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La Reforma


Enviado por   •  15 de Mayo de 2014  •  1.315 Palabras (6 Páginas)  •  195 Visitas

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El desprestigio creciente de la iglesia de occidente, más atenta a su propio enriquecimiento material que a la dirección espiritual de sus fieles, a lo largo de los siglos XIV y XV; la progresiva secularización de la vida social impuesta por el humanismo renacentista; y la ignorancia y relajación de costumbres del bajo clero, fueron los factores principales que desencadenaron la Reforma y la contrarreforma.

Se conoce como Reforma al movimiento radical producido en la iglesia occidental durante el siglo XVI que, sobrepasando cuestiones disciplinares, planteó problemas doctrinales de enorme trascendencia para el cristianismo, los cuales llevaron a la separación de algunas iglesias, denominadas globalmente con el nombre de protestantes. La contrarreforma fue tanto la reacción de la iglesia que permaneció fiel a la tradición del papado romano en oposición al emergente protestantismo, como el movimiento de reforma producido dentro de la Iglesia Católica romana durante los siglos XVI y XVII.

Antecedentes de la Reforma

A finales de la edad media (siglos XIV y XV), la iglesia occidental sufría un período de desconcierto y decadencia que favoreció el desarrollo del gran cisma de occidente (1378-1417), provocado por el traslado de la sede papal a Aviñón de 1305 a 1370 y por la elección simultánea de dos y aun tres pontífices. La aparición del conciliarismo, doctrina surgida del cisma, que subordinaba la autoridad del papa a la comunidad de fieles, representada por el concilio, así como el nepotismo y la inmoralidad de algunos papas, pusieron de manifiesto la necesidad de llevar a cabo una reforma radical en el mismo seno de la iglesia. En este sentido resulta simbólico el hecho de que el inicio de la Reforma protestante, con la proclamación de las 95 tesis de Martín Lutero el 31 de octubre de 1517, se produjera por la llegada de los legados pontificios anunciando una indulgencia papal a cambio de la donación de fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma.

Por otra parte, dentro de la iglesia habían surgido ya movimientos de reforma que abogaban por una vida cristiana más conforme con el evangelio. En el siglo XIII surgieron las órdenes mendicantes con la notable figura de san Francisco de Asís. En los siglos XIV y XV destacaron como predicadores san Vicente Ferrer, san Bernardino de Siena y san Juan de Capistrano. Además, en el siglo XV se produjo una renovación de la piedad popular con un acentuado sentimentalismo en torno a los dolores de la pasión de Cristo.

Otros movimientos reformistas surgieron, asimismo, en abierta oposición a la jerarquía eclesiástica. Los valdenses (siglo XII), conocidos como "los pobres de Lyon" o "los pobres de Cristo", cuestionaron la autoridad eclesiástica, el purgatorio y las indulgencias. Los cátaros y albigenses (siglos XII y XIII) defendieron un ascetismo extremo y cayeron en el maniqueísmo, al considerarse a sí mismos como puros y perfectos. En el siglo XIV, en Inglaterra, John Wycliffe avanzó ideas que serían recogidas por el movimiento protestante: pertenencia del mundo a Dios, secularización de los bienes eclesiásticos, fortalecimiento del poder temporal del rey como vicario de Cristo y negación de la presencia corpórea de Cristo en la eucaristía. Las ideas de Wycliffe influyeron en el reformador checo Jan Hus y sus seguidores, los husitas y los taboritas (siglos XIV-XV) en el territorio de Bohemia.

En un término medio entre la fidelidad a la iglesia romana y la crítica se situó Erasmo de Rotterdam. Su profundo humanismo, antiviolento y conciliatorio, aunque no exento de ambigüedad, lo llevó a dar pasos importantes hacia la Reforma, como la traducción latina del Nuevo Testamento (apartándose de la versión oficial de la Vulgata); o la sátira contra el papa Julio II (1513). Ante la insistencia de Lutero para que definiera su posición con respecto a las tesis de los reformadores, Erasmo defendió la libertad humana en su tratado sobre el libre albedrío (1524), al que aquél contestó con su tratado sobre el albedrío esclavizado. Las ponderadas ideas reformistas de Erasmo no prendieron en ningún movimiento popular ni político, ni tampoco

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