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Historia Del Prosesador De Texto


Enviado por   •  4 de Agosto de 2011  •  8.113 Palabras (33 Páginas)  •  1.234 Visitas

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Historia del prosesador de texto

La invención de la máquina de escribir permitió suplantar a los lentos copistas y le dio un carácter más oficial e impersonal a los escritos comerciales y políticos. El procedimiento mecánico de escritura aceleró el ritmo de las comunicaciones, marcó un punto importante en el desarrollo de las relaciones sociales y le permitió a la mujer ingresar masivamente al mundo laboral como dactilógrafa, entre los siglos XIX y XX. Podríamos decir de cierta manera que la máquina de escribir le abrió el camino a las máquinas eléctricas y porque no a las computadoras.

En 1855 el italiano Giuseppe Ravizza creó un prototipo de máquina de escribir, llamado Cembalo scrivano o macchina da scrivere a tasti. Era una máquina avanzada que permitía al usuario ver lo que escribía a medida que tecleaba.

En 1861 el padre Francisco João de Azevedo, un sacerdote brasileño, fabricó su propia máquina de escribir con materiales básicos, como madera y cuchillos. Ese mismo año, Pedro I, el emperador de Brasil, le entregó una medalla de oro por este invento. Muchos brasileños, así como el gobierno federal de ese país, consideran a Azevedo el auténtico inventor de la máquina de escribir, una reivindicación que ha sido objeto de cierta controversia.

En 1864 el austriaco Peter Mitterhofer creó una máquina de escribir que tampoco llegó a comercializarse. Mitterhofer siguió mejorando su modelo original y creó cinco versiones mejoradas diferentes hasta 1868.

La «bola de escribir» de Hansen, inventada en 1865. El modelo de la fotografía es de 1870.

En 1865 el reverendo danés Rasmus Malling-Hansen inventó la «bola de escribir», que se comercializó en 1870, siendo la primera máquina de escribir puesta a la venta. Fue un éxito en Europa, y se sabe que estuvo en uso en oficinas de Londres hasta 1909.

Adicionalmente, Malling-Hansen usó un escape solenoidal para el retorno del carro de algunos de sus modelos, constituyendo un serio candidato para la primera máquina de escribir «eléctrica». Gracias al libro Hvem er Skrivekuglens Opfinder?, escrito por la hija de Malling-Hansen, Johanne Agerskov, sabemos que en 1865 Malling-Hansen fabricó un modelo de porcelana del teclado de su bola de escribir, y experimentó con diferentes ubicaciones de las letras para lograr la mayor velocidad de escritura. Malling-Hansen ubicó las letras en pistones cortos que se movían directamente a través de la bola bajando hasta el papel, lo que junto con la adecuada ubicación de las letras para que los dedos más rápidos pulsasen las usadas con mayor frecuencia, hizo de la bola de escribir de Hansen la primera máquina de escribir que permitía elaborar textos sustancialmente más rápido que escribiendo manualmente. Malling-Hansen desarrolló su máquina aún más en los años 1870 y 1880, logrando muchas mejoras, pero manteniendo la cabeza de escritura original. En el primer modelo de la bola de escribir de 1870, el papel se sujetaba a un cilindro dentro de una caja de madera. En 1874 el cilindro fue reemplazado por un carro que se movía por debajo de la cabeza de escritura. Entonces, en 1875, el conocido modelo alto fue patentado, siendo la primera de las bolas de escribir que funcionaba sin electricidad. Malling-Hansen asistió a las exposiciones mundiales de Viena en 1873 y París en 1878. En ambas ganó las medallas del primer premio por su invento.

Primer éxito comercial, Christopher Sholes

La primera máquina de escribir con éxito comercial real fue inventada en 1867 por Christopher Sholes,[1] Carlos Glidden y Samuel W. Soule. Sholes repudió pronto la máquina, rehusando usarla e incluso recomendarla. La patente (US 79.265) fue vendida por 12.000$ a Densmore and Yost, que llegó a un acuerdo con E. Remington and Sons (entonces famosos como fabricantes de máquinas de coser) para comercializar la que fue conocida como «Máquina de escribir Sholes and Glidden». Remington empezó la producción de su primera máquina de escribir el 1 de mayo de 1873 en Ilion (Nueva York).

El primer modelo industrial, fabricado en 1873 por Remington, estaba montado sobre una máquina de coser estándar. El retroceso del carro se conseguía accionando un pedal similar al de éstas. En este modelo quedaron pendientes de solución dos defectos importantes: la escritura se realizaba solamente con mayúsculas y permanecía oculta para el escribano; además, la máquina resultaba de un tamaño desmesurado y embarazoso, siendo por otra parte de un coste muy elevado, por lo que nunca llegó a ser lanzada al mercado.

Partiendo de la idea de Sholes, numerosas firmas, tales como Remington, con los ingenieros Byron, Brooks, Densmore, Fenne y Yost, crearon, subsanando los diferentes inconvenientes, una máquina de escribir mecánica similar a la actual.

La característica de ver lo que se iba mecanografiando a medida que se escribía se da por supuesta en la actualidad. Sin embargo, en la mayoría de las primeras máquinas de escribir, los tipos golpeaban subiendo contra el fondo del rodillo. Por ello, lo que se escribía no era visible hasta que las siguientes líneas escritas hacían que el papel se deslizase, dejándolo a la vista. La dificultad con cualquier otra disposición era asegurar que los tipos volvían a caer adecuadamente a su lugar cuando se soltaba la tecla. Esto fue finalmente logrado con diversos diseños mecánicos ingeniosos, y las llamadas «máquinas de escribir visibles» fueron comercializadas hacia 1895. Sorprendentemente, los modelos antiguos siguieron fabricándose hasta 1915.

Estandarización

Caracteres en una máquina de escribir de la década de 1920.

Hacia 1920, la máquina de escribir «manual» o «mecánica» había alcanzado un diseño más o menos estándar. Había pequeñas variaciones de un fabricante a otro, pero la mayoría de las máquinas seguía el siguiente diseño:

Cada tecla estaba unida a un tipo que tenía el correspondiente carácter en relieve en su otro extremo. Cuando se presionaba una tecla con la suficiente fuerza y firmeza, el tipo golpeaba una cinta (normalmente de tela entintada) extendida frente a un cilindro que sujetaba el papel y se movía adelante y atrás. El papel se enrollaba en este cilindro, que rotaba al accionar una palanca (la del «retorno de carro», en su extremo izquierdo) cuando se alcanzaba el final de la línea. Algunas cintas estaban divididas en dos mitades, una roja y otra negra, a todo lo largo, contando la mayoría de las máquinas con una palanca que permitía cambiar entre los colores al escribir, lo que

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