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Ethos Y Valores


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  4.329 Palabras (18 Páginas)  •  425 Visitas

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ETHOS Y VALORES EN EL PROCESO HISTÓRICO-POLÍTICO DE VENEZUELA

Hablar hoy de ethos y valores en nuestra sociedad, se ha convertido inesperadamente en un lugar común. En efecto, hace algunos años habríamos iniciado el discurso sobre la ética constatando la sospecha acerca de su desatino. En los días que corren, la generalización de la crisis parece haber sembrado la convicción acerca de sus raíces éticas.

RELATIVIDAD HISTÓRICA DE LAS VALORACIONES MORALES Y CAÍDA DEL ORDEN TRADICIONAL

Plantear el tema del ethos y los valores que han guiado el proceso histórico-político de Venezuela, es decir, preguntarse por la relación entre valores e historia, valores y sociedad, presupone el reconocimiento de la relatividad de las normas morales y la conciencia del derrumbe de una moral que se cifraba en un orden normativo estable, basado en la "naturaleza humana" supuestamente inmutable. El derrumbe de ese orden normativo estable se produjo no tanto por la creciente conciencia de la relatividad de las normas morales, cuanto por la incapacidad de aquel orden moral tradicional para adaptarse y responder a los cuestionamientos de la modernidad

El hecho es que las formas concretas de vida —los comportamientos efectivos y reales—, están sometidas al condicionamiento de los factores económico, social y político. A ese influjo no escapan las ideas y valores morales y las normas que tratan de tutelarlos haciéndolos operativos. A su vez, el ethos de una sociedad, lejos de ser un producto mecánico, un epifenómeno de la economía, de las relaciones sociales y de la política, contribuye a configurar conductas que cristalizan en las estructuras de la convivencia. Conviene recordar, de todos modos, que las "estructuras sociales" carecen de realidad empírica y que siempre son abstracciones de la acción regular y cristalizada de los individuos concretos.

No tiene mucho sentido preguntarse qué es anterior, ni cuál elemento es determinante en la relación sociedad-valores, sociedad-ethos. La relación es matizada, variable y siempre recíproca.

LA ÉTICA COMO MODELO ANTROPOLÓGICO

Por otro lado, las normas y valores que configuran el horizonte ético de una sociedad, lejos de presentarse a los individuos como "objeto", como "cosas" para ser contempladas, se presentan como un "proyecto"; más claramente, como un "proyecto humano o antropológico". Detrás de los valores se esconde más o menos conscientemente una subyacente visión del hombre autocumplido: en último término, la estructura de valores de un ethos determinado es la "ecografía del modelo deseable de hombre" en una determinada sociedad. De ese "proyecto antropológico" emerge una jerarquía de bienes que lo concretan y particularizan. Las normas morales tutelan, protegen, garantizan la vigencia de ese modelo antropológico a los niveles concretísimos de la conducta cotidiana

Preguntarse por los valores que han guiado el proceso histórico venezolano, es preguntarse en último término por el modelo de hombre, por el proyecto antropológico que ha sido buscado, pretendido, impuesto, padecido por nuestro pueblo hasta el día de hoy.

EL ETHOS TRADICIONAL

Y para entendernos, conviene considerar al inicio de esta reflexión el ethos de las sociedades tradicionales del pasado histórico. El modelo típico es el de la sociedad feudal: en ella el proceso económico estaba subordinado a las necesidades humanas. Los hombres se agrupaban en estamentos claramente delimitados e identificados por la posición y función que desempeñaban en la colectividad. La producción estaba ordenada y determinada por el consumo; pero el consumo a su vez era determinado precisamente por la posición social de los actores. La nobleza no es producto de riqueza, sino que vive en el lujo y el despilfarro lúdico; los caballeros no hablan de dinero —que es cosa de mercaderes—, porque la función del dinero es su gasto: la riqueza no se atesora para ponerla al servicio de la producción, sino que es un tesoro quieto, estático, recibida posesión.

Los productores de la riqueza en la sociedad feudal, agricultores y artesanos consumen todo su precario ingreso: para ellos se trata de una economía de subsistencia en el umbral de rigor austero. Pero para todos hay una lograda correspondencia entre las necesidades subjetivamente experimentadas y los límites impuestos por el propio estamento a la satisfacción de esas necesidades; cada quien está en su puesto y sabe bien a qué atenerse. La idea central del ethos social en una sociedad semejante es la del sustento según la posición social. La desigualdad social es aceptada incondicionalmente en la esperanza de una reivindicación igualitaria en el más allá.

LA TRANSICIÓN HACIA EL ETHOS CAPITALISTA

De todos es conocido el proceso que da paso a la economía capitalista, y que nos han contado en dos versiones opuestas pero complementarias Marx y Weber. El proceso económico y social propició la objetivación de un nuevo ethos, que a su vez estimuló el proceso socioeconómico. Los modos de atesoramiento antiguos, la guerra, la magia, el arrojo caballeresco, la simonía, la herencia... abrían paso a los nuevos modos de enriquecimiento: la libre y arriesgada iniciativa de los hombres industriosos, la usura, la conquista de nuevas tierras y la piratería. En el terreno de la moral, progresivamente se abandona la idea de un orden social estático e inmutable y se abre paso un optimismo antropológico que pone en las virtudes del individuo —cualidades, ingenio— el fundamento y el límite de la movilidad social.

A nivel de los valores la transformación también es conocida. Apareció una raza de hombres alentados por nuevas valoraciones: el trabajo productivo como "programa vital", la riqueza como fruto del trabajo y señal de la predilección divina, la racionalidad de la administración, el ahorro y la austeridad que despreciaban como indigno al despilfarro, al lujo y al consumo superfluo, la inmoralidad del tesoro quieto e improductivo, la diligencia, la moderación, el cálculo que se extiende atiempo como recurso útil... Las virtudes predilectas serían, pues, las virtudes económicas. En primer lugar, es claro, la laboriosidad. Sobre el ethos del trabajo se fundan a la vez la economía y la moral. Pero el trabajo ha de ser emprendedor, dinámico, industrioso. Al hacer crisis las visiones mítico-religiosas del mundo y la existencia, la creencia en la Providencia debe secularizarse; cada cual tiene que convertirse en su propia providencia; la previsión se convierte así en virtud central y, en relación con ella, el ahorro; no el

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