Las Ordenanzas

EL EDIFICIO ESCOLAR

Respecto a las instalaciones escolares. Nunca fue mencionada una idea de construir un edificio, menos en una ocasión para la escuela de San Miguel Nonoalco de una parcialidad de indios. Siempre se utilizaban cuartos, casas, conventos y capillas existentes y los adaptaban a las necesidades pedagógicas.

De esta manera los frailes instalaron sus clases en cuartos grandes que daban a una puerta falsa del convento. De esta forma los alumnos tenían acceso al salón sin antes tener que entrar al claustro.

Siempre existió la complicación de tener el lugar adecuado para el servicio sanitario de los niños, los virreyes y el ayuntamiento insistían una y otra vez en bandos y reglamentos, sobre la importancia de que los maestros y amigas “zelaran de que no salgan a ensuciarse a la calle ,teniendo en las mismas escuelas parajes destinados al afecto , donde solo se les permitía ir uno por uno” .En cambio en las escuelas que ofrecían clases nocturnas, el gasto de velas aumento considerablemente el presupuesto de la institución.

LA AMIGA

Refiriéndose a su anciana maestra, usaba el método individual para enseñar a la docena de niños y niña que asistían; llamaba a uno por uno a su lado y le hacia pronunciar una letra impresa en el silabario.

La primera pagina de este libro tenia un grabado del niño jesus.Señalaba primero el dibujo y el alumno decía, “Jesús y cruz y la que sigue es…” y cuando la maestra indicaba una vocal o consonante en la siguiente pagina, continuaba “… la que sigue es b”. Pronunciar las letras era el “deletreo”. Al terminar los estudios del silabario, el pequeño era festejado en la Amiga. Si era de una familia acomodada se presentaba el día indicado para el “vítor”.

La cartilla común, como se le llamaba, databa del siglo XVI. El privilegio exclusivo de imprimirla pertenecía al Hospital de indios. En 1641 el virrey concedió a la imprenta de Paula Benavides el permiso de imprimirla.

UN DIA EN LA ESCUELA

Los niños comenzaban a llegar a las 8 de la mañana a la escuela. Antes de entrar se formaban en línea para la inspección de la limpieza de caras, manos y ropa. En las escuelas gratuitas se aconsejaba al preceptor que los niños tuvieran “su ropa como puedan, pero sin causar asco” y “sus zapatos o pies sin lodo”. Un buen número no se presentaba hasta las 9por una variedad de razones legítimas, además de la no tan legítima escusa de haber venido jugando con “tierra, piedras y lodo”. La escuela tenía dos cuartos:

-uno para leer y otro para escribir. Los alumnos aprendían la lectura primero y meses después o años, de acuerdo con sus progresos, pasaban a recibir instrucción en la escritura. El maestro ayudante del preceptor estaba vestido en un frac, no negro, si no tenebroso, con faldones de movimiento espontaneo, impresionaba a los niños que solo habían

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