El Porfiriato

El porfiriato

El porfiriato es un periodo de la historia de México que comprende de 1876 a 1910, donde se llevaron a cabo varias transformaciones económicas que lograron la conformación de un estado nacional fuerte y con estabilidad política durante cerca de 35 años.

El periodo del porfiriato tiene sus orígenes tras la reelección de el presidente Lerdo de Tejada, e inicia con Porfirio Díaz al rebelarse militarmente contra Lerdo de Tejada. El triunfo del Plan de Tuxtepec, lo llevó a la presidencia de México para gobernar desde 1876 hasta 1911, con una breve pausa generada por el gobierno de su amigo Manuel González.

Si bien durante el porfiriato se lograron avances en el país, el costo social de este progreso fue enorme; la desigualdad aumento a niveles pocas veces vistos, se crearon zonas de explotación de indígenas a los cuales se les trataba como esclavos, Además de la existencia de una represión a la libre expresión, que era silenciada por medio de sobornos o bien por torturas y desapariciones.

A pesar de todo, la relación con Estados Unidos marchó de manera correcta, en un ambiente de amistad, paz y apoyo. Esto se logro gracias a las inversiones extranjeras y la estabilidad política garantizada por don Porfirio.

Por lo cual los políticos de Estados Unidos se convirtieron en accionistas de las principales compañías petroleras y ferrocarrileras de México.

Las represiones que Díaz ejercía sobre las personas que exigían una mejor calidad de vida fueron justificadas con el positivismo, el cual proponía "Orden y progreso". Así, el Orden lo mantenía con represión a los manifestantes, y con esto lograba, obtener el progreso, que era el crecimiento económico que en esa época se consiguió

Bajo la dictadura de Porfirio Díaz, México consiguió un importante progreso económico, apoyado en gran medida por el alto crecimiento de la población que experimentó el país en esas décadas. Aumentaron los latifundios a costa de las tierras de comunidades indígenas. Y con las grandes propiedades, la agricultura se orientó a la exportación y creció espectacularmente.

Además durante el porfiriato se dieron grandes transformaciones económicas propicias por la inversión extranjera, principalmente estadounidense y europea. México creció en gran medida gracias a estas inversiones, que consigo dieron paso infraestructura para ferrocarriles y medios de comunicación como el teléfono, el telégrafo y la electricidad.

Sin embargo la sociedad mexicana presentaba una problemática surgida como consecuencia del proceso industrial en un país que había sufrido una prolongada etapa de luchas internas encaminadas a erradicar el dominio español.

En el Porfiriato la política se aplicó de tal manera que todo quedaba a control del presidente Porfirio Díaz. Por lo cual Díaz realizo en sus inicios una política de conciliación. Promovió la no reelección, que fue principio de sus levantamientos, y en 1880 cedió el cargo presidencial a Manuel González.

Después Porfirio Díaz se empeñó en permanecer en el poder y para ello logró el crecimiento de la economía y aliarse con los poderosos de la época. Obtuvo prestigio gracias al progreso de la economía intentando evitar rebeliones.

Al mismo tiempo durante el gobierno de Díaz se fundaron muchos bancos, algunos con oficinas en toda la república, como el Nacional de México, además de otros de carácter regional o estatal, como el de San Luis Potosí, el de Zacatecas y el de Aguascalientes. Esos bancos, al favorecer el ahorro y el crédito, contribuyeron a modernizar la economía.

Porfirio Díaz, quería consolidar el poder e imponer la unidad, por lo cual fortaleció el poder Ejecutivo, creando con un esto un gobierno centralista. Para escoger a sus colaboradores Porfirio Díaz escogió a las personas que a su criterio fueran inteligentes y preparadas.

Cabe destacar que en los inicios del porfiriato, la Hacienda Publica estaba en quiebra; se tenían grandes deudas con préstamos nacionales y extranjeros, durante el tiempo que estuvo Porfirio Díaz en la presidencia, conto con tres secretarios de hacienda que vinieron a darle una nueva cara la hacienda publica en México.

El fin del porfiriato inicia con la crisis económica de 1890, al bajar el precio de la plata, y la de 1907 a 1908, con la fuga de capitales y la disminución de los precios de exportación además de las rebeliones caudillistas que empezaban a surgir, mostrando así contrastes en el desarrollo del país.

Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, realmente nunca quiso dejar el poder y en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección, la cual fue rechazada por el público. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año, y terminó con la entrada triunfal a la ciudad, derrotando al dictador.

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