La Higiene
Enviado por Gabyep16 • 7 de Octubre de 2013 • 1.405 Palabras (6 Páginas) • 263 Visitas
Hay una palabra que a principios del siglo XIX ocupa un lugar inédito: higiene. Los manuales que tratan de la salud van cambiando de título. Hasta entonces todos estaban concentrados en el mantenimiento y conservación de la salud. Ahora no hay más que tratados o manuales de higiene.
La higiene es una práctica imprescindible que favorece a la salud, el hecho de ducharse, tomar baños calientes, usar jabón, papel higiénico y cambiarnos de ropa con frecuencia son prácticas higiénicas que forman parte de nuestra cultura. Pero hace unos siglos la higiene (lo que es sano) no era más que un adjetivo para calificar a la salud, y las medidas que se tomaban en la antigüedad para el mantenimiento de la salud eran lo que ahora llamaríamos antihigiénicas. Para lograr que la higiene y con ello el uso del agua se convierta en algo pragmático, ésta paso por una transformación: Primero, el miedo a las aberturas provocaban un veto al agua; y con esto aparece la práctica del aseo seco; se crea una idea de que la limpieza de la ropa que equivalía a la de toda la persona, y finalmente para los últimos años del siglo XVII, se llega a la conclusión de que el baño templado es el baño higiénico por excelencia.
Si bien, el baño ahora es un mecanismo de limpieza para eliminar la mugre y con ello microbios que perturban la salud, no siempre fue así, antes el baño era considerado como un dispositivo causante de enfermedades. Esto, debido a que en 1546 en Barcelona- España, la peste se instaló, provocando el miedo de contagio a través de los poros de la piel. Este miedo provoca una inasistencia a escuelas, iglesias y sobre todo a los baños turcos. Los médicos inducen a la prohibición del uso de estos baños, en donde los cuerpos tienen contacto con otros cuerpos. Ésta idea aparece en un esfuerzo para evitar contagios, pero no es la única. Las prohibiciones que aparecen en este siglo giran en torno a la porosidad de la piel. Se crea un imaginario en la gente, el que la piel no puede ser expuesta al agua o al calor pues estas provocarían fisuras y la peste.
Al creer en la debilidad a las envolturas corporales, se creía que los baños de vapor eran peligrosos, pues expone los poros abiertos al aire infectado lo que provocaría una “muerte súbita” del individuo. El temor al contagio en los siglos XVI y XVII se extiende, aparecen imágenes de transmisiones contagiosas como la sífilis, además aparece la imagen de que una mujer puede concebir, por el hecho de compartir los baños con hombres. Pero las aberturas no solo eran receptores de males sino también podían emitir sustancias internas provocando un agotamiento de fuerzas y virtudes.
Durante el siglo XVI y XVII era imposible considerar el baño de agua sin rodearlo de ciertas obligaciones y medidas preventivas de males: reposo, protección vestimentaria, someter al cuerpo a los calores de una estufa seca antes del baño. Lo que provocó que esta práctica sea cada vez más compleja. La sugerencia más extrema fue de Bacon en 1623, quien exige que el agua tenga una composición idéntica a la de las materias corporales par que los intercambios sean así menos contagiosos. Por lo que el baño ya no era solo una fuente de epidemias sino que se convirtió en una preocupación permanente y aterrorizante en la población. El baño fue tomado muy raramente, pero únicamente como medicina, claro está, tomando las debidas precauciones que he nombrado anteriormente.
Como el tema de las infiltraciones se hacía cada vez más reiterativo y dominante, se presta una nueva atención a los infantes. En la infancia el baño seria únicamente usado para retirar la sangre y mucosidades del nacimiento y para moldear los miembros de los recién nacidos, lo que pretendía esta práctica era la corrección de morfologías. Después de bañarlos se procedía a reforzar y proteger la piel contra el aire por lo que se untaba en el recién nacido cenizas de cuerno de becerros o sal o aceite para cerrar los
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