El Estado Nación moderno como punto de partida.
Enviado por Lore Orellano • 28 de Septiembre de 2016 • Monografía • 6.457 Palabras (26 Páginas) • 291 Visitas
Clase 1
2. Precisiones acerca del concepto de Estado
2.1. El Estado Nación moderno como punto de partida
En este apartado ofrecemos las primeras nociones conceptuales que admiten precisar de qué hablamos cuando hablamos de Estado y dilucidar cómo esas concepciones y tipos de Estado han sabido integrar a la mayor parte de la ciudadanía por medio de políticas y derechos, y otras veces ejercieron una feroz represión popular, a través de interrupciones del Estado de derecho, por medio de la instalación de dictaduras cívico militares y del Terrorismo de Estado.
Partimos de comprender que la historia de la humanidad registra formas asociativas diversas, puesto que los seres humanos, al ser sujetos sociales de y en comunicación, conformamos permanentemente grupalidades diferenciales, al tiempo que establecemos sociedades políticas mediante las cuales instituimos acuerdos y formas particulares de relación y gobierno. Somos seres en relación, esto es, necesitamos darle un sentido y -principalmente- un orden a los vínculos que establecemos cotidianamente. El Estado moderno resulta ser uno de esos órdenes sociales construidos históricamente para la vida en sociedad.
Habrán escuchado que habitualmente se dice “el Estado somos todos”. Consideramos que esta idea -que ya forma parte del sentido común- requiere ser problematizada tanto conceptual como históricamente, puesto que no siempre los Estados han propiciado la representación en términos de igualdad y equidad ciudadana. Consecuentemente, en cada momento histórico no todas las personas fueron consideradas ciudadanas y/o ciudadanos, ni todas las ciudadanas y/o ciudadanos participaron de la misma manera en la configuración del Estado.
Por otra parte, seguramente muchas y muchos de ustedes estarán pensando también en torno a la idea del Estado como garante de derechos (políticos, económicos, sociales, culturales, civiles y ambientales, entre otros derechos que se derivan directamente de las declaraciones, convenciones, pactos y tratados internacionales de DDHH). Repensar históricamente esta idea será una manera de comenzar a problematizar la noción de Estado.
El Estado, como bien sabemos, claramente tiene esa función de garante de los derechos aunque -como dijimos- no siempre en la historia la ha tenido, y además tiene otras funciones o roles que también intentaremos abordar y complejizar en esta clase.
[pic 1]En este marco, tengamos en cuenta que lo que hoy denominamos Estado no es otra cosa que lo se ha ido construyendo e institucionalizando como “el Estado-Nación moderno”, que -según varios investigadores- tiene sus antecedentes históricos en el denominado Tratado de Westfalia, cuando en 1648 varias ciudades europeas establecieron la paz, luego de largas décadas que ensangrentaron el continente con guerras religiosas, profundos conflictos territoriales y disímiles luchas por la organización del poder.
La paz de Westfalia, entonces, es entendida como un acontecimiento diplomático paradigmático que posibilitó el largo proceso emancipatorio europeo por la independencia, facilitó la configuración de naciones y un tipo de relación social que implicó generar institucionalidad como respuesta al problema teológico y político que imperó en la Europa medieval.
Esto no quiere decir que antes no haya habido Estado, ya que organizaciones sociales antiguas tenían su forma de Estado (como el egipcio, el persa y el romano). Pero en este módulo nos interesa, más que discutir la historia del concepto de Estado, comprender el rol que asume en cada época histórica.
Una mirada significativa en torno a la idea de Estado -aunque con grandes diferencias entre sus impulsores- es la que presentan los pensadores “contractualistas” (Thomas Hobbes, John Locke, Jacques Rousseau), quienes consideran que los seres humanos decidimos consensuar y establecer un “contrato social” para delegar el poder y, de esa manera, formar el Estado o sociedad política en el marco de ciertos acuerdos.
Desde esta perspectiva, previo al establecimiento del pacto o contrato social, la sociedad se encuentra en un “estado de naturaleza” y generalmente resuelve sus conflictos mediante el uso de la fuerza o por medio de “leyes naturales” (el “contractualismo” considera que el conocimiento válido es el que se encuentra presente en la Naturaleza).
Mientras que en la Edad Media la organización social y el poder se centraban en figuras investidas de autoridad divina (el Papa y los reyes como representantes de Dios en la Tierra), el contrato social de la era moderna invierte esa legitimidad, dado que pasa a validarse en una construcción acordada entre personas (en tanto suma de voluntades individuales) que permite intermediar las relaciones y a la vez garantizar un orden, seguridad y protección institucional, derechos y deberes para la vida comunitaria.
Una definición clásica de Estado moderno que resalta sus aspectos estrictamente funcionales es la del sociólogo alemán Max Weber, para quien la función estatal esencial es la de formalizar una serie de instituciones y ejercer el monopolio legítimo de la dominación física dentro de un territorio.
2.2 El Estado y el sistema capitalista
Ahora bien, el Estado -como lo podemos pensar actualmente- fue adquiriendo sus características y atributos en el marco del surgimiento, desarrollo y expansión del capitalismo, lo que le otorga un carácter insoslayablemente clasista. En este sentido, el sociólogo greco-francés Nicos Poulantzas define al Estado como una relación social, esto es, “como la condensación material de una relación de fuerzas entre las clases y fracciones de clases, tal como se expresa, siempre en forma específica, en el seno del Estado” (Poulantzas: 1979:154).
Por tal motivo, podemos comprender que la morfología estatal concreta (cuántas oficinas tiene, cuánto personal contrata, de qué recursos dispone) y sus prácticas (las políticas que define, las tareas que ejecuta, las funciones que cumple y las que ignora) dependen de las variables relaciones de fuerzas sociales y de la manera en que se expresa en el ámbito definido por un territorio (Thwaites Rey y López, 2005).
(1) Cabe aquí una aclaración importante: la materialidad en el Estado no se produce de un modo lineal, no se refleja como un espejo de la sociedad; sino que el Estado presenta opacidades y resistencias propias, diferenciales según sus instituciones. |
Esto significa que el Estado capitalista no es un ente separado e independiente de la sociedad y sus luchas -como lo piensa la tradición liberal- sino que por el contrario constituye su expresión material, es decir, va configurándose históricamente al calor de los proyectos y disputas sociales (1).
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