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Halcones


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  Síntesis  •  2.293 Palabras (10 Páginas)  •  423 Visitas

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Halcones

Los Halcones eran un grupo de choque creado a finales de los años 60 para evitar otro movimiento popular grande como lo fue el Movimiento estudiantil en México de 1968. Su primera participación fue el 2 de octubre de 1969, en el primer aniversario de la matanza de Tlatelolco. Al público capitalino se le informó por parte del gobierno que habría un destacamento especial creado para la seguridad del recién inaugurado Metro de la Ciudad de México. El pueblo, desde luego, ignoraba el verdadero nombre del grupo de choque y más aún su verdadero propósito. Los integrantes de los Halcones eran identificados con apodos y sus integrantes eran muy variados. Los más jóvenes provenían de clubes deportivos. Otros eran "porros" de las universidades, creados para contrarrestar y vigilar a los estudiantes de tendencia izquierdista (después del Halconazo, su número se incrementó exponencialmente); algunos Halcones eran militares, los cuales eran referidos con el mote de "profesores" o "paisanos" (estos últimos teniendo a su mando a decenas de "Halcones" y la gran mayoría eran "veteranos" de la matanza de Tlatelolco)1 y otros más, pandilleros3 que fueron liberados de las cárceles de la ciudad con la promesa de tener un sueldo mayor si se unían al destacamento paramilitar.

La matanza

La marcha comenzaría en el Casco de Santo Tomás y recorrería las avenidas Carpio y de los Maestros para salir a la Calzada México-Tacuba para finalmente dirigirse al Zócalo capitalino. Las calles que desembocan a la Avenida de los Maestros estaban bloqueadas por granaderos y agentes policiacos, los cuales impidieron el paso de los estudiantes. Asimismo, también había tanquetas antimotines a lo largo de Melchor Ocampo junto con transportes del ejército, los cuales se ubicaban cerca del colegio militar y transportes de granaderos en un enorme contingente policíaco en el cruce de las avenidas Melchor Ocampo y San Cosme. Un grupo de choque entrenado por la Dirección Federal de Seguridad y la C.I.A., conocido como "Los Halcones", los cuales vinieron en camiones y camionetas grises y transportes de granaderos atacó brutalmente a los estudiantes desde las calles aledañas a la Avenida de los Maestros después de que los granaderos abrieran sus filas. Los paramilitares venían armados con varas de bambú, palos de kendo y porras, por lo que en un principio fueron fácilmente repelidos por los estudiantes. En un contraataque, los Halcones agredieron a los manifestantes una vez más, esta vez, no sólo con sus garrotes, sino con armas de fuego de alto calibre.1 Los estudiantes, por su parte, intentaron inútilmente esconderse de los jóvenes armados. La policía no intervino porque no tenía órdenes de hacerlo y permaneció como espectadora permitiendo la masacre. El tiroteo se prolongó por varios minutos, durante los cuales algunos transportes daban apoyo logístico al grupo paramilitar, dotándolo con armas y transportes improvisados, como lo fueron automóviles privados, camionetas, patrullas policíacas e incluso una ambulancia de la Cruz Verde. Los heridos fueron llevados al hospital general Rubén Leñero, pero fue inútil, pues los Halcones llegaron al nosocomio y allí dieron remate a los jóvenes aún en el quirófano, además de intimidar a los internos. El número de muertos fue cercano a 120, entre ellos un muchacho de catorce años: Jorge Callejas Contreras.

Esa misma noche, elementos del ejército resguardaron el Palacio Nacional y el entonces presidente Luis Echeverría anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían a los culpables. Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad, y Julio Sánchez Vargas, procurador general, negaron que hubiera Halcones y los jefes policíacos culparon a los estudiantes de haber creado grupos extremistas dentro de su propio movimiento, quienes finalmente habrían atacado a sus compañeros. Pasó una semana hasta que Escobar aceptara que los había, pero no los involucró en la matanza. El alto número de periodistas agredidos y de evidencia gráfica de los sucesos logró que la prensa contradijera la versión oficial del gobierno y aceptara la existencia del grupo. Martínez Domínguez entregó su renuncia a Echeverría el 15 de junio pues estaba convencido de que los manifestantes habían sido provocados, entre otras cosas, para que el gobierno tuviera un pretexto y se deshiciera de él. Así y todo, durante años, Martínez Domínguez recibió el apodo popular de "Don Halconazo" (ya que formalmente se le conocía como Don Alfonso), en alusión a la matanza del Jueves de Corpus.

El terrible saldo de la manifestación desanimó a muchos estudiantes, pero también propició que se radicalizaran otros más, quienes más tarde formarían parte de las organizaciones guerrilleras urbanas. Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades democráticas reales y controlaran el régimen social; Educación de calidad para todos, en especial para campesinos y obreros, y mayor importancia y respeto a la diversidad cultural mexicana; estricta apertura democrática, apoyo a la vida política sindical de los obreros y fin de la represión por parte del gobierno. Estas y otras expresiones de la oposición empezarían a canalizarse años después a través de la Reforma Política de 1977, impulsada por José López-Portillo desde las entrañas del régimen y que terminaría con la razón de ser de las guerrillas y la clandestinidad política.

Partenón de Durazo: albergue construido por el Jefe de la Policía de la Ciudad de México, Arturo Durazo Moreno, durante el gobierno del presidente José López Portillo (1 de diciembre de 1976 -1 de diciembre de 1982) con marcada influencia del Partenón original.

Arturo Durazo Moreno saltó a la escena política gracias a su amistad con José López Portillo, Presidente de México de 1976 a 1982. Amigos desde la infancia, López Portillo lo invitó a participar como su guardaespaldas durante su campaña por la presidencia de la república.

Lopez Portillo ganó las elecciones para presidente. Al llegar a la presidencia de México premió al Negro Durazo poniéndolo a cargo de la Policía de la Ciudad de México., apelando a la máxima "a mi no me den, a mi pónganme donde hay".

La Policía de la Ciudad de México vivió su etapa histórica más negra durante el periódo en que el Negro Durazo la dirigió.

La corrupción descarada reinó durante la administración de López Portillo en todos los niveles de gobierno.

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