La Atenas del siglo V
Enviado por manueks • 15 de Mayo de 2016 • Ensayo • 3.524 Palabras (15 Páginas) • 469 Visitas
Manuel Sanhueza Larrondo
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La Atenas del siglo V tenía una mayor relevancia dentro de los griegos debido a la capacidad de contrarrestar el ataque de los persas y la capacidad de mantener una serie de valores y experiencias que fueron los primeros en descubrir y expresar con claridad a los otros. En este sentido, se pueden constatar dos procesos importantes para la consolidación del proyecto democrático, la cual permitió que Atenas fuera la polis más relevante. El primero la capacidad de establecer la hegemonía por sobre las otras ciudades y la fundación de la Liga de Delos como consecuencia de las Guerras Medicas y el conflicto con la liga del Peloponeso, y segundo, el imperialismo ateniense y la importancia de Pericles como estratega en la consolidación del proyecto democrático en toda Grecia. Desde esta perspectiva, tuvieron un rol esencial los conceptos de libertad, justicia y violencia los cuales permitieron esta consolidación.
En un primer momento la democracia ateniense se basaba en las estructura de la Grecia Arcaica para el establecimiento del proyecto democrático. Desde esta perspectiva, la legitimación política de la estructura social tiene enfoque en la idea del buen gobierno, respetando la igualdad de las leyes y la libertad La idea de libertad está indisolublemente ligada a la oposición a la tiranía, y aquí, el mito juega un papel fundamental en las pretensiones políticas y valóricas del orden democrático. Atenas busca imponer las ideas de democráticas e influenciar a las demás polis, lo cual refleja la importancia de la libertad interna y externa de las polis, por lo que Atenas por medio de la autoctonía refleja superioridad del “génos” y permite “la posibilidad de exaltar la perennidad de Atenas y su vitalidad siempre renovada conforme el hilo de la cadena de generaciones”[1], y por ende, la noción patriótica del nacimiento, de la raza y la familia.
La polis adquiere un orden social, “un génos de las dimensiones de la ciudad, del que todos los miembros heredan el mismo título de la nobleza propio de las familias aristócratas”[2], puesto que el orden social de la polis ateniense se desplaza en el discurso interno a una exclusividad proveniente del mito de la autoctonía. En este sentido, las mujeres, metecos y esclavos no tenían injerencia en la organización política de la democracia ateniense, por lo tanto, el mito –como ya mencionamos anteriormente- tiene un papel organizador de la cuestiones políticas y sociales que ya provenientes de las ideas tradicionales en la transmisión de la tradición, el cual tiene una fundamentación mitológica de las relaciones sociales y que permitió que se consolide los valores democráticos en Atenas. Por consiguiente la libertad se refiere y se relaciona estrechamente con la igualdad de leyes, la libertad cívica, conservación de su esencia política (la democracia), de su existencia y autonomía.
La ley tiene estrecha relación con la justicia, puesto que permite combatir la tiranía interna y externa, es decir, los valores atenienses de la libertad y justicia se consolida de manera externa influenciando a las demás Ciudad-Estado en la guerra contra los persas – la defensa de la libertad griega-, y la conformación de la Liga de Delos. Romilly no menciona esta influencia: “Incluso en la guerra, los griegos intentaron introducir en la medida de lo posible algunas prácticas de la justicia y del derecho”[3]; los atenienses tenían una preferencia por la justicia y la ley por sobre la violencia, el cual está vinculado a la tiranía (representado en los persas). Esto queda explícito en la Oración Fúnebre de Pericles:
Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos como en las rivalidades diarias de unos con otros, sin enojarnos con nuestro vecino cuando él actúa espontáneamente, ni exteriorizar nuestra molestia, pues ésta, aunque innocua, es ingrata de presenciar. Si bien en los asuntos privados somos indulgentes, en los públicos, en cambio, ante todo por un respetuoso temor, jamás obramos ilegalmente, sino que obedecemos a quienes les toca el turno de mandar, y acatamos las leyes, en particular las dictadas en favor de los que son víctimas de una injusticia, y las que, aunque no estén escritas, todos consideran vergonzoso infringir[4].
Esta posición nos conduce a cómo eran vistos los persas en contraposición a el ideal griego, no obstante, los persas en Oriente Próximo habían implementado una organización centralizada en la figura del Rey de los universos respetando la cultura de los pueblos conquistados, como menciona Davis: “Los babilonios, los lidios e incluso los judíos, tenían sus funcionarios y sacerdotes”[5], por lo que los persas planteaban un sometimiento por el bien de los pueblos conquistados. Esta alianza que buscaba armonía a cambio de protección que servía para conquistar a los pueblos no conquistados, tal y como dice Davis: “Una receta especialmente carente de gusto de la matanza”[6], por lo que la violencia no es una práctica común. Esta forma de organización opuso la conciencia griega del orden de las leyes, puesto que el orden de la Verdad del Gran Rey impone a latigazos la obediencia y no por medio del mandato de la ley. Cualquier forma de organización opuesta a la ley son costumbres bárbaras, por lo que la reflexión de los griegos está determinada por una fuerte concepción de los valores griegos, en la búsqueda del buen gobierno.
Para los griegos los persas son la máxima expresión de la violencia y tiranía, “Barbaros le habían llamado siempre lo jonios, un pueblo cuya lengua era galimatías y sonaba bah, bah, bah, y ahora tras lo sucedido en Maratón, los atenienses empezaron hacer lo mismo”[7], después de que los atenienses lograsen contrarrestar en ataque persa, el termino empezó a sugerir un significado de desprecio, de ahí en más, los atenienses veían en el carácter decisivo en el estereotipo sobre lo bárbaro. Años después de Maratón, Jerjes busca invadir los terrenos por medio de sumisos y obedientes de los pueblos a conquistar enfrentando el ideal persa con el griego. Atenas aprovecho su derrota y el incendio del Acrópolis y la unión de los Peloponeso a las flotas atenienses para defender la posición del Estrecho de Salamina para establecer una batalla común de todos los griegos, tal como Davis menciona: “Actuando de este modo demostraron que el efecto de los propagandistas griegos eral algo más que efecto; que la sangrienta derrota de los Termopilas había sido, tal como ellos habían proclamado, una especie de victoria”[8]. Por lo tanto, se aseguraron de que la pax pérsica no se extendiera a toda Grecia permitiendo que Atenas liderara la Liga de Delos.
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