“Entre el arte y la ciencia, vaivenes de la arquitectura”
Enviado por Victor Zacarias • 4 de Febrero de 2020 • Resumen • 1.296 Palabras (6 Páginas) • 1.282 Visitas
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Instituto Politécnico Nacional
Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura Unidad Tecamachalco.
Resumen
“Entre el arte y la ciencia, vaivenes de la arquitectura”
“Historia de la mecánica de suelos en el Mundo y México”
Profesor:
Rodríguez López José Antonio
ZACARIAS LOPEZ VICTOR
Grupo: 1AV15
ENTRE EL ARTE Y LA CIENCIA, VAIVENES DE LA ARQUITECTURA.
En la antigüedad, con el nombre de arquitecto o jefe de constructores, según la terminología griega, se 'designaba al especialista dedicado a la construcción en muy variados campos, pues lo mismo sabían edificar que construir barcos, conducir aguas o diseñar armas, aparatos y artilugios para la defensa y ataque de las ciudades.
Vitruvio, en el siglo I de nuestra era, describe las labores del arquitecto de la siguiente manera:
Alberti, en el siglo XV describe así las responsabilidades del arquitecto:
Pero al arquitecto hemos de agradecerle, además de que nos procure un reparo confortable y acogedor contra los ardores del sol y los rigores invernales (...) sobre todo sus innumerables hallazgos, que resultan de una indudable utilidad...
Puede verse en esta descripción que el enorme campo de actividades se mantenía todavía en pleno Renacimiento. En términos actuales podríamos decir que el arquitecto realizaba las labores de los ingenieros constructores, estructuritas, hidráulicos, sanitarios, topógrafos, mecánicos y militares, hacia el trabajo del urbanista y era además escultor, pintor y quizá diseñador industrial.
El campo profesional era enorme, por lo que es posible que desde mucho tiempo atrás se hubiesen desarrollado especialidades en una u otra área, aunque sin padecer los conflictos tanto laborales como conceptuales que se iniciaron hasta el momento en que se reconocieron oficialmente algunas especialidades. Podemos ubicar ese momento a partir de la creación de las primeras escuelas destinadas a instruir a profesionales en una parte o aspecto del campo arquitectónico: nos referimos a la Escuela de Puentes y Caminos, fundada en París en 1747, Y a la de Ingenieros Militares establecida en Mezieres el siguiente año. Ambas escuelas avalaban oficialmente las nuevas especialidades que, como decíamos, seguramente ya existían de hecho en la división social del trabajo.
Las consecuencias de este desprendimiento fueron enormes y de gran trascendencia para el campo de la arquitectura, tanto que aún hoy, a más de dos siglos de distancia, persisten sus efectos, aunque con las variantes que impone el tiempo transcurrido. Lo que nos interesa destacar es que a partir de tal suceso cambió tanto la idea de la actividad del arquitecto como de la edificación arquitectónica.
Por lo pronto, ésta separación propició el desarrollo científico del aspecto estructural y constructivo de la edificación llevado a cabo por los arquitectos especializados que ahora recibían el nombre de ingenieros civiles, quienes se abocaron al estudio de la resistencia de los materiales de construcción sometidos a esfuerzos controlados con el fin de determinar su capacidad de carga para obtener en forma más precisa y objetiva las dimensiones requeridas; el resultado de estos estudios fue la demostración de que las dimensiones apegadas a los principios de la proporción estética estaban sobradas, es decir, que el concepto de los órdenes arquitectónicos clásicos o más ampliamente, del estilo, los cuales imponían para su ejecución una serie de reglas inamovibles respecto a la proporción del todo con las partes, no obedecía a los principios técnicos de la construcción. El análisis del funcionamiento de la estructura, al que se oponían los arquitectos de la vieja escuela aduciendo la imposibilidad de conjugarla con la belleza, fundada precisamente en la proporción, los llevó a enfrentar a los ingenieros afirmando que: "La habilidad de los matemáticos en mecánica y estática no es suficiente... sin conocimiento de la euritmia (armonía) siempre producirán composiciones arquitectónicas de miserable calidad"'.
En contrapartida, los ingenieros manifestaron su inclinación a la ciencia, y a través de ella, a las técnicas de la edificación. De
esa manera se generó una antinomia: por un lado, los arquitectos, creadores de arte, cuya cualidad profesional radicaba en la capacidad innata del artista y en la intuición como forma de conocimiento y percepción de la solución a los problemas del arte; en otro lado, los ingenieros, quienes fundaban su profesionalismo en el conocimiento científico y en la razón, originándose la separación en campos opuestos del arte y de la técnica, y de la intuición y la razón. Cada uno de los grupos protagonistas sustentaba un concepto diferente respecto de la arquitectura: por un lado, la idea de la arquitectura como arte y por ello considerada como una obra principalmente bella, y por otro, el concepto de arquitectura como edificación técnica y racional, es decir: como obra correctamente construida.
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