuestros ancestros sudamericanos: 2
aquellos siguieron un lucero buscando el Salvador; éstos siguiendo nuestro Crucero fueron preparados para abrazar a ese mismo Salvador. Pero se necesitaba algo más...
Para chiriguanos, chahuancas y chanés; así como para guaraníes, tobas y wichís, la observación de estas estrellas y constelaciones de alrededor, incluida la Vía Láctea, les indicaba, en común, la figura incompleta del ñandú galaxial así como su cacería o persecución; además, según cada pueblo, podían completarlo con otros aditamentos.
Para el pueblo mocoví, del Gran Chaco, al Crucero lo llamaban Amanic, avestruz; y diversas son las historias que tejieron a su alrededor. La que sigue es una de ellas: "En tiempos remotos, en que el Dios había creado el mundo tal como existe, al poblar la tierra de seres vivientes había colocado a dos animales, el Avestruz y el Perro en medio de un rincón espléndido de la tierra, donde disponía cada uno de cuanto pudiera necesitar: campos, pastos, ríos, granos, alimentos, etc. y así vivir todos en paz. Pero un día, hubo discordia entre ambos, y como el Avestruz le aplicó una fuerte patada al Perro, éste, muy enojado lo persiguió para darle caza, de este modo, corrieron de un lado hacia otro por toda la superficie de la tierra. Y cuando el avestruz vio un inmenso árbol que llegaba al infinito se subió en él, creyendo salvarse de su perseguidor, pero el Perro que olfateando llegó al pie del árbol, trepó por él y siguió a su perseguido. Viendo el Dios de ellos tanta persistencia en vengar sus faltas, decidió castigarlos, convirtiéndolos en estrellas, y es así como aún se ve al Avestruz perseguido por un Perro.
Para los Araucanos, el cielo era "huenu mapu", que quiere decir "El país arriba". Según este pueblo, el cielo era otra tierra que la que ellos habitaban, pero iguales, tanto por los detalles geográficos como por los hombres y animales que en ellos vivían.
El mapa celestial de los araucanos, es atravesado por un gran río, que es la Vía Láctea, a la que llaman "leufu" (río), cerca de este río, hay "dos ojos de agua " rünanco" o "menuco", que son las Nubes de Magallanes. En este "país de arriba" habitan dos animales celestiales, que son el guanaco y el avestruz. El guanaco celestial comprendía una fantástica constelación, representada por estrellas del Centauro, que en determinadas épocas, luego de la puesta del Sol, aparece en la posición de un cuadrúpedo.
Para los
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