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Libro Sopa E Pollo


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  554 Palabras (3 Páginas)  •  295 Visitas

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El amor y el taxista

El otro día, en Nueva York, cogí un taxi con un amigo. Cuando nos bajamos, mi

amigo le dijo al taxista:

—Le agradezco el viaje. Es usted un conductor estupendo.

Durante un segundo, el hombre se quedó atónito. Después reaccionó:

—Oiga, ¿me está tomando el pelo o qué?

—Nada de eso, amigo mío, no tengo intención de molestarlo. Admiro la

tranquilidad con que se mueve en medio de semejante tránsito.

—Ah —farfulló el conductor, y siguió su recorrido.

—¿A qué venía eso? —pregunté.

—Estoy tratando de restaurar el amor en Nueva York —me respondió mi

amigo—. Creo que es lo único capaz de recuperar la ciudad.

—¿Cómo es posible que un solo hombre salve Nueva York?

—No es cuestión de un solo hombre. Creo que a ese taxista le he cambiado

el día. Suponte que haga veinte viajes. Pues será amable con esos veinte

pasajeros porque alguien fue amable con él. Ellos, a su vez, serán más cordiales

con sus empleados, servidores o colaboradores, e incluso con sus respectivas

familias. En última instancia, la buena disposición podría extenderse a un millar

de personas por lo menos. No está mal, ¿no te parece?

—Pero tú confías en que ese taxista transmita tu buena disposición a los

demás.

—No estoy confiando en nada —respondió mi amigo—. Me doy cuenta de

que el sistema no es totalmente seguro. Hoy puedo encontrarme con diez

personas muy diferentes, si de entre esos diez puedo hacer felices a tres,

finalmente podré influir en forma indirecta sobre las actitudes de tres mil más.

—Teóricamente suena bien —admití—, pero no estoy seguro de que en la

práctica funcione.

—Si no funciona no se pierde nada. No perdí ni un minuto en decirle a ese

hombre que estaba haciendo muy bien su trabajo. Ni le di una propina mayor ni

una más pequeña. Y si mis palabras cayeron en oídos sordos, ¿qué importa?

Mañana habrá algún otro taxista a quien pueda tratar de hacer feliz.

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Jack Canfield & Mark Victor Hansen Sopa de pollo para el alma

—Oye, tú estás un poco chiflado —señalé.

—Tus palabras demuestran lo cínico que te has vuelto. Este asunto lo tengo

estudiado. Lo que al parecer les falta a nuestros empleados de correos, aparte

de dinero, por cierto, es que nadie les dice lo bien que están haciendo su trabajo.

—Pero si no están haciendo bien su trabajo.

—Si no están haciendo bien su trabajo es porque sienten que a nadie le

importa cómo lo hacen. ¿Por qué no decirles una palabra que les anime?

En ese momento pasábamos junto a un edificio en construcción, donde

cinco obreros estaban almorzando.

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