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JOEL HOROWITZ. EL MOVIMIENTO OBRERO UN PERIODO DE CAMBIOS


Enviado por   •  22 de Abril de 2017  •  Resumen  •  7.741 Palabras (31 Páginas)  •  621 Visitas

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JOEL HOROWITZ. EL MOVIMIENTO OBRERO

UN PERIODO DE CAMBIOS

Durante los años 30 el movimiento obrero cambió  con rapidez. El escenario en el cual actuaban las organizaciones de trabajadores se modificó profundamente, y el sistema político tomó nuevas formas, alterando los límites de lo posible. La intensificación de las tensiones ideológicas a escala mundial, a raíz de la difusión del fascismo, tuvo un impacto muy fuerte en Argentina, al igual que la pérdida de confianza en el modelo liberal. La estructura económica también cambió: la depresión mundial golpeó duro y provocó penurias colectivas e individuales. Una de las respuestas a la crisis fue la intensificación de la industrialización por sustitución de importaciones, que en ciertos sectores, se caracterizó por la aparición de fábricas grandes y con sólido capital.

Todo esto tuvo un efecto importante sobre las organizaciones obreras. Los sindicatos “apolíticos” de base artesana quedaron sustituidos por organizaciones que tenían lazos menos nominales con los partidos, como en otras partes del mundo, los problemas para organizar a los obreros semicalificados y no calificados de las fábricas llevaron a los sindicatos a buscar ayuda en el sistema político, de manera cada vez más intensa.

En muchos sentidos, este camino de aproximación al Estado había comenzado a ser transitado en la década anterior. La dirección en la cual los sindicatos se estaban moviendo puede hoy fecharse  con claridad en la década de 1920, aunque estaba lejos de ser evidente para los observadores contemporáneos. Los sindicatos anarcosindicalistas, que habían sido el eje del movimiento obrero durante la temprana agitación de los años que van de 1917 a 1921, habían perdido mucha fuerza hacia 1929. Su apoliticismo los ayudó poco, y tuvieron muchas dificultades en la adaptación a la industrialización creciente, que hacía aumentar el número de obreros semicalificados y no calificados.

El anarcosindicalismo se había transformado en la tendencia dominante. Los sindicalistas, evitaban la política en la creencia de que el núcleo importante y doctrinariamente correcto era el sindicato; la revolución, pensaban, llegaría a través de la huelga general. Este rechazo de la política y los constantes roces con los sindicalistas hicieron que la cooperación de la UCR fuera factible y atractiva.

Los sindicalistas exhibieron una pragmática habilidad para crear alianzas informales con los gobiernos radicales mientras denunciaban la política burguesa.

Uno de los cambios ensayados por el gobierno radical para extender el apoyo que le presentaban los grupos populares fue auxiliar, las huelgas en ciertos sectores estratégicos de la economía, como los ferrocarriles y los puertos, en los cuales había un número significativos de trabajadores argentinos que tenían derecho al voto. La actitud del gobierno, la inflación y las violentas tensiones ideológicas del periodo posterior a la Revolución Rusa contribuyeron a producir una masiva ola de huelgas, que no fueron detenidas por la represión de la Semana Trágica (1919). Hacia mediados de 1921 la agitación había demostrado ser demasiado costosa políticamente, e Yrigoyen cambió de rumbo, abandonando el intento de aprovechar las huelgas y otras tácticas similares. Yrigoyen y los radicales, trataron de conseguir apoyo de otras maneras. La gigantesca ola de huelgas terminó en 1921; una huelga general convocada a fines de mayo de ese año fracasó, y la actividad huelguística se mantendría relativamente baja durante toda la década.

El modelo sindicalista comenzó a perder vigor cuando dejó de resultar funcional a las metas de los radicales. Las organizaciones sindicalistas necesitaban algún tipo de apoyo externo frente a los sectores patronales intransigentes. Este fue el problema que se haría más profundo en la década de 1930.

Un problema adicional fue la existencia de disputas sectarias, que se prolongarían durante los años treinta. Los sindicalistas, demostraban escasa tolerancia hacia los adherentes a otras ideologías, lo que llevó a constantes luchas y rupturas. La Unión Sindical Argentina (USA), la confederación controlada por los sindicalistas, perdió primero a los Socialistas que formaron su propia central (Confederación Obrera Argentina -1926-) más tarde los Comunistas formaron el Comité Nacional de la Unidad Sindical Clasista -1929-. Esta última creación se debió más al cambio de línea del movimiento comunista internacional que a los acontecimientos ocurridos en Argentina. Quizás más serio fue el rechazo de los sindicalistas a la creación de una organización entre los trabajadores ferroviarios, la UF.

Su intento de organizar un sindicato alternativo fracasó y le ganó enemigos. La Federación Obrera Marítima (FOM) sufrió severas derrotas en la década de 1920, y nunca se recuperó.

La economía empezó a cambiar a fines de los años veinte. Las grandes fábricas estaban comenzando a coexistir con el taller artesano. Los sindicatos por oficios tradicionales tenían dificultades para incorporar a los trabajadores en las fábricas más grandes. Estas tendencias se hicieron más intensas durante los años treinta.

LA UNIÓN FERROVIARIA

Un nuevo tipo de organización sindical había aparecido con la fundación de la UF en 1922. Su alcance era nacional, pero el poder se encontraba altamente centralizado y la Comisión Directiva controlaba a las autoridades locales, limitando estrictamente sus actividades; sus dirigentes casi siempre pusieron a su sindicato por encima de las ideologías o los partidos políticos. Los líderes usaban su poder para hacer respetar la disciplina de trabajo en la red ferroviaria: aunque dispuestos a demostrar su capacidad de inferir en el flujo de mercancías a través del trabajo a reglamento que atascaba el tráfico ferroviario, eran reticentes a hacer colapsar por completo el sistema. Estas estrategias lo transformaron en interlocutores aceptables para las compañías ferroviarias y para el gobierno.

El gobierno de Alvear ayudó a la UF a obtener beneficios muy importantes de las compañías; los salarios y las condiciones de trabajo mejoraron notoriamente y los ferroviarios se transformaron en una elite. Ellos ofrecían al gobierno algo crucial, como era el orden en las líneas ferroviarias.

La UF y su sindicato hermano La Fraternidad, se convirtieron en el modelo para muchas organizaciones sindicales. Sus éxitos fueron difíciles de repetir, ya que pocos sindicatos podían ofrecer al gobierno lo que garantizaban los ferroviarios.

En la década de 1920, aquellas dos organizaciones fueron únicas y otros sindicatos hicieron intentos de seguir sus pasos. Las victorias de la UF pronto la transformaron en el sindicato más poderoso del país.

UN INTENTO DE UNIDAD DE 1928

La oportunidad para que la UF actuara como fuerza dominante en el movimiento obrero, llegó a causa de una de las periódicas campañas por la unidad. Hacia 1928, una organización nacional de trabajadores gráficos llamó a la unificación del movimiento obrero, y dos de las cuatro confederaciones sindicales respondieron favorablemente: la Confederación Obrera Argentina y la Unión Sindical Argentina. Los comunistas y los anarquistas permanecieron fuera de la acción unitaria. Esa campaña para crear la Confederación General del Trabajo sembró la semilla de futuros problemas: algunos de los líderes socialistas de la Confederación Obrera Argentina resistían a la idea de unidad, y en las elecciones internas la posición de quienes en cambio la sostenían ganó solo gracias al uso del fraude electoral. Luis Cerruti, ferroviario y primer secretario general de la CGT, señalaría años más tarde: LA UNIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA, LA HE HECHO YO. Pero, no quedó establecido ningún calendario para regularizar la estructura de la confederación, y esta circunstancia finalmente llevaría a su quiebre en diciembre de 1935. Formalmente la CGT no se constituyó hasta después del golpe de septiembre de 1930.

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