Las Haciendas
Enviado por dsuhgbwdeuhgfdui • 17 de Agosto de 2014 • 3.227 Palabras (13 Páginas) • 361 Visitas
Las haciendas
«El reparto de tierras entre los conquistadores para su explotación agropecuaria fue el punto de partida de esta propiedad que, con el paso del tiempo, dio lugar a una acumulación de tierras como símbolo de prestigio y poder dentro de la sociedad colonial, acrecentando el dominio de los mayorazgos. A finales del siglo XVI la Corona comenzó una política de revisión de las propiedades acumuladas de forma ilegal, que se habían producido a través de la ocupación de tierras que aparentemente no tenían propietarios, tierras de nadie, e inició su venta por medio del sistema de 'composiciones'. Esta fórmula supuso en muchos casos la devolución de las tierras, mediante un pago que regularizaba la situación, a los propietarios ilegales, que habían sido obligados a entregarlas. Otra forma de devolución de estas tierras por parte de conquistadores y encomenderos fue la 'restitución', generalmente realizada a la Iglesia, que, con estas aportaciones, y las donaciones de particulares se convirtió en propietaria de múltiples y extensas haciendas, que sólo en algunas ocasiones fueron consideradas como tierras de uso común.
La mano de obra procedió de la población indígena, sustituida o complementada en algunas áreas por los esclavos negros. El trabajo forzoso establecido por turnos, como la mita, dependió del corregidor de indios, autoridad indígena que actuaba en los pueblos de indios, como intermediario entre la población y las autoridades coloniales.
Las primeras haciendas se formaron en torno a los núcleos urbanos y se dedicaron a su abastecimiento, pero rápidamente se fueron ampliando con la introducción de cultivos importados como la caña de azúcar, la vid, el olivo y los cereales, y el aprovechamiento de los locales como el algodón, el tabaco o la coca, con criterios mercantilistas. La eclosión de los centros mineros dio paso también a una producción de las haciendas basada en el abastecimiento de estas sedes.» [Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008]
«Hacienda: Unidad de producción agrícola constituida por una propiedad rural bajo el dominio de un propietario, explotada con trabajo dependiente o esclavo, con un empleo escaso o intensivo de capital y que produce para el mercado.
De gran raigambre en el continente americano, el término "hacienda" toma distintos nombres de acuerdo con la región donde está ubicada y tiene pequeños matices que las diferencian. Unas veces será fundo, chacra, estancia o granjería, otras hacienda propiamente dicha y en el caso de la agricultura exportadora tropical se conoce como plantación. En el área andina, está relacionada históricamente con la permanencia de grupos indígenas que usufructuaban parcelas comprendidas dentro de sus terrenos.
Algunos autores identificaron el origen de la hacienda con la concesión de encomiendas a los conquistadores en el siglo XVI, pero investigaciones históricas demuestran que la Corona española no otorgó inicialmente derechos sobre la tierra, sino que les asignó un número determinado de nativos para explotarlas y recoger los tributos, concediéndoles una parte de la producción a cambio de su cuidado e instrucción. Más tarde se otorgaron encomiendas a descendientes de conquistadores y a órdenes religiosas; lo que se sabe con certeza es que la primera hacienda en América siempre comprendió terrenos y una asignación de mano de obra o peonaje.
Desde el siglo XVII, las encomiendas entraron en crisis como consecuencia de la despoblación indígena, y en algunos casos la Corona resolvió prescindir de los encomenderos y negoció directamente con caciques indígenas. Los cabildos y los virreyes otorgaron granjerías y estancias para la agricultura y la ganadería como consecuencia de la actividad minera, el aumento de la población española y la formación de centros poblados. Su objetivo fue abastecer de todos los productos a los núcleos de población. La hacienda “por amparo” tuvo su origen en la ocupación de tierras baldías, o de las que no estaban bajo dominio de ninguna persona o de ningún pueblo, legalizada con posterioridad mediante un pago a la Real Hacienda: el ocupante solicitaba el amparo o título protector a cambio de contribuir con dinero o especies al rey.
Otra forma de adquisición de haciendas fue la venta por la Corona de las tierras que abandonaban los indígenas al morir o emigrar a otras provincias. Ello favoreció la formación de grandes extensiones donde se establecieron haciendas ganaderas, mientras los naturales eran reducidos a centros poblados, y se limitaba la extensión de las chacras o milpas que tenían hasta entonces para su propia explotación. Otra fórmula para la consecución de grandes extensiones de tierra fueron las uniones -legales o no- con hijas de los indígenas, en especial de los caciques, lo que permitió a los poderosos incorporar tierras a la propiedad privada española y de los criollos americanos. Estos adquirieron tierras en América por merced, adjudicación o venta y remate de los terrenos baldíos o realengos, pero hubo un tercer tipo de propiedad sobre la tierra, el comunal, en forma de ejido, tierras propias de la ciudad o resguardo indígena. En este caso, se trataba de la concesión por la Corona a los indígenas de tierras que les habían pertenecido y les devolvía, pero no con título de propiedad, sino mediante una cesión limitada que exigía una regalía y que impedía cualquier tipo de enajenación.
La estratificación social del imperio incaico facilitó el establecimiento del sistema de hacienda. Los naturales no mostraron demasiada resistencia porque el pago de tributos y la prestación de servicios gratuitos no eran nuevos para ellos, las obligaciones ya no estaban destinadas al inca sino al rey de España. En todo caso, con el paso del tiempo, las haciendas tendieron a poseer los elementos necesarios para autoabastecerse. [...]
La existencia de diferentes variedades regionales resulta muy ilustrativa. En las tierras que constituyeron el Nuevo Reino de Granada se establecieron las encomiendas y luego el repartimiento de tierras con las obligación de vivir en ellas y explotarlas. La tierra era abundante y las adjudicaciones comprendieron grandes extensiones. Por lo general se repartían varias “peonías” o “caballerías”. Una caballería constaba de cinco peonías, lo que equivalía a unas 700 hectáreas, para la siembra y tierra de pastos dedicados al sostenimiento del ganado. Como existía un gran desconocimiento del terreno los linderos quedaban inciertos, factor que originó que los propietarios en poco tiempo multiplicaran su extensión. Las haciendas que en un principio tenían esas 700 hectáreas más tarde contaban fácilmente con 20.000 hectáreas; el resultado fue el establecimiento de grandes latifundios. El crecimiento incontrolado
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