Europa En La Edad Media
Enviado por • 17 de Noviembre de 2013 • 3.347 Palabras (14 Páginas) • 1.009 Visitas
Europa en la Edad Media, Georges Duby.
Resumen:
Capítulo 1 “Hacia el año mil”: en éste primer capítulo, el autor hace una introducción acerca de la situación de la Edad Media hacia el año mil. Pide que imaginemos, puesto que los historiadores no han podido recoger los detalles de la vida cotidiana en general, ya que lo que se conserva con más fervor son los datos de los personajes históricos importantes.
En esta introducción el autor hace hincapié en la escasa población que por entonces poblaba la Tierra conocida; las mayores densidades de población se encontraban en zonas centrales, alejadas de la costa. El paisaje estaba compuesto por vastas extensiones de campo, algunas cabañas de campesinos, y de vez en cuando una ciudad. Lo que más llama la atención es la miseria en la que vivía el pueblo llano. Quedan residuos de esclavitud, que poco a poco van ganando privilegios y oportunidades, pero muy tímidamente. Como bien dice el autor, “el mundo está por domar”. Las gentes están asustadas de la naturaleza, la noche, el océano, de los recientes invasores que son los sarracenos, los húngaros y los normandos. Gente cristiana cuyo centro del mundo se sitúa en Jerusalén, donde reside la esperanza contra los temores que azotan su mundo. Los cristianos sueñan con volver a una edad de oro. Sigue existiendo un emperador de Occidente, cuya autoridad ancestral reside en la Germania. En el año mil, éste emperador es Otón III, el cual intenta devolver a la figura imperial la majestuosidad que poseía Carlomagno. Manda saquear su tumba y despojar sus tesoros, con tal de llevárselos a su palacio. El emperador se muestra ante sus fieles como el dueño supremo del mundo. La sociedad es totalmente feudal, pero el jefe obedecido era aquel al que se ve, a quien se oía. Los caballeros son quienes realmente controlan la sociedad, refugiados en los numerosos castillos existentes, repletos de soldados. Exigen a los campesinos a cambio de una supuesta protección. Por lo que los caballeros tenían tiempo para divertirse y entrenarse en el arte de la guerra. Los primeros movimientos del avance técnico se aprecian en el perfeccionamiento armamentístico. Se crean resistentes armaduras e imponentes espadas, las cuales proclaman la superioridad social. La espada del año mil es como una persona. El asalto, los robos o la guerra eran frecuentes por doquier, salvo en lugares respetados. Mediante los libros se conservaron las tradiciones, pero por desgracia su lectura sólo recaía en gente de la Iglesia y en escasos reyes. Estos libros eran fervientemente guardados y decorados con todo lujo de detalles. Uno de los mejores artesanos que contribuyeron a esta conservación del arte fue Bernward, obispo de Hildesheim, quien hizo levantar una réplica de la columna Trajana, pero cambiando su contenido por el de la tapicería de Bayeux. También mandó construir dos hojas de una puerta, las cuales se decoraron de tal manera que son un referente del arte visual de la época.
Capítulo 2 “La búsqueda de Dios”: el capítulo comienza explicando cómo era el arte imperial, el cual hacía constantes representaciones del infierno, porque se creía que éste se correspondía con el mundo visible. Las gentes del siglo XI veneraron a los monjes, considerados héroes, poniendo la esperanza de salvación en los monasterios. Estos lugares eran considerados fortalezas contra el mal.
En estos años, la realeza era prácticamente un mito. La innovación artística no recaía ya en las cortes reales, sino en los monasterios. Se crean fraternidades, grupos de hombres conducidos por el abad. De estas grandes casas de familia se conserva poco, como mucho las zonas centrales de los monasterios en los que se reunían los monjes para rezar, deambular y pensar. La obra de arte por excelencia es la iglesia. Ésta debe ser un monumento de orden, por lo que la arquitectura debe ser impecable. Siempre está orientada y presentando en su interior homogeneidad en los materiales en los que fue construida. Estaban edificadas sobre las tumbas de santos, pues una de las funciones de la iglesia era guardar sus reliquias. Los mojes cumplían en este edificio su oficio, el de rezar y velar por la salvación espiritual del pueblo. La oración de la edad románica eran a
viva voz y sobre el ritmo de la música: el canto gregoriano. Las iglesias no fueron construidas por los monjes, sino que se contrataron obreros, aunque quienes escogían las ornamentaciones eran los sabios. Para ellos, las matemáticas era la más alta de las ciencias. Una de las más perfectas basílicas construidas fue la de Cluny. El arte que decoraba todos estos edificios religiosos evocaba lugares idílicos, del paraíso. Lugares hermosos para alejar a los malos pensamientos.
La peregrinación fue la manera de lavar las faltas de quienes no estaban en un monasterio. Ésta era penitencia, una prueba para ganarse la purificación. Pero también era placer, pues suponía visitar nuevos lugares. Cuando el peregrino entra en un monasterio se consigue transmitir el mensaje del arte monástico: el caminante se Introduce en otra parte del universo.
Capítulo 3 “Dios es luz”: en el siglo XII se acelera el movimiento de expansión. Comienzan las cruzadas, aparecen pueblos nuevos y los comercios se animan dándole máxima importancia a la moneda. El sentimiento religioso cambió; la gente se convenció de que la salvación se gana viviendo de una determinada manera. Las abadías se reunieron en congregaciones y prosiguieron con las investigaciones estéticas que habían comenzado años antes. La más poderosa de las congregaciones fue la orden de Cluny, cuyo monumento más importante fue la iglesia abacial de Cluny. De este monumento solo quedan ruinas. Fue un edificio magnífico, creado para representar la Ascensión.
El centro espiritual del mundo seguía residiendo en los monasterios y abadías. Todas ellas mostraban en medio de las soledades, la imagen de una ciudad perfecta, paraísos sobre la tierra. Pero no separados de ella. Tenían una arquitectura sencilla, construidas en piedra. Estas estaban edificadas para que los que las moraban tuvieran tiempo para reflexionar, encerrados en sus celdas, pero también para que hablaran entre ellos en el claustro. Hay escasa decoración en los claustros, necesaria para el trabajo que allí se realizaba, que era encontrar a Dios a través de las palabras.
Los monjes rezaban ocho horas diarias, y dedicaban otra parte del día a elaborar la tierra de los dominios de su abadía, convento o monasterio.
Capítulo 4 “La catedral, la ciudad, la escuela”: la catedral es la iglesia del obispo. Es pues una iglesia urbana. Lo que el arte de las catedrales significa, sobre todo en Europa, es el despertar de las ciudades. Muchas de sus vidrieras fueron ofrecidas
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