Historia Y Literatura En El Seductor De La Patria, De Enrique Serna
Enviado por JavoTinajero • 8 de Diciembre de 2014 • 3.761 Palabras (16 Páginas) • 296 Visitas
Historia y literatura en El seductor de la patria, de Enrique Serna
Por Iván Javier Mendoza Castañeda.
Hablar de la literatura en la historia o viceversa es un tema no fácil de limitar; en el mismo renglón esta hablar de la realidad y la ficción. En un primer momento podemos afirmar que se trata de un juego o de una fusión entre ambas disciplinas. La historia es abordada desde de lo público y la literatura desde lo privado.
En el presente trabajo enfrentamos el tema de la historia y la literatura en el género de la novela histórica, específicamente en una novela de Enrique Serna, El seductor de la patria, de 1999. Para ilustrar la manera íntima en cómo se relacionan en esta novela realizamos un paralelismo entre el personaje histórico y el personaje de ficción.
En El seductor de la patria, Antonio López de Santa Anna pretende elaborar una biografía en la recta final de su vida con la asistencia de su hombre de confianza y su hijo, quien es el comisionado para elaborarla y con el cual mantiene comunicación por vía de misivas a las cuales se sumarán más documentos históricos.
Nos encontramos ante una novela epistolar con narración en primera persona; autobiográfica, por ello, definimos el concepto de ésta, y en la cual hechos y personajes son ficcionalizados. Esta novela pertenece al género llamado Nueva Novela Histórica (NNH) en el cual sobresale la importancia del personaje histórico.
La historia y la literatura
Tratando de dilucidar entre la eterna discusión de la tarea del escritor (poeta para Aristóteles) y la del historiador, es obligatorio recurrir a lo dicho por Aristóteles en su Poética: “No es oficio del poeta contar como sucedieron sino cual desearíamos hubieran sucedido y tratar lo posible según su verosimilitud...” (Aristóteles, 1996: 143-144). La verdadera diferencia, dice Aristóteles, entre uno y otro, no radica en la métrica con la que escriba el poeta, sino en que el historiador dice las cosas tal y como pasaron, en cambio el escritor dice las cosas como hubieran pasado. Además “la poesía trata sobre todo de lo universal, y la historia, por el contrario, de lo singular”. Al hablar de lo universal, Aristóteles se refiere a lo que es verosímil de manera que el poeta podrá imponer nombres a personas, al contrario de lo singular del historiador que dirá lo que le pasó a una persona en particular.
El realismo de la literatura descansa en el concepto de verosimilitud, que no es otra cosa que el carácter que poseen los textos narrativos pertenecientes a la ficción del arte literario, los cuales deben ser considerados como creíbles desde una verdad poética y no histórica. Así, un texto de ficción no tiene que ser verificable, bastará que sea verosímil para creer en él, y sin tener que comprobarse.
Interminable ha sido el debate entre lo verdadero y lo ficcional, y al respecto Juan José Saer, autor también de novelas históricas, señala que no son necesariamente conceptos contrarios y el entrar en la ficción no implica tergiversar lo verdadero. Igualmente al adentrarse en campos no verificables las posibilidades de la ficción son inconmensurables.
En su teoría de la ficción Saer sostiene que aun en las ficciones que integran conscientemente fuentes falsas, lo hacen “para señalar el carácter doble de la ficción, que mezcla de un modo inevitable lo empírico y lo imaginario” (Saer, 1997: 12). Por otro lado, debe ser creída en tanto que ficción y no en tanto que verdad. La ficción será verosímil si incorpora elementos históricos asimilándolos y trabajándolos a su manera. Ese es el caso de las cartas fechadas en El seductor de la patria.
La Nueva Novela Histórica
En las últimas décadas del siglo XX ha surgido una notable y prolija producción de novelas históricas en Latinoamérica. Se ha dicho incluso que ello conlleva un cambio radical o renovación en el género para algunos críticos. En casi toda novelística el personaje compone un aspecto imprescindible, pero muy especialmente en estas novelas históricas, pues el rol que desempeña es trascendental, dado que, o son un aspecto principal de la novela, o por medio de éste se accede a una zona en la que “la historia aún no ha sido contada”.
Con el propósito de diferenciar estas recientes novelas históricas de sus antecesoras, los críticos les han dado diferentes nombres —a partir de 1980, a decir de Ute Seydel— tales como “novela histórica posmoderna” de Brian McHale, “metaficción historiográfica” de Linda Hutcheon, “nueva novela histórica” de Fernando Aínsa y Seymour Menton, “novela histórica de fin de siglo” o “novela contemporánea” de María Cristina Pons (ver Seydel, 2003: 49).
La “metaficción historiográfica”1 se caracteriza, según puntualiza Pulgarín, por la autoconciencia de las teorías del Nuevo Historicismo y el reconocimiento de la imposibilidad de representar la realidad. Señala, además, que “los autores son conscientes de que tanto la narración histórica como la narración ficticia son construcciones o productos humanos” (1995: 14).
La definición de Aínsa y Menton de la Nueva Novela Histórica (NNH) es la denominación más generalizada en Latinoamérica, propuesta en 1991 por el primero de ellos y adoptada inmediatamente después por el segundo en 1993, llamando ambos a las novelas previas, novelas históricas tradicionales. Según Menton, la Nueva Novela Histórica es menor en cantidad, pero mayor en calidad (ver Menton, 15). Se distingue además por “el distanciamiento del modelo tradicional por los aspectos formales en su narrativa y por la posición que adopta frente a la historia y a la historiografía” (Pons, 1996: 16).
La Nueva Novela Histórica tiene su precedente en la Novela Histórica Tradicional, la cual se desarrolló al calor del romanticismo en el s. XIX, que evolucionó, en rigor, en el siguiente siglo, al interior del modernismo, criollismo y existencialismo, y en lo cual juega un papel importante la obra Zama de Antonio Di Benedetto (1950) (ver Menton, 1993: 36).
Para la distinción de las Novelas Históricas Tradicionales algunos críticos se apoyan más en un método inductivo, parten de las obras mismas, esto es, desde hechos relacionados más con la experiencia que con el aspecto teórico. Por ejemplo, Menton, que parte de un corpus de novelas históricas publicadas luego de 1979, en las que advierte diferencias significativas a las precedentes. Otros como Barrientos opinan que la diferencia entre la Novela Histórica Tradicional y la Nueva Novela coincide con la oposición entre modernidad y posmodernidad. Además de que la primera aspiraba a ser objetiva y científica y la segunda es, sin lugar a dudas, subjetiva.
Así, al momento de definir la NNH,
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